lunes, junio 21, 2004

CONSTITUCIÓN EUROPEA

Constitución europea. O, más bien, en puridad técnica, un tratado por sobre los tratados existentes respecto de la Unión Europea. A fines del siglo XVIII, el abate Sieyes, siguiendo en buena medida a Rousseau, derivó del dogma de la soberanía popular la idea del pouvoir constituant. Es el pueblo, en asamblea al efecto de sus representantes, el que decide darse una constitución (éste es uno de los puntos débiles del constitucinalismo clásico, que ha dedicado buena parte de su tiempo a demolerla). Esta constitución europea fue redactada por un grupo de expertos designados por los gobiernos y parlamentos, pero no elegidos por el voto popular. Ahora deberán ratificarla los parlamentos nacionales y, opcionalmente, los cuerpos electorales por vía referendaria. ¿Dónde quedó la soberanía popular, la automonarquía del pueblo soberano? ¿Dónde, oh viejo abate Sieyes, tu pouvoir constituant? Un tratado de tratados. Ça ne va plus, le peuple souverain...

domingo, mayo 09, 2004

DON GIOVANNI

Don Giovanni, de Mozart, ayer en el Avenida. ¿Y si Casanova, en verdad, hubiese estado en Praga, en 1787, con Mozart y su amigo Da Ponte? ¿Si hubiese escrito, incluso, algunos diálogos con su viejo compinche veneciano? En todo caso, se habría reflejado a sí mismo al comienzo de su decadencia, cuando las cosas ya no le iban tan bien, cuando -imperceptiblemente- iba dejando de ser un winner. Un sic transit, dos años antes de la Revolución Francesa. (Y el brindis a la libertad, incrustado arbitrariamente en el libreto, como un guiño entre masones). Al par que en "las Bodas de Fígaro", la nobleza se presenta como simplemente ociosa e intrigante. Representan la pasión desenfocada, lista ya a ser ventajosamente sustituida por el interés cuantificable ("racional") de la burguesía. Efectivamente, a esa nobleza desnorteada le estaban aguardando las llamas de un cercano infierno.

domingo, mayo 02, 2004

Hace treinta años, el 1º de mayo de 1974, Perón echó a los Montoneros de la Plaza de Mayo, adonde él mismo -recordemos- los había llevado, como «juventud maravillosa» integrante de las «formaciones especiales». Desde luego, esto de atraer primero y sacrificar después es un recurso propio del político. La cuestión es que le salga bien y, hay que reconocerlo, a Perón no le fue bien en la empresa, ya que ahondó absolutamente la guerra civil y condujo, por cierto, al Proceso, que -en el campo represivo- lo que hizo fue sistematizar y «racionalizar», si puede decirse así, la violencia brutal, inorgánica y subterránea de Lopecito, Julio Yessi y cierto sector sindical, para contener el torrente terrorista y guerrillero. Los argentinos pagamos muy caro, en sangre, el precio de traer un viejo zorro desubicado a poner orden en un gallinero que le quedaba grande. Por otra parte, el gran elogio a los sindicalistas llegaba tarde y mal. En 1969 Perón hizo matar a Vandor, su gran obstáculo, y el katéjon que impedía que llegaran directamente a las manos los dos bandos. Hombre con su contradicción y su corrupción, el «burócrata» Vandor quería un peronismo laborista, con los mejores candidatos a la cabeza (Bramuglia o Matera, p. ej.), creciendo lejos del Gran Irresponsable (así lo llamé en aquel tiempo, y en eso, por menos, no me equivoqué). Vandor era el «progresista» que pretendía que el capitalismo argentino se colocase en la línea del crecimiento europeo de los Treinta Gloriosos. Ongaro era el «reaccionario» que creía en una revolución evangélica de los pobres, los humillados y los ofendidos. Él era sincero e ingenuo, pero Cooke, antes, y Rodolfo Walsh, después, fueron también sinceros, pero para nada ingenuos. La cuestión es que nos embarcamos en una revolución con un «partido armado» que se fijaba como objetivo destruir al «partido militar», en nombre del escándalo de la pobreza, cuando era pobre uno de cada diez argentinos y desempleado también uno de cada diez. Hoy, al cabo de esa revolución, es pobre uno de cada tres y uno de cada cuatro está desempleado definitivamente. Balance terrible de nuestra estupidez.-

martes, marzo 30, 2004

(Bosquejo de un prólogo a un libro de memorias que quizás nunca escriba)

AGUA PASADA (ENTRE DOS SIGLOS)

Nací en la primera mitad del siglo XX y he de irme al otro barrio en algún momento todavía impreciso, pero siempre próximo -y, a mi gusto, seguramente prematuro- de la primera mitad de este siglo XXI. Nacer, vivir y morir, en sí mismas, no son actividades demasiado hazañosas. En el nacer y en el morir nadie consulta nuestra gana, afirmación que resulta absoluta tratándose del venir al mundo y que, en cuanto a dejarlo, debe matizarse teniendo en cuenta aquellos que interrumpen el curso del existir por su propia mano. En el transcurso del vivir puede darse, sí, algo de hazaña ya que, aunque hay al respecto pareceres divididos, nadie ha podido demostrar acabadamente que la vida resulte una empresa siempre bella. Más bien se hace de necesidad virtud transformando en instancias educativas sus engaños y laceraciones, aunque hay voces autorizadas que llegaron a proferir aquello de que mueren porque no mueren, si permanecemos en el terreno de la más pura ortodoxia. En todo caso, una autobiografía, como cualquier género de escritura alrededor de uno mismo, debe justificarse mostrando que, si al menos el protagonista no ha sido un semihéroe, lo ha intentado en alguna ocasión o, más modestamente ha presenciado alguna circunstancia destacada que legitima tomarse la pena de prestarle la oreja y la atención. Como la historia en general, la biografía parte del supuesto (o, mejor, prejuicio) de que se ha vivido en un tiempo y en un mundo interesante y que uno, el biografiado, contribuyó aunque sea en lo mínimo a ello. Puestas así las cosas, estaría a punto de dejar esta tarea, ya que una duda constante me cruza, acerca de por qué mi tiempo podría resultar más interesante que otros (cuando este tiempo y los sucesivos otros sólo tienen en común, como decía el viejo Machado, la monotonía de que lo mismo que nosotros otros se jorobarán) y por qué mi paso por este tiempo podría considerarse más relevante que el paso de otros nadies por otros tiempos. De todos modos, me parece que rige aquí un engaño generalizado y aceptado, según el cual, llegado uno a los umbrales de la arterioesclerosis, nace un derecho a considerar lo sido y pasado como interesante sin que se admita prueba en contrario. Es el origen del laudator temporis acti. A tal engaño me acojo y en él me fundo y legitimo para estos borradores. Bosquejo así letras sinceras a partir de un engaño, de una "mentira convencional de la civilización", según la olvidada frase del olvidado Max Nordau que citaba mi viejo.-

jueves, marzo 25, 2004

Acto en el Colegio Militar y en la ESMA. Hijos, Madres, Abuelas, Heredia y Serrat. Un pequeño saqueo subsecuente. No hubo guerra civil, dijo Solá. Sólo hubo un bando subversivo: el Estado. Y, sin embargo, todo el simbolismo: Presidente. Madres, Hijos, Abuelas, conformaba una mimesis de guerra civil donde los vencidos, es decir, los uniformados, debían con orejas gachas arriar sus banderas y descolgar sus cuadros. Este desahogo bélico a destiempo será pagado por todos más tarde. Igual que en los 70, con respecto a uno u otro bando.

miércoles, marzo 17, 2004

Un libro de Claudio Fantini sobre Juan Pablo II: "Infalible y Absoluto". Dos páginas rescatables, lo demás, un centón de artículos que se repiten: variaciones sobre un mismo enfoque. De todos modos, es interesante y acertado su planteo principal: durante los veinticinco años de su reinado la Iglesia perdió fieles y, al mismo tiempo, la figura del papa alcanzó un vigor y una notoriedad inusitados. Un actor que supo construirse su papel monocrático a la perfección. Lo interesante es esta asimetría entre el desarrollo de la cabeza de la de la Iglesia, enaltecida en baños de multitud y de acercamiento a los más jóvenes, y un catolicismo que, en términos estadísticos, retrocede. Juan Pablo II vio hundirse la religión secular soviética y contribuyó en buena parte a ello. Trató de establecer puentes hacia el mundo anglicano, luterano y ortodoxo, con suerte varia. Revisó, con cierta tardanza, la condena de Galileo y manifestó una actitud de perdonar y solicitar el perdón por lo pasado como, quizás, ninguna otra religión ha hecho en el siglo pasado (y antes hay pocos ejemplos). Pero el Islam es la religión triunfante de la segunda mitad del siglo XX y quizás de éste. Y el protestantismo, bajo forma multiplicada de nuevas sectas, es la amenaza más grave a la hegemonía del catolicismo en Latinoamérica. ¿Culpa del papa?

No lo parece. Pero lo cierto es que la Iglesia Católica no tiene una postura definida frente al Islam militante, no lo reconoce todavía en su horizonte inmediato y, en cuanto a nuestro continente, ha dado por descontada su supremacía, sin avizorar competencia.

viernes, marzo 12, 2004

CERONETTIANA

Un artículo de Guido Ceronetti, pensador extraño y magnífico, se refiere al 8 de marzo, día de la mujer, y su tipografía subsidiaria, a ratos insoportable. Todo se va en hablar de derechos. dice nuestro autor. ¿Y el amor? El amor del hombre por la mujer y de la mujer por el hombre es algo que se extingue con los culebrones de la tevé. Lo reemplazan el sexo amplificado, la tendencia a la unificación andrógina, el matrimonio de conveniencia de hombres con hombres y mujeres con mujeres. La mujer ha ganado espacios, es cierto. Ha demostrado que, biológicamente, resulta un animal que evoluciona, mientras el hombre es un animal detenido, paralizado. También cierto, o muy probable. Pero no evoluciona hacia algo mejor, el animal fémina, sino hacia el productivismo exacerbado, lo cual es triste. Los antiguos no conocieron el amor entre el hombre y la mujer, salvo un asomo entre los romanos del que Catulo ha dejado imborrable huella. El amor es una invención cátara en el sur de Francia -releer a Rougemont. Se eleva desde la palabra antes que desde la directa genitalidad y no transita por lo reproductivo. El amor nace como compensación al horror del mundo, al mal que es la secreta lógica que lo rige. Aquel que lo probó no lo olvida y se convierte en un fedele d'amore. Pero ya vamos siendo meros sobrevivientes.

jueves, marzo 11, 2004

No sé si fue la ETA o Al Qaeda (casi doscientos muertos y 1500 heridos saltados por los aires en estaciones de tren en Madrid). El terrorismo se acerca cada día más al culmen de la violencia absoluta, extraída de una mala lectura del Corán, según la cual el mártir es más mártir cuantos más inocentes se lleve consigo. Los mártires cristianos, budistas y, por cierto, buena parte de los mismos islámicos, fueron testigos -que es lo que significa martys en griego- sobre su propio cuerpo y sangre, no en el sufrimiento infligido a los otros. ¿Hay que entrar al Paraíso chorreando sangre en las manos? La violencia escala en espiral, en este tiempo light en que se mata con culpa y se muere con terror, exactamente al revés de la antigüedad. Atila, Tamerlán o la Horda Dorada eran, relativamente, menos crueles por menos hipócritas.
Una organización española propicia representación para el voto en blanco. Algo absurdamente, se presenta como el partido del Voto en Blanco, es decir, insta a votar positivamente por esa agrupación. Hace más de diez años propuse en el ámbito académico, sin resultado, el "escaño vacío" si los votos en blanco resultaban considerados en el escrutinio y su número alcanzaba la cifra repartidora en el sistema proporcional que nos rige.

miércoles, marzo 10, 2004

Apronte, desafío, respuesta, actitud de trifulca, hocicamiento presentado como triunfo. Ciclo sin cesar repetido del psicodrama de la deuda argentina. Como el valentón (el compadrito) de Cervantes: caló el chapó, requirió la espada, fuese...y no hubo nada.

domingo, marzo 07, 2004

¿En vísperas de un default? Abuso del dramatismo subnormal y de las operaciones de prensa. Por un lado pretendemos la mayoría de edad; por otro, recurrimos a los subterfugios de la inmadurez. Y así desde nuestros Libertadores. Lo que me hace sospechar que Chávez es más bolivariano que lo que su discurso rupestre permite suponer...

viernes, febrero 20, 2004

El desquite de los pueblos indigenas, por vía de la coca y los media. Arcaismo posmoderno frente al cual la tele no puede resistirse.

Pero nuestra unico régimen politico subcontinentalmente aceptable resulta, despues de todo, puramente europeo y mediterráneo: el despotismo ilustrado. Populismo con caudillo, Cesarismo democrático. Con su vieja oferta de festa, farina e forca, como anota Roberto Aizcorbe. Fidel Castro y Jose Vicente Gómez. Mejor, Fidel Castro y Trujillo. Herederos, todos, del muy racional Carlos III, ex virrey de Nápoles. Por siempre Borbones.

jueves, febrero 19, 2004

Piqueteros, mimesis de guerra social. Lo que incluye al capitanejo de la protesta voituré en patrullero, sin dejar -eso si, militancia obliga- la cachiporra emblemática. Revolucionarios subvencionados por el Estado burgués con Planes Trabajar. Incendiarios clientelistas. Y policías en funcion de maestras jardineras o azafatas de la rebelión.

Recorre Iberoamérica, especialmente en su espinazo andino, la sensación que se ha conformado la masa crítica propicia al estallido de una brutal serie de guerras intestinas. Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia -y hasta un poco atrasada, pero haciendo su contribución, la Gran Deudora del Sur, nosotros. Nadie quiere librar esta guerra, sin embargo. Y está bien, ya que, contabilizadas nuestras experiencias históricas y recaídas en el degüello, mejor una paz precaria que una guerra rampante. Pero, ¿hasta cuándo podrá durar el simulacro? ¿O habrá aqui una manifestacion sin careta de Lebenslugue, de la mentira vital como unica realidad del subcontinente?

viernes, enero 30, 2004

LES INVASIONS BARBARES
Hoy he visto por segunda vez, la primera fue hace un mes en Francia, "Les Invasions Barbares", pelicula de Denys Arcand que continúa, diecisiete anos después, "Le Declin de l'Empire Américain". Extraordinaria panorámica sobre nuestra generación y la de sus hijos. Todas las variantes de nuestro querido histrionismo generacional puestas al descubierto. Y una decadencia, contra la cual los jóvenes sólo pueden defenderse a traves del eficientismo analfabeto o de la droga destructiva, que -aplicada aquí a Rémy, enfermo terminal- le quita a la muerte toda dimensión catártica. A la muerte y, agrego, a cualquier acto trágico, como quiso ser la borrachez ideológica y guerrillera de nuestra juventud. Estos canadienses, nuestros coetáneos, lo tuvieron todo: la liberación sexual, la "revolución tranquila" para hacerlos creer en el ápice del tiempo, el acceso a la gran cultura, la emancipación de los límites de conducta establecidos especialmente por la Santa Madre Iglesia, la salud garantizada y -ellos sí- el ingreso garantizado (los profesores de "Le Déclin..." discutían de todo menos de sueldos y dinero). Como siempre en Arcand, testigo comprometido y lúcido, el diálogo es vivaz, profundo y, muchas veces, pasa de la ironía al sarcasmo de un modo casi elegante. Las reuniones, las comidas, los encuentros, son lo más valioso. Pero, reitero, la muerte de Rémy, el ejercicio eutanásico compartido, deja la impresión de ser un episodio más, pese al manejo excelente y medido de los sentimientos de los testigos y el protagonista. Se mata/muere Rémy y pareciera que los otros vuelven a sus asuntos, reducida la cuestión a una anécdota más para contar en próximas reuniones. En fin, si el nihilismo de nuestro tiempo necesitaba una ilustración, allí está, magnífica. Mezcla de nihilismo y sentimentalismo, nuestro tiempo avanza y, con él, nuestra generación se va borrando de a poco. De todos modos, Arcand es respetable, aunque no siempre compartible. Vive le Québec libre!

miércoles, enero 28, 2004

DELLA MONETA

En cincuenta y ocho años de vida he visto nacer y morir cuatro signos monetarios. Vine al mundo con el peso moneda nacional, que duró de 1899 a 1969. En 1970 se nos impuso el peso ley 18188, que duró hasta 1983. De 1983 a 1985 tuvimos el efímero peso argentino y así llegamos al austral, que sobrevivió apenas a la hiperinflación de 1989 y murió en la de 1991, siendo sustituído por el peso actual. Nuestros gobernantes, en la Argentina, se han especializado en pulverizar monedas. Siendo la moneda el bien social por excelencia, cada muerte de un signo monetario representa el sacrificio de una sociedad. La desvalorización de la moneda romana, que tomó tres siglos, y las falsificaciones de la moneda en la Edad Media, a que tan afecto fue, por ejemplo, el rey francés Felipe el Hermoso, son juego de niños al lado de nuestros experimentos con el dinero. Naturalmente, los gobiernos han podido proceder de esta manera porque, como sociedad, lo hemos permitido, aceptado y soportado. Las bravatas con que solemos acusar a los poderes forasteros como causantes exclusivos de nuestros males, deberían ser matizadas con un honesto examen de conciencia a través del cual no tendremos otro remedio que advertir nuestra inmensa inmadurez. Gente que no puede manejar su propia moneda, porque acaba siempre destruyéndola, no parece capaz de asumir autonómicamente su destino.
DEL VELO ISLÁMICO Y SUS CONTORNOS
La cuestión del velo islámico en la escuela pública, tal como se presenta actualmente en Francia, muestra, ante todo, la limitación del proyecto republicano laicista que pusiera en funcionamiento, a fines del siglo XIX, la ley de Jules Ferry, que a su vez diera lugar, entre nosotros, a su homóloga, la ley 1420. La dimensión sacra, religiosa, quedaba fuera del ámbito de la escuela republicana, que infundía a los alumnos, por otro lado, una especie de "religión civil" sobre la base de los símbolos patrios, único elemento cohesivo que se consideraba legítimo. Entre nosotros funcionó exitosamente hasta los cincuenta del siglo XX. El precio de la cohesión así obtenida era la renuncia a las particularidades de cada uno de los grupos incorporados a la escuela republicana. En otras palabras, la uniformización, representada emblemáticamente en los "blancos delantales" que llevábamos los chicos de entonces. Por un lado, se ponían entre paréntesis momentáneos las diferencias sociales, y esto era bueno, como puede atestiguar cualquiera que lo haya vivido y lo compare con el aislamiento y cocooning a que se tiende hoy. Por otro, aplanaba las diversidades particulares, idiomáticas, de costumbres, etc. Era un empobrecimiento correlativo. Hoy este modelo uniformizador resulta impensable. Lo que lo ha puesto en crisis es tanto la ideología de los human rights como el empuje avasallador del Islam. Nadie renuncia a su particularidad por la uniformidad nacional. Entonces, prohibir a los estudiantes los signos exteriores de pertenencia religiosa en la escuela resulta arbitrario. De últimas, el único que debería abstenerse de su uso es el maestro republicano, pero no los estudiantes. Por otra parte, la sola manera de que las religiones convivan es que se reconozcan y toleren en sus manifestaciones externas. Creo que la escuela pública va a terminar por advertir que, al eliminar de su enseñanza los aspectos de lo sacro y religioso, amputa una dimensión irrenunciable del hombre. Mejor valdría tratar esos temas "republicanamente", es decir, sin preferencia pública por ningún credo y procurando que entre ellos haya convivialidad. Esta reflexión resulta extensible al caso del retiro de una imagen de la Virgen en los tribunales, a raíz de la acción de amparo presentada por una ONG de circunstancias. La discriminación que se procura remediar no está en poner una imagen, sino en sacarla. Observar, de paso, cómo una institución, la agencia judicial, destinada a componer conflictos, los agrava.

martes, enero 27, 2004

INSEGURIDAD
Una veterinaria fue robada y violada en su casa. Hizo la denuncia, concurrió la policía bonaerense y los agentes intervinientes secuestraron una pistola y una linterna, al parecer pertenecientes al ladrón y violador, apropiándose de esos elementos, sin incorporarlos a la causa como piezas de convicción. La víctima fue otra vez ofendida y humillada, ahora por el aparato destinado a darle seguridad. Creo que todos los intentos de reducir la inseguridad estarán desnorteados mientras se confunda seguridad con policía o con agencia judicial (especialmente el ministerio público fiscal, sobredimensionado hoy).

lunes, enero 26, 2004

INCIPIT

Abro aquí este sitio de comentarios a 360º

Estoy escribiendo un trabajo sobre la argumentación como medio para la resolución de conflictos. Aplicada al conflicto político, sin embargo, la argumentación, que debería ser la "vía regia" compositiva, se revela ineficaz. ¿La imposibilidad de persuadir?