jueves, febrero 19, 2004

Piqueteros, mimesis de guerra social. Lo que incluye al capitanejo de la protesta voituré en patrullero, sin dejar -eso si, militancia obliga- la cachiporra emblemática. Revolucionarios subvencionados por el Estado burgués con Planes Trabajar. Incendiarios clientelistas. Y policías en funcion de maestras jardineras o azafatas de la rebelión.

Recorre Iberoamérica, especialmente en su espinazo andino, la sensación que se ha conformado la masa crítica propicia al estallido de una brutal serie de guerras intestinas. Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia -y hasta un poco atrasada, pero haciendo su contribución, la Gran Deudora del Sur, nosotros. Nadie quiere librar esta guerra, sin embargo. Y está bien, ya que, contabilizadas nuestras experiencias históricas y recaídas en el degüello, mejor una paz precaria que una guerra rampante. Pero, ¿hasta cuándo podrá durar el simulacro? ¿O habrá aqui una manifestacion sin careta de Lebenslugue, de la mentira vital como unica realidad del subcontinente?