domingo, septiembre 09, 2018

NOTAS DISPERSAS EN EL TURBIÓN DE LA CRISIS

Tormenta o crisis



Dicen que no es crisis sino tormenta. Una tormenta, en todo caso,  como la bufera, la borrasca dantesca, "che mai non resta", que no tiene aspecto de cesar jamás. Una crisis, literalmente,  es una situación límite signada por la incertidumbre: no se sabe cómo terminará el enfermo, si sano o finado. No se sabe bien qué hacer porque no se sabe bien qué pensar. Es el momento del gran político, porque es también el kairós, la coyuntura oportuna para la decisión que permita retomar la certeza. Ayer, el pillaje revolucionario del kirchnerato nos condujo al borde de un símilchavismo. Hoy, los equipos de la gobernanza improvisan diariamente para postergar el default a fuerza de tomar deuda sobre la deuda. Quiera el incierto destino que no estemos ante dos caminos que se bifurcan para encontrarse a la postre: la senda directa y la senda tortuosa hacia el mismo final, Venezuela y el plebiscito de los pies que colapsa sus fronteras y retrata su fracaso.



Los "mercados"



Los "mercados" mandan. Corremos detrás de ellos, preguntándonos -o preguntándose más bien los que tienen a su  cargo la conducción del país- qué querrán al momento siguiente los dichosos "mercados", superiores sin rostro que orientan la única verdad del día a día. Estos superiores desconocidos asumen una personalidad desconcertante. El director del Banco Central, Luis Toto Caputo, suele afirmar cosas como estas: "no hay que perderle el respeto a los mercados", "los mercados dudan", "estamos dando certidumbre a los mercados", "los mercados se mueven en manada y a veces exageran", "el mercado entendió el mensaje" (por ahora); "los mercados son optimistas" (pero nadie sabe cuánto les durará), etc. A veces, casi se eleva una jeremiada: "¿Qué más quieren los mercados", se preguntaban ayer en el Gobierno; ninguna respuesta convence", informó "La Nación" del 30/08.  Esta antropomorfización de los mercados nos deja tan en ayunas como antes, aunque venga de alguien, como el Toto, que se ve que de mercados la sabe lunga. Quizás eche alguna luz sobre el asunto Ferdinand Braudel,  para el que el mercado es algo anterior y distinto al capitalismo, y con mayor razón al turbocapitalismo financiero actual. Distinguía  Braudel varios niveles de la actividad económica, entendida como satisfacción de nuestras necesidades con recursos escasos. Resumiendo la postura braudeliana, podríamos decir que la vida económica, en el sentido más amplio y clásico del saber sobre la organización de la vida doméstica que asegura la subsistencia de una comunidad, se da en dos pisos. Una planta baja que llama nuestro autor la zona de la vida material, que engloba lo que se produce y se consume ordinariamente, la infraestructura del espacio (habitaciones, transporte, el diseño de las ciudades), la cantidad y distribución demográfica, etc. Este aspecto es opaco y difuso, pero imprescindible. El  piso superior, que surge necesariamente del primero, es
la zona de intercambio, esto es, el asiento de los mercados. Estos mercados aparecen provistos de propiedades específicas como son su "transparencia", su regularidad y, sin presumir de una autorregulación por "mano invisible", una capacidad de equilibrar la oferta y la demanda por medio de la competencia.  Se manifiestan estos intercambios mercantiles en las ferias y mercados particulares que encontramos en todas la ciudades y pueblos, que van desarrollando instrumentos como bolsas de mercancías y valores financieros, cual la letra de cambio, etc. Estos mercados son visibles y palpables: lugares de encuentro entre la oferta de los vendedores y la demanda de los compradores, con la finalidad de intercambio, sirviéndose de la moneda a tal efecto. Una de sus principales características sería su capacidad de expansión, enlazándose así territorialmente los diversos asientos mercantiles.  Braudel señala que tales mercados son anteriores al capitalismo, que se monta históricamente sobre ellos. De modo más interesante aún señala que el capitalismo no significa un piso adicional, sino un mecanismo de acumulación de poder, encaramado sobre los mercados -estos últimos pueden concebirse sin el capitalismo, pero el capitalismo sólo puede surgir a partir del intercambio mercantil- y  con el resultado de transformarlos negativamente: el capitalismo sería, en puridad, antimercado.
Contentémonos, por ahora, con la separación entre capitalismo y mercado, y la existencia previa del último sobre el primero.  Cuándo Toto se refiere a "los mercados", ¿de qué está hablando? Juan Carlos de Pablo  suele decir que los mercados no existen, los seres humanos sí. Y  que es un error asignarles vida propia, ya que las decisiones no las toman entidades abstractas sino seres humanos concretos. Entonces, cuando Toto y Nico y el mismo Mauricio elevan preces a los mercados, mientras Cristina, el gordo D'Elía y el diputado Del Caño los cubren de denuestos, no se entiende bien de qué hablan. No es con referencia al mercado de  los panaderos, o de los productores frutihortícolas del Alto Valle o de los servicios de reparación de electrodomésticos. El mismo chiquitaje que compra dólares en las casas de cambio, es un mercadito insignificante -por más que se lo hipertrofie en los noticiarios- incluible en el primer piso braudeliano. Aquellos sufrientes rezadores y terribles imprecadores se refieren, más bien, al "mercado" de la finanza global.  Y estos últimos ¿no tienen rostro? Sí, y vamos a transcribir el retrato que hace de ellos alguien que los conoce muy bien: Guillermo Calvo, economista argentino de larga trayectoria en la finanza internacional, profesor en la Universidad de Columbia, NY ("La Nación", suplemento económico, 2/09/18) Preguntado cómo podríamos recobrar la credibilidad ante los inversores globales, contestó: "eso es muy difícil, porque no depende de nosotros sino del mercado".  ¿Y quiénes son "el mercado"? "Al muchachito que está del otro lado manejando un fondo no sólo le interesa qué es lo que la Argentina hará, sino lo que van a hacer los otros muchachitos que están en las diferentes mesas de dinero. Hay una situación de profecía autocumplida. Ellos piensan que el muchachito de al lado va a salirse de los bonos argentinos. La Argentina no debería tener problema, pero si otros muchachitos no están invirtiendo, entonces sí va a tener un problema y va a tener que entrar en moratoria. Es ahí cuando todos se salen y ahí está el problema".


Gracias, profesor Calvo. Ahora sé quiénes son los mercados que a veces dudan, actúan en manada, exageran o no sabemos por  dónde van a disparar: unos muchachitos más o menos esnifados que sueltan la adrenalina enfocados en su computadora pensando qué es lo que van a hacer otros muchachitos más o menos esnifados como el primero.  Ahora entendí, y estoy mucho más tranquilo...