jueves, abril 12, 2018

miércoles, abril 11, 2018

SIMONE WEIL: Aproximación a la "Virgen Roja"




Fotos  de Simone Weil; con su padre y su hermano: con su hermano de pequeña

“Habría que escribir cosas eternas para estar seguros de que serían de actualidad” (carta a sus padres, febrero de 1943)

Inserto aquí, aún en crudo, las palabras pronunciadas en el INFIP el pasado martes 10 de abril.  


Cuando  preparaba esta charla sobre Simone Weil, mi primer impulso  fue  contarles mi propia experiencia con esta autora, y derivar de allí los rasgos de su ejemplaridad. Pero una voz interior me dijo que las adultos mayores, los senior citizens, como los  nombra civilizadamente la lengua inglesa,  los viejos, como se los llama en el barrio, cuando  imparten conferencias corren dos peligros: pueden divagar sin cesar o perder el hilo de su discurso. Para prevenir este doble riesgo, en vez de hablar confiadamente sobre un esquema les voy a leer el texto que he preparado para la conversación de esta noche. Es probable que no sea el mejor modo de ofrecérsela.  Ciertamente, no  el que hubiera utilizado cuando era joven, por lo cual me disculpo. Me disculpo también porque mi exposición será menos íntima y ligera, más pesada, más nutrida y más apta para la lectura que para el formato oral. Un alto en el camino que llevo de leer a Simone Weil desde hace más de 50 años, cuando descubrí  “Raíces del Existir”, para ordenarles  cronológicamente esos materiales, lo que puede resultar de algún modo agobiante para el oyente.  Otro riesgo es el de repetirse, propio de la edad, el cual, sin embargo, no me preocupa, porque me temo que voy a repetir unas cuantas cosas, incluso algunas  que ya he dicho aquí mismo o he publicado antes, pero si lo hago es porque creo que son relevantes para el tema que nos ocupa.

Aclaración:
 Weil : los franceses pronuncian « vei ». En alemán, «vail »- que significa porque, la conjunción porque. Aquí se la concoe como “veil”. Todas las pronunciaciones son a su modo correctas, aunque prefiero el modo en que la llaman sus compatriotas.    

Vamos a seguir los pasos de esta mujer que murió a los 34 años de edad 

1909 -3 de febrero. Nace en París, un mes antes de término, en un hogar de burguesía acomodada. Su padre, Bernard Weil, era médico psiquiatra, ateo  confeso. Su madre, Selma Reinherz, de una familia de origen ruso, educó a sus hijos en un clima de agnosticismo y de gran avidez intelectual. Su hermano mayor, André Weil, nacido tres años antes, fue un genio precoz, que a los nueve años era capaz de resolver los más difíciles teoremas, futuro matemático que enseñará en Princeton geometría algebraica y teoría de los números. Familia judía culta y muy moderna. Son naturistas: gimnasia todos juntos, muchos paseos, montaña… Sólo su abuela paterna, que vive en Alsacia, es judía medianamente practicante. A los diez años, Simone comunica a su familia que se ha vuelto bolchevique y que quiere leer la prensa comunista francesa. Al mismo tiempo,  aprende griego clásico y mantiene diálogos con hermano en esa lengua.

1914/1919 –Primera Guerra Mundial. Sigue por Francia a su padre, incorporado al ejército francés como médico militar. Los hermanos cursan sus primeros estudios en forma privada, y en diversos liceos por esa circunstancia.

1925/28 Lycée Henri IV. Junto con el Louis-le-Grand, uno de los más exigentes de Francia, preparatorio para las Grandes Écoles- Allí tiene como profesor de filosofía a Alain, seudónimo de Émile Auguste Chartier (1868-1951) Filósofo, pedagogo y humanista. Pacifista, aunque participó en la Gran Guerra como artillero y resultó herido. Fue su mentor decisivo;  profesaba por su alumna una admiración casi entusiasta: “la marciana”, la “muchacha sorprendente”, decía. Era dos años menor que sus compañeras en el colegio, pero anotaba que “exaltaba la clase”. Con Alain aprendió a escribir en forma clara y sucinta e incluso pudo superar su letra garabateada, por un problema circulatorio, y redactar en precisa caligrafía.. Comentario de Alain al cierre del curso : « una excelente alumna ; posee una extraña fortaleza de carácter y una amplia cultura. Triunfará brillantemente si no se adentra por alguna senda oscura. En cualquier caso, llamará la atención ». [Raymond Aron también fue discípulo de Alain]

1928 Ingresa con el puntaje más alto a la École Normale  Supérieure, NormalSup  o la Khagne. Fue el más alto promedio de  ingreso. El 2º, otra Simone, Simone de Beauvoir

1931. Recibe el título de agregée, que equivale a nuestro « profesora ». Es destinada a una cátedra en el Liceo de Señoritas de Le Puy.  Aprueba su tesis, dirigida por Alain, que versó sobre « Ciencia y Percepción en Descartes ». Le Puy-en-Velay es una ciudad en la región del Alto Loria, en la Auvernia, en el centro de Francia. Colabora la revista que dirige Alain.

1932. Época de la Gran Depresión. Participa de una manifestación de desocupados. Un periódico local  anota que en la manifestación marchaba « la virgen roja (de allí el apelativo del título de esta conferencia) » portadora de los evangelios moscovitas ». Ha leído a Marx, pero ya discute con los comunistas. Siente simpatías por los anarco-sindicalistas. Los comunistas la tildan de « pequeño burguesa » y « anarquista barata ». Aboga por reaccionar ante el burocratismo y el totalitarismo rusos. Se la considera una agitadora. Viaje a Berlín, donde la  abruma el abatimiento del sector obrero. Transferida a otro liceo, en Auxerre, en la Borgoña.

1933. Es designada en el liceo de señoritas de Roanne, también en la Auvernia (sus cursos fueron publicados más tarde por una ex alumna, Anne Reynaud). Participa de una marcha de mineros organizada por la Unión Confederada de Mineros. Su crítica al comunismo arrecia : considera a Lenin y Trostki como personajes que cumplen un papel semejante a los grandes capitalistas fundadores : conseguir sus objetivos al precio de millones de vidas. Conoce a Trotski, entonces en residencia vigilada en Barbizon, manteniendo el 31 de diciembre una entrevista en la casa de sus padres. Le reprocha su conducta política y Trotsky se ofende. Le dedicó un folleto donde afirma que ella pertenecía a un « liberalismo caduco » y « que les serían necesarios muchos años para liberarse de los prejuicios pequeño-burgueses más reaccionarios ».

Ella sabe lo que ocurre en la URSS y critica la opresión del comunismo soviético bastándole para ello la lectura de « L’Humanité », el periódico oficial del PC francés. Sabe de las mentiras, de la violencia, de la corrupción, de la opresión. Sabe que el PC francés está « orgánicamente  subordinado al aparato estatal ruso ». Es decir, sabía ya entonces lo que la crème de la crème de los intelectuales europeos descubrió mucho después, a toro pasado, o que no quiso descubrir nunca. « La revolución es una de las numerosas mentiras que suscitó el régimen capitalista en su desarrollo ». Y una frase lapidaria : « no la religión, sino la revolución, es el opio del pueblo ».

1934. Su vida toma un nuevo giro. Pide licencia como docente e ingresa como obrera en una acería, en las fábricas Alsthom (trenes y barcos) y luego en la Reanault, en la zona industrial de Billencourt. Trabaja como « cargadora », « embaladora » y finalmente, –ella una torpe manual- en una fresadora. Es la época en que Chaplin, en « Tiempos Modernos », satiriza la cadena de montaje ; la época de « Metrópolis ». Fritz Lang, el expresionismo alemán : en una megalópolis del siglo XXI  los obreros viven en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial, con la prohibición de salir al mundo exterior.  

Se intensifican los problemas de salud que han de acompañarla el resto de su vida : migrañas, dolores corporales, fatiga, dificultades digestivas.

Ella quiere vivir la condición obrera, pero no como agitadora, ni en una visión romántica del proletariado. « El gran enigma de la vida humana no es el sufrimiento : es la desgracia…en el mejor de los casos, aquel a quien marca la desgracia no conservará la mitad de su alma ». Compasión por la desdicha. “Tratar al prójimo desgraciado con amor es como bautizarlo”.

1935.  Es designada profesora en un liceo de señoritas en Bourges. En julio, durante unas vacaciones en Portugal, observa una noche una procesión de pescadores en el día de su santo patrono. Si el cristianismo es una religión de esclavos, de parias, de chandalas, como decía Nietszche, bien podría ella ser cristiana, se plantea por primera vez.

1936. Trabaja como peón en una granja ; quiere acercarse a la vida rural. Con el alzamiento del 18 de junio comienza oficialmente la guerra civil en España, que ya venía manifestándose desde la revolución de 1934 en Asturias. Toma un tren a Barcelona y se une a los anarquistas de la Brigada Durruti. Llega a Zaragoza y a las orillas del Ebro. Única mujer entre 22 hombres. Se la destinó a la cocina y a causa de su miopía, mete su pie en una sartén con aceite hirviendo;  es tratada en Sitges  y  evacuada. Su grupo fue aniquilado luego por los comunistas. (Paralelo con la experiencia de George Orwell). Se horroriza ante la barbarie grupal: la  ejecución de un chico falangista de 15 años que llevaba una medalla de la Virgen. Lo colectivo no piensa. Es una manifestación de lo que ella llama, con expresión tomada de la « República" de Platón, VI 492/3, el « grueso animal », el animal o bestia enorme que es imagen de la masa, de lo colectivo que se arroga el derecho de dictar qué es lo malo y qué es lo bueno. Lo colectivo, que no es lo orgánico social sino una imagen construida en el caos del individualismo absoluto y se interpone entre Dios y el alma.

En Francia, a su vuelta,  traba amistad con Georges Bernanos, a quien envía una carta luego de la aparición de « Los grandes cementerios bajo la luna ». « Lo esencial –dice allí- es la actitud con respecto a la muerte. No he visto a nadie entre los españoles, ni entre los franceses llegados allí para luchar o para pasear –estos últimos lo más frecuentemente intelectuales grises e inofensivos- expresar, ni siquiera en la intimidad, repulsión, disgusto o al menso desaprobación de la sangre inútilmente vertida ». Estaba buscando una pureza que encontraría en otra parte.

1937. Su salud empeora. Dolores de cabeza agudísimos, incapacitantes. Debe dejar momentáneamente la docencia, a la que había vuelto. Viaja a Milán, Florencia, Roma y Asís. Encuentra en la Belleza el alivio a sus migrañas. En Asís, dice « pasé dos días maravillosos ». En la Porciúncula, la pequeña capilla románica del siglo XII dentro de la basílica de Santa María de los Ángeles,: “sola, en esa incomparable maravilla de pureza, donde San Francisco oró a menudo, algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a ponerme de rodillas ».

1938.  « En 1938 pasa, junto con su madre, diez días en Solesmes, la abadía benedictina, centro del canto gregoriano, del domingo de Ramos al martes de la octava de  Pascua, siguiendo todos los oficios  Tenía dolores de cabeza intensos, “cada sonido me dolía como un golpe, y un extremos esfuerzo de atención me permitía salir de esta carne miserable, dejarla sufrir sola, abandonada en su rincón, y encontrar una alegría pura y perfecta en la belleza indecible del canto y de las palabras. Esta experiencia me permitió, al menos por analogía, comprender la posibilidad de amar el amor divino a través del sufrimiento. Por supuesto, durante estos oficios, la Pasión de Cristo entró en mí de una vez para siempre ». Estaba allí un joven inglés, católico, que le hizo conocer  los poetas metafísicos ingleses del siglo XVII ; especialmente John Donne y un poema de George Herbert que se titula Love, « Amor », de 1663, que aprendió de memoria y repetía.

« Immortal Love, author of this great frame,

Sprung from that beauty which can never fade »

Amor inmortal, autor de este gran marco

Salido de esa belleza que nunca se desvanece 

 « Creía recibirlo solamente como un bello poema, pero sin saberlo esa recitación tenía la virtud de una plegaria. En el curso de una de esas recitaciones […] Cristo mismo descendió y se apoderó de mí ». « En ese repentino descenso de Cristo sobre mí, ni los sentidos ni la imaginación tuvieron participación alguna ; sentí únicamente a través del sufrimiento la presencia de un amor análogo al que se lee en la sonrisa de un rostro amado ».

Simone se preguntará toda su vida por estas experiencias místicas. Lo místico, de mystikós, lo cerrado, encerrado, misterioso. Rudolf Otto –“Lo Santo”- hablaba de lo “numinoso”. Ella es racional –no racionalista-, metódicamente una cartesiana = ideas claras y distintas. Nunca había leído a los místicos : « Dios me había impedido misericordiosamente leer a los místicos, a fin de que me fuera evidente que yo no había fabricado ese contacto absolutamente inesperado ». « Rechacé a medias, no mi amor, sino mi inteligencia ». En todo caso, su conocimiento de lo divino viene por vía apofática. "Apofáticos" son los teólogos que, buscando expresar la trascendencia, dicen que, no sabiendo nada concreto sobre Dios, cuantas menos cosas digamos de él, más en la verdad nos encontramos. La referencia  insoslayable es a la obra de Dionisio PseudoAreopagita. Apofatikós en griego : negativo. De Deo nihil scimus (ST 1, q.2, a.1).

La otra vía es la vía catafática. Katafatikós, en griego, es un adjetivo que significa « afirmativo ». Cuando descubrimos a Dios o cuando lo "encontramos" no tenemos más remedio que hablar de él. Entonces estamos en el terreno del "Es como si...", y así se elaboran teosofías que se esfuerzan en hablar de Dios (a través de una analogía proporcional).  El Cantar de los Cantares  puede ser considerado como una teosofía que intenta precisar las relaciones de Dios con el mundo, de Dios con las creaturas. Las cuestiones de la libertad de Dios, o de la relación de la trascendencia a la inmanencia, o de la relación de Dios al mundo, se abren allí. 

Dos citas de Simone Weil:

“Hay gente para quienes todo lo que aquí abajo la aproxima a Dios es saludable; para mí es todo lo que aleja. Entre yo y Él el espesor del universo –y de la cruz- se interpone”

“De dos personas sin experiencia de Dios, aquel que le niega es quizás el que está más cerca de Él”.

Amar a Dios en todo lo que es distinto de Dios (la necesidad ciega, la nada, el mal)

Lo importante es ese escrutinio intelectual, racional, que efectúa sobre su experiencia. No se trata de una “caso” psicológico, ni de una fabulación  ni de una fantasía piadosa. Estamos ante la profundidad de una existencia que hace de la negación de Dios, de la vía apofática, su experiencia más alta y del sufrimiento la manifestación de la presencia divina. Gustave Thibon, el padre Perrin, todos los que la trataron lo entendieron así.

1938/1939. Búsqueda intensa y profunda de lo religioso, dentro y fuera del cristianismo. La Ilíada, “bañada por luz cristiana”, los presocráticos, Platón y su dimensión mística, el orfismo, San Juan de la Cruz. Aprende el sánscrito y lee el Bhagavat-Gita, “maravillosas palabras de sonido tan cristiano, puestas en la boca de una encarnación de Dios”;  el Libro Egipcio de los Muertos, el libro de Job, el Cantar de los cantares. Entra en contacto con el Zen de la mano de Suzuki. Se fascina con los cátaros albigenses. Recita  el Pater Noster en griego y escribe, respecto de esa plegaria:

“La virtud de esa práctica es extraordinaria y me sorprende siempre, porque aunque la experimente cada día, siempre supera mis expectativas… el espacio se abre. La infinitud del espacio ordinario de la percepción es reemplazada por un infinitud a la segunda o a veces a la tercera potencia. Al mismo tiempo, esa infinitud de infinitud se colma de punta a punta con silencio, un silencio que no es ausencia de sonido[…]”.


Hay que entender que esta búsqueda de lo cristiano en fuentes muy diversas no desemboca en un sincretismo. No pone en una procesadora todos estos elementos y saca un mejunje consolador de autoayuda. Es el itinerario de su búsqueda personal.

Viaja por Italia. Está en Génova cuando la declaración de guerra. Ella, que en la línea de su maestro Alain había sido pacifista y apoyado el pacto de Munich de 1938, se decide por la guerra porque Hitler ha roto ese acuerdo. Escribe un “Memorándum para la formación de un equipo de enfermeras en el frente”. Una unidad móvil para prestar primeros auxilios en el frente tendría efectos sobre los dos bandos: “la mera resistencia de unos pocos efectivos humanos en el verdadero centro de la batalla, el climax de la inhumanidad, sería un signo de desafío a la inhumanidad que el enemigo ha elegido para sí mismo y que nos obliga a practicar también a nosotros”. El mundo arde.

1940/1941. Ocupación de París por las tropas alemanas. Los Weil se desplazan a Vichy y luego a Marsella. Zona “libre” después del armisticio.  La aplicación de las leyes raciales, aparentemente, que impiden a los judíos la carrera académica,  hace que no reciba respuesta oficial a un pedido suyo para retomar la docencia, preferentemente en Argelia. Le escribe entonces una carta al ministro de Instrucción Pública. ¿Es responsable en ello el estatuto sobre los judíos?, le pregunta. Quiere saber en qué ese texto le concierne, “de manera que podría ser iluminada respecto de mi propia situación”. “No conozco –dice la definición del término ‘judío’. No fue incluido en mi educación” (contaba en otro lugar que de niña, por sus lecturas de Balzac, creía que "judío" era un sinónimo de usurero). La ley define a un judío como la persona que tiene tres o más abuelos judíos. “Pero traslada simplemente la dificultad dos generaciones más atrás”. Ese término, “judío”, ¿designa una religión? “Nunca estuve en una sinagoga y nunca presencié una ceremonia religiosa judía. En cuanto a mis abuelos, recuerdo que mi abuela paterna solía ir a una sinagoga, y creo haber escuchado que mi abuelo paterno hacía lo mismo. Por el otro lado, sé positivamente que mis dos abuelos maternos eran librepensadores. Así, si es una cuestión de religión, parecería que tengo sólo dos abuelos judíos, y por lo tanto no soy judía de acuerdo con la ley”. “¿Talvez el término designa una raza?”. En ese caso, no tiene motivos para creer que tenga algún vínculo, paterno o materno, con el pueblo que habitó Palestina dos mil años atrás. “Cuando uno lee en Flavio Josefo cuán a fondo exterminó Tito esa raza, entonces no parece probable que haya dejado muchos descendientes. La familia de mi padre, hasta donde llega nuestra memoria, vivió en Alsacia, ninguna tradición familiar, que yo sepa, dice algo de que hayan llegado de otro lugar. La familia de mi madre viene de países eslavos y, que yo sepa, estaba compuesta sólo de eslavos. Pero, ¿talvez la ley deba ser aplicada a mis abuelos, talvez debamos investigar si alguno de ellos tenía menos de tres abuelos a judíos. Creo que sería muy difícil obtener información confiable sobre ese punto”.  La religión –dice-no es hereditaria. “Yo misma, que no profeso ni jamás he profesado ninguna religión, por cierto no he heredado la religión judía. Puesto que prácticamente he aprendido a leer con Racine, Pascal y otros escritores franceses del siglo XVII, desde el momento en que mi espíritu fue impregnado así a una edad en que ni siquiera había oído hablar de judíos, diría que si hay una tradición religiosa que considero mi patrimonio es la tradición católica. En pocas palabras: mi tradición es la cristiana, francesa y griega. La tradición hebrea me es extraña, y ninguna ley puede modificar esa situación” Y concluye que, si a pesar de esa manifestación de fe, se persiste en considerarla judía , que se  le informe oficialmente y ella se someterá. En caso contrario, que se otorgue un puesto acorde con su categoría de catedrática de instituto.

En octubre de 1941, al no recibir respuesta a la anterior, dirige una carta en los mismos términos a Xavier Vallat, comisario general para los asuntos judíos. Se necesitaba valor para escribir esas cartas, que comprometían también a su familia. Era meterse en la boca del lobo. Pero, al mismo tiempo, son las que mayor escándalo han levantado. Una toma de posición contra Israel y el Antiguo Testamento. Un desentenderse –se dice- del drama judío que estaba desarrollándose antes sus ojos. Un presunto abandono de sus hermanos por quien había hecho de amor por quien sufre y es humillado el norte de su vida.

Simone Weil pudo ser irónica en varios tramos de su carta al ministro, primero, a Xavier Vallat después. Pero expresaba claramente su posición personal: no se sentía judía: su tradición era cristiana, francesa y griega. (Un paralelo con Arthur Koestler: "En la Encrucijada"; "La Décimo tercera Tribu"). Voy a resumir la toma de posición de Simone del siguiente modo,: para ella, ese enemigo que se interpone entre el alma y Dios y toma el lugar de Dios, es decir, el “gran animal”, la “gran bestia” de lo colectivo, que piensa y decide por cada uno, ha tenido dos grandes expresiones: Israel y Roma. Roma en el campo político, Israel en la esfera de lo religioso. En los hebreos, se manifiesta en la idolatría del pueblo elegido, una raza, una nación, algo material y terrenal.  En Roma, en un imperio totalitario y materialista. El Antiguo Testamento, la Torá, el Tanaj, es, salvo algunos pasajes (el Libro de Job, el Cantar de los Cantares), la expresión de un dios celoso y tribal y de la idolatría de su elección. La fuente pura es la fuente griega: hay una línea que va desde la Ilíada al Evangelio y la pasión de Cristo, pasando por Platón y los poetas trágicos. Allí está la búsqueda del reino de la justicia sin escatimar el retrato de la miseria humana, que culmina en un ser a la vez divino y humano. Romanos y hebreos, en cambio, han querido sentirse por encima de la miseria humana, los primeros por haberse creídos predestinados para el dominio político del mundo; los segundos por el favor de su Dios y en la medida exacta en que lo obedecían.  

En Marsella se compromete con el grupo de escritores que publicaban la revista  Cahiers du Sud”. Entre ellos, principalmente, Jean Tortel (que ha dejado testimonios valiosos sobre Simone Weil: una mujer “de mirada extraordinaria detrás de los inmensos anteojos, con la boca muy marcada, sinuosa, húmeda. Miraba a través de su boca. El conjunto ojos-boca contenía una exhortación, una petición y, al mismo tiempo, una ironía insoportable frente a las estupideces y las cosas indiferentes, mediocres… Ella llevaba todo hasta el fondo”.

El otro editor era Roger Caillois, bien conocido aquí, ya que vivió en Buenos Aires, y tuvo una relación especial con Victoria Ocampo.

Autores publicados en « Cahiers du Sud », entre otros :  René Guénon, Henri Michaux, Marguerite Yourcenar.

En Cahiers du Sud », (diciembre de 1940-enero de 1941) publicó, bajo el anagrama de Émile Novis, « La Ilíada o el Poema de la Fuerza », texto fundamental :

« El verdadero héroe, el verdadero tema, el centro de « La Ilíada », es la fuerza. La fuerza manejada por los hombre, la fuerza que somete a los hombres, la fuerza ante la cual la carne de los hombres se crispa » La fuerza hace del hombre una cosa, un cadáver. El héroe es una cosa arrastrada tras un carro en el polvo.  Nadie la posee verdaderamente. El valor contribuye menos a determinar la victoria que el destino ciego, representado por la balanza de  oro de Zeus. A fuerza de ser ciego, el destino establece una suerte de justicia, ciega también, que castiga a los hombres armados con la pena del talión. La Ilíada la formuló antes del Evangelio, « casi con sus mismos términos » :

« Ares es equitativo, mata a los que matan »

Este castigo de un rigor geométrico, que castiga automáticamente el abuso de la fuerza, fue el primer objeto de meditación entre los griegos. Némesis : el alma de la epopeya y la tragedia : la idea de límite, de medida, de equilibrio, que debería determinar la conducta de la vida, sólo tienen un empleo servil en la técnica. No somos geómetras más que ante la materia ; los griegos fueron los primeros  geómetras en el aprendizaje de la virtud. La guerra es un juego de balance : el vencedor momentáneo olvida de usar la victoria como algo que pasa´. . Un uso moderado de la fuerza,, que es lo único que permitiría escapar al engranaje, demandaría una virtud más que humana. De ordinario, no es el pensamiento político el que aconseja el exceso. Pero la tentación al exceso es casi irresistible. La guerra borra la idea de finalidad, hasta la misma idea de las finalidades de la guerra.  La Ilíada es algo único porque vencedores y vencidos están igualmente próximos, son con el mismo derecho los semejantes del poeta y del oyente.  La extraordinaria equidad que inspira La Ilíada no tuvo imitadores. …El  Evangelio es la última y maravillosa expresión del genio griego así como la Ilíada es el primero. [Los europeos]  reconquistarán quizás el genio  épico cuando sepan que no hay que crear nada al abrigo de la suerte, no admirar jamás la fuerza, no odiar a los enemigos ni despreciar a los desgraciados. Es dudoso que esto ocurra pronto ».

Conoce, a través de su amiga Hélène Honorat al dominico Joseph-Marie Perrin, que le consigue trabajo en la chacra de Gustave Thibon, en Saint Marcel d’Ardèche. Ella experimenta de inmediato una gran confianza y amistad hacia ese « sacerdote casi ciego, de una delgadez ascética y que hablaba con gran dulzura ». « Al apoderarse de mi amistad mediante una caridad cuyo equivalente jamás había conocido, me procuró la fuente de inspiración más poderosa y más pura que pueda encontrarse en las cosas humanas. Pues ninguna de ellas es tan provechosa como la amistad por los amigos de Dios ». « No puedo pensar en usted sin pensar en Dios », le  escribe en otra ocasión. « Con amistad filial » será la frase  con la que termine sus cartas. Con Thibon, luego de una inicial repulsa de éste –el carácter de Simone no era fácil, su apariencia física, casi chocante, siempre con un overol negro o gris, descalza o con sandalias franciscanas- pasa a una gran amistad e intimidad espiritual : « un misticismo sin desperdicio emanaba de ella : no he encontrado  en un ser humano semejante familiaridad con los misterios religiosos ; jamás la palabra « sobrenatural » me ha resultado tan henchida de sentido como en contacto con ella ».

La « Carta a un religioso » es la carta que envía al padre Perrin antes de partir de Marsella. Junto a otros  textos dirigidos al padre Perrin, ilustran sobre el acercamiento de Simone al cristianismo católico y sus motivos para no recibir el bautismo e incorporarse a la Iglesia  Básicamente, entiende que antes de la revelación manifestada a Israel existieron revelaciones recogidas en los textos religiosos de oros pueblos –Egipto, caldeos, persas, la India, Grecia –en este caso, sobre todo Platón y su idea de la mediación geométrica- y que Israel tomó la verdad más esencial respecto a Dios, de esas fuentes, como se refleja en el Libro de Job, a la que atribuye un origen sumerio o babilónico ,  y en la figura de Melquisedec, un rey de Canaán  que bendice a Abrahán y le ofrece pan y vino, lo que señalaría que fuera del pueblo judío  había un conocimiento  de Dios situado en el mismo plano que el cristianismo, lo que podría indicar, a juicio de Simone, que Melquisedec era ya una Encarnación del Verbo. SW creía en los misterios de la Trinidad, la Encarnación y la Eucaristía, pero no adhería a la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, ni a momentos de la historia de la Iglesia, concebidos bajo la imagen de un Dios básicamente todopoderoso, a la manera del Tanaj, donde la divinidad cruel ordenaba destruir ciudades, dar muerte a los pueblos y exterminar prisioneros y niños. Estuvo muy cerca de los postulados de Marción sobre el rechazo del Antiguo Testamento hebraico. Martin Buber establecía un paralelo entre Marción y Simone Weil. La diferencia es que Marción (principios del s. II) formulaba un dualismo entre el Dios de la Tanaj, el dios creador, y el Dios  revelado en  Jesucristo. Dios del Evangelio, distinto, alejado del mundo, sobre el que nada dice el Tanaj  y de cuya existencia la humanidad se enteró por Jesucristo, lo que lo llevó a establecer un canon donde el Antiguo Testamento estaba excluído .  Simone tomaba de Marción una concepción de la superioridad previa de los llamados pueblos paganos sobre Israel., sede de idolatría, “que hicieron un ídolo, no de metal o de madera, sino de una raza, una nación, algo terrestre. Su religión en esencia es inseparable de esta idolatría, a causa de la noción de “pueblo elegido”.  También Simone manifestó una aproximación a los cátaros, sobre todo por la vía de del amor cortés y los trovadores, la Tolosa del siglo XII (carta a Déodat Roché de 1941). Entendía que sobre estas  posturas recaía anatema. Su “último texto” comienza:

“Creo en Dios, la Trinidad, la Encarnación, la Redención, la Eucaristía y en las enseñanzas del Evangelio.  Creo, es decir, no porque suscriba lo que dice la Iglesia sobre  dichos puntos, sino que adhiero por amor a la verdad perfecta e inasible que contienen los misterios, y porque trato de abrir mi alma para permitir que entre  en mí la luz”.  Y en otro lado, afirmó: “estoy más dispuesto a morir por la Iglesia, si fuera necesario, que a entrar en ella”.

1942 .  A  punto de partir para Casablanca, hace depositarios de todos  sus papeles y cuadernos, al padre Perrin y a Gustave Thibon. Thibon reunirá más  tarde parte de esos materiales en un libro bajo el título de “La Gravedad y la Gracia”, que así se llama el  trabajo que abre la obra.

Todos los movimientos naturales del alma están regidos por leyes análogas a las de la gravedad material. La única excepción es la gracia. Dos fuerzas reinan en el universo:  luz y gravedad. La creación está hecha del movimiento descendente de la gravedad, el movimiento ascendente de la gracia –ascensión a la luz, condición alada del alma- y el movimiento descendente de la gracia a la segunda potencia. La gracia es la ley del movimiento descendente.

“Siempre hay que esperar que las cosas ocurran conforme a la gravedad, salvo intervención de lo sobrenatural.”


Llegan a Casablanca, donde son internados en un campo de refugiados. Se embarca para Nueva York (su hermano André ya estaba allí) .  Arriban a   a  Manhattan.  Se acerca a las comunidades negras . Por primera vez entra a una sinagoga, porque es de negros etíopes (falashas). Se embarca con destino  a Liverpool para colaborar con De Gaulle. Llega a Londres a finales de 1942.

1943. Luego de pasar por un campo de internación logra ser admitida, a través de Maurice Schumann, como redactora en los servicios civiles (quería ser parachutada tras las líneas alemanas en Francia; De Gaulle piensa que está loca). Trabaja incansablemente.  Come poco, sólo que  corresponde a la ración que corresponde a los franceses en su tierra. Duerme  en el suelo. Se la incorpora a un equipo  -“Revisación de Proyectos para la futura Organización de Francia”. Se le encarga algo así como el preámbulo de una futura constitución. Es el texto, inconcluso, que tituló “L’enracinement”, “El arraigo”, traducido entre nosotros como “Raíces del Existir”, y que fue más tarde publicado por Gallimard gracias a la gestión de Albert Camus, que la admiraba y tenía su retrato sobre su mesa de trabajo.

L’enracinement” es un texto importantísimo sobre el que apenas puedo detenerme, por razones de tiempo.

El libro se dicvide en tres partes:

  • Las necesidades del alma
  • El desarraigo: desarraigo obrero, campesino, el producido por la absorción del Estado nación

  • El arraigo: participación en la vida de una comunidad. Crecimiento desde debajo de comundiades pequeñlas con relación cara a cara; propiedad privada. Las instituciones tiene como finalidad formar la nobleza del carácter.

Las necesidades del alma, a partir de las imperiosas necesidades físicas inmediatas, se ordenen en: libertad, orden, seguridad, riesgo, igualdad, jerarquía, propiedad, verdad.

La necesidad de la “intermediación”, to metaxú, en el sentido que le da Diotima en “El Banquete” de Platón. Señala la situación ontológica del hombre: la intermediación entre Dios y el hombre; entre nuestra finitud y nuestro deseo de infinito.

El punto de partida es la obligación, es decir, la forma suprema de la autonomía personal que permite libremente reconocer la deuda con el otro y cumplirla, no por temor a la sanción sino por la lógica de la reciprocidad.

“La  noción de obligación prevalece sobre la de derecho, que le es subordinada y relativa”.

“Un derecho no es eficaz por sí mismo, sino únicamente por la obligación a que corresponde”.

“El cumplimiento efectivo de un derecho proviene, no de quien lo posee, sino de los otros hombres que se reconocen obligados hacia él”

“La obligación es eficaz desde que es reconocida. Pero una obligación, aunque no fuera reconocida por nadie, no pierde nada de su plenitud”

“La obligación se coloca en un plano que está por encima de todas las condiciones, porque está por encima de este mundo”

“Hay obligación hacia todo ser humano, por el solo hecho de que es un ser humano, sin que intervenga ninguna otra consideración y aunque él no  reconozca ninguna”

“Se expresa en forma confusa e imperfecta en el derecho positivo. Si el derecho positivo la desconoce, está herido de ilegitimidad”

“Tengo derecho a….y usted no tiene derecho a, encierran una guerra latente y despiertan un espíritu de guerra". Anulan la caridad, el agapé.  

“Poner en boca de los desgraciados palabras como democracia, derechos de las personas, es hacerles un presente que no es capaz de procurarles ningún bien, y que les hace inevitablemente mal”


En abril de 1943 ingresa al hospital de Middlesex. Le diagnostican tuberculosis (época sin antibióticos: reposo y comida). No quiere comer más allá de las raciones que comen sus compatriotas. La trasladaron, en estado muy grave, ya no podía ingerir ningún sólido, al Grosvenor  Sanatorium, de Ashford, en el condado de Kent, donde falleció el 24 de agosto de 1943, mientras dormía.  Se hizo una investigación y el  dictamen del forense  fue : « la fallecida se mató, al negarse a sí misma suficiente cuando se hallaba con las facultades mentales trastornadas ».

Acuden ocho personas al entierro. El cura se equivoca de tren y no llega. Maurice Schumann lee un responso

Albert Camus siempre tenía una foto de Simone en el escritorio. Creía imposible imaginar un renacimiento para Europa que no tuviera en cuenta las exigencias que Simone Weil definió en L´enracinement

T.S. Eliot elogió su « genio semejante al de los santos »

Graham Greene habla de su obra « que excava en el abismo »

Ëmile Cioran, Marie-Madeleine Davy, la exltaron.

Por el contrario, para otros su pensamiento es visto desde un  trastorno de significado :

  • Su sacrificio, un suicidio
  • Su negativa a no sufrir lo que sus compatriotas sufrían, anorexia

  • Su rechazo del judaísmo, traición a los suyos, negación de identidad, una manera de borrarse

  • Su elección del conocimiento por el sufrimiento, masoquismo

Un paréntesis sobre una ventaja argentina. En los años 50 del siglo pasado, tuvimos, por intermedio de Editorial Sudamericana, la posibilidad de ver traducidas a nuestro idioma las principales obras de Simone Weil (téngase en cuenta que la mayor parte de su obra son recopilaciones de artículos y cuadernos efectuadas por otros. Hay también una masa de cartas, reflexiones sueltas y poemas que han ido apareciendo. Más de dos mil páginas que esperan que La Pléiade se digne alguna vez recogerlas en una edición total).

En Tucumán, por aquellos años 50, había un grupo intelectual  reunido por el entonces subdirector de La Gaceta, Daniel Alberto Dessein (testimonio de Tomás Eloy Martínez, en ese momento de 18 años), donde había un notable profesor francés, Roger Labrousse (excelente su libro sobre el poder), su mujer, Elisabeth Goguel y una joven profesora de filosofía argentina, de ascendencia francesa, María Eugenia Valentié, Génie Valentié (1920-2009).  Ella fue la traductora de  Simone. Compenetrada de su estilo, de su sintaxis, del ritmo de sus párrafos. Actualmente traducida en España, libros en Trotta. No critico esas traducciones, pero las de Valentié, confrontadas con los originales, siguen siendo magníficas.

 Vivió pensando  sobre todo cuanto la rodeaba, especialmente lo más alto, apuntando a lo alto. Amó a todo lo existente, al mundo, al prójimo, al sufriente, a Dios. Le fue desconocido el amor carnal. Gran seductora, a su modo, nos sigue amando a través de su obra.