sábado, enero 26, 2019

LA “DETESTABLE TEATROCRACIA”



A través de un viejo ateniense dialogante, clara contrafigura del autor, Platón –ya viejo también- introduce en “Las Leyes”  la reflexión sobre el régimen político de su ciudad. El ateniense  parte de la decadencia de la música y el teatro. Los teatros habían sido tomados por un público voluble y ruidoso, desconocedor de las leyes del ritmo y de la armonía y cuyo único  juicio “estaba en el placer con que se gozaba”, fuera él mejor o peor. “En lugar de la aristocracia, el mando de los mejores, se produjo en ese campo una detestable teatrocracia” (701b). Si tan sólo hubiera sucedido  en la música, sigue la reflexión del veterano ateniense, no habría sido  el hecho tan terrible, pero lo cierto es que se extendió también a la política, a la vida pública en general. Hasta nuestros días, desde aquel diálogo, la analogía entre el espectáculo y la política, entre el escenario y el ágora, ha sido constante y esclarecedora.  La expresión “teatrocracia” la ha retomada un filósofo actual, Byung Chul Han, un surcoreano radicado en Berlín, autor de obras tan breves como sustanciosas.  Este pensador engloba en aquel vocablo platónico la subordinación de lo político al espectáculo de entretenimiento  (entre-tener: tener en suspenso entre dos intervalos, impidiendo toda concentración), de puro esparcimiento (esparcir: derrame constante de minucias). Reducirse a la anécdota (¿corresponde a un precandidato presentarse a las fotos vistiendo zoquetes con chancletas? –comidilla de varios días para todas la formas de prensa y redes sociales).  El público –la “gente”- no sólo absorbe sino también “participa”, a su modo (Byung dice que el sujeto actual no actúa: sólo teclea y se hace la ilusión de participar), dentro del ruido insoportable de las redes sociales.  Nuestro autor afirma que el ejercicio despótico del poder no resulta hoy necesario: el hombre de las redes se explota a sí mismo mientras cree “realizarse”. Es –dice- su propio Big Brother.  Y agrega que a estos males se une el de la “transparencia”: bajo el shock de presente, la estrategia política, que requiere tiempo y secreto (los arcana imperii) desaparece, y los políticos, partiquinos del espectáculo, actores antes que autores, se convierten en deficientes administradores del desencanto.




De su obra “El Enjambre” extraigo estos párrafos, donde coincide, en envidiable síntesis, con conceptos similares desarrollados en otras entradas de este blog (los destacados son del propio Byung):

“En  ‘Psicología de las Masas’, Gustave Le Bon observa que los representantes en el parlamento son peones de la masa de trabajadores. Esta representación política es fuerte. Está vinculada inmediatamente a sus referentes. De hecho, defiende los intereses de la representada masa de trabajadores. Hoy, la relación de representación está perturbada en todos los ámbitos. El sistema económico-político se ha hecho autorreferencial. Ya no representa a los ciudadanos o al público. Los representantes políticos ya no se perciben como peones del “pueblo”, sino como peones del sistema, que se ha hecho autorreferencial. El problema está en el carácter autorreferencial del sistema. La crisis de la política sólo podría superarse por el acoplamiento a los referentes reales, a los hombres. 

Las masas, que antes podían organizarse en partidos y asociaciones y que estaban animadas por una ideología, se descomponen ahora en enjambres de puras unidades, es decir, en los Hikikomoris[i] digitales aislados para sí, que no forman ningún público articulado y no participan en ningún discurso público. Frente al sistema autorreferencial se encuentran los individuos aislados para sí, que no actúan políticamente. Se descompone el nosotros político que sería capaz de acción en sentido enfático. ¿Qué política, qué democracia sería pensable hoy ante la desaparición de lo público, del crecimiento del egoísmo y narcisismo del hombre? ¿Sería necesaria una smart policy, una política inteligente que condenara a la superfluidad las elecciones y las luchas electorales, el parlamento, las ideologías y las reuniones de los miembros, una democracia digital en la que el botón de me gusta suplantara la boleta electoral? ¿Para qué son necesarios hoy los partidos, si cada uno es él mismo un partido, si las ideologías, que en un tiempo constituían un horizonte político, se descomponen en innumerables opiniones y opciones particulares? ¿A quién representan los representantes políticos si cada uno ya sólo se representa a sí mismo?”.
Nosotros,  mientras tanto, detenidos en el 2015, que nos remite al 2001, que nos remite a 1983, que nos remite a 1976, que nos remite a 1955, que nos remite a 1943, que nos remite a....






[i] ) Personas que viven aisladas, al margen de la sociedad. Por ejemplo, quien se pasa el día ante las pantallas de los medios audiovisuales, casi sin salir de su casa


viernes, enero 04, 2019

¿ADÓNDE VA EL BRASIL? (II)


 

 

Como el periodismo argentino repite a la letra la videología globalista socialdemócrata y propicia a la “revolución de los deseos”, no estamos comprendiendo el fenómeno que encarna Jair Bolsonaro en Brasil, que va más allá de su persona. Lo “normal” entre nosotros, incluso en aquellos comentaristas que presumen de actividades sucedáneas del pensamiento, es –por una parte- aplicarle el conocido recurso de la reductio ad hitlerum: fascista, totalitario; incluso ven asomar detrás del brasileño a -¡horror!- la síntesis schmittiana de amigo/enemigo.  Por otro lado, es un fundamentalista religioso, un homófobo declarado y un Savonarola tropical. Mientras se dicen tranquilizados porque la economía estará a cargo de Paulo Guedes (aunque el mayor referente en esa materia de Bolsonaro es el actual Secretario de Política Económica. Adolfo Sachsida[1], no registrado entre nosotros), también manifiestan temor por lo que pueda sucederle al Mercosur. Aunque ahora es la oportunidad de revisar esa aparente unión aduanera (aparente porque nunca se creó una tarifa aduanera única frente a los productos de origen exterior al acuerdo) que favoreció hasta el presente al Brasil, con mudanza de las grandes multinacionales a ese país, sin perder el mercado argentino,  y beneficios exclusivos para las terminales automotrices, que supuestamente exportan a Brasil y nos obligan a pagar más caro que en origen autos salidos de matrices viejas. Recobrar el dominio de nuestra política aduanera frente a terceros países externos al Mercosur, redimensionado a zona de libre comercio y, por ejemplo, recuperar nuestras industrias lácteas y de maquinaria agrícola, hoy doblegadas por la orientación mercosuriana, serían de gran efecto positivo. No hay que descuidar que detrás de Bolsonaro se mueven los discípulos de la doctrina de desenvolvimiento geoestratégico surgida en los años 60 del siglo pasado en la Escola Superior de Guerra (llamada “la Sorbonne”), cuyos adalides fueron Golbery Couto e Silva, Humberto Castelo Braco y Ernesto Geisel, entre otros. Desde allí se vio con ojo crítico la posible fusión de Embraer con la Boeing (Embraer es una industria estratégica para la conducción militar brasileña), reserva ratificada por las últimas declaración es de Bolsonaro presidente.  Mientras las fuerzas armadas gozan en Brasil de una alta consideración pública, y un presidente asume con un gran desfile militar, entre nosotros no existe un horizonte geoestratégico y los hombres de armas, prácticamente privados de ellas,  son vistos como pedisequos de la tortura y su oficio está proletarizado. La dirigencia política argentina, que había apostado sus fichas a Lula y al Foro de San Pablo, comenzó con mal pie al no acudir nuestro presidente, sin ningún compromiso a la vista, a la jura de Jair Bolsonaro (mientras que sí lo hizo Evo Morales, velando por el negocio del gas boliviano). Aún está a tiempo de corregir el rumbo, siempre que se dé cuenta a tiempo que un escenario probable es que el gigante despierte, y a que esté preparada apuntan los elementos que se aportan en este blog. En este caso, una entrevista a Olavo de Carvalho, aparecida en el Jornal do Commercio de Recife antes de la elección presidencial. Olavo, radicado en los EE.UU., es profesor de filosofía especializado en el pensamiento de Aristóteles, aunque incursionó también en el de René Guénon. Nuestros analistas más perspicuos lo definen como “astrólogo”. No es Lopecito, por supuesto. Son nuestros analistas los que están al nivel del “Hermano Daniel”...
 

  

ENTREVISTA A OLAVO DE CARVALHO

 


Durante la entrevista, hecha por Skype, Olavo de Carvalho dice que la izquierda erró en no prestarle atención: para él, la izquierda eclipsó la pauta proletaria con deseos subjetivos, y, si antes era la enemiga número uno del capitalismo, hoy anda de la mano con los dueños del poder y del capital (…) Tachado de “gurú” e “ideólogo”, Olavo acata apenas el título de escritor. “¡Yo no participé de ninguna campaña!” (…) A pesar de eso, indicó dos ministros, el de Educación, el colombiano Ricardo Vélez Rodríguez, y el de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo (…)

El señor afirma que todo lo que aparece en la política aparece antes en la cultura, en la literatura, en los círculos intelectuales. Con base en eso y en los últimos cambios, ¿qué cree usted que podemos esperar del futuro político del Brasil?


 A partir de 1964, la gente de izquierda, liderada por el partido comunista, se dedicó a conquistar todos los canales de cultura –Medios, universidad, instituciones federales y estaduales de cultura—y dominar el debate cultural. Ellos consiguieron eso con un éxito estruendoso. Entre los años 70 y 80, ya dominaban el panorama enteramente y habían conseguido excluir del debate a todas las personas que no le interesaban políticamente (…) Entonces los izquierdistas quedaron solos (…) Todo lo que sucede en la política es ya posible verlo en círculos intelectuales muy discretos, pequeños, y de a poco va creciendo. Por un motivo muy simple, aquello que usted no consigue pensar usted no consigue hacerlo. Todo es pensado antes de ser hecho. Y la función de los intelectuales es pensar la sociedad y poner en circulación sus ideas. Algunas pegan, otras no. Si algunas pegan en el medio intelectual, en la clase hablante, con seguridad, día más día menos va a pegar en la sociedad entera. Y fue eso lo que sucedió. Como ahora la cosa cambió, la hegemonía intelectual fue efectivamente quebrada. Fui yo quien quebró la hegemonía intelectual y cultural, solito, quien quiera que diga “ah, pero yo también”, el resto entró en escena 10 años después y no se enfocaron en la lucha cultural. Se enfocaron apenas en la actualidad superficial, corrupción, mensalão. Yo estaba desde comienzos de los años 90 analizando los debates entre intelectuales. Entonces, cuando se quebró la hegemonía, comenzaron a aparecer otras ideas en circulación (…) 


¿Cuándo la izquierda abandonó esa ocupación de espacios, considerada por usted, exitosa por medio de la literatura, de la intelectualidad? 


Ella abandonó los deberes elementales de la vida intelectual. Yo documenté eso extensamente en el libro O Imbecil Coletivo, de 1996. ¿Y qué es O Imbecil Coletivo? Es una descripción humorística, pero que debía ser hecha de todos modos, de los debates que ocurrían en los medios culturales, sobre todo en los suplementos culturales de los grandes diarios y revistas. Tome eso como muestra del estado de espíritu de la cultura. En O Imbecil Coletivo, como el nombre lo indica, estaban todos imbecilizados, mi Dios del cielo, ya en la década del 80. 


¿Fue en el pasaje de generaciones que se perdió aquélla propuesta? 


Eso, eso, eso. La verdad no hubo transmisión de cultura de generación a generación. Hay una cosa confusa porque vea usted, cuántos medios en los años 60 o más todavía 68, reflejando sobre todo la influencia de la Escuela de Frankfurt, ellos comenzaron a privilegiar –en lugar de la antigua idea de la revolución proletaria de la clase pobre—todo tipo de insatisfacción que existía y que pudiese ser explotada por la propaganda. Eran insatisfacciones que antiguamente, en los años 30, 40 y 50, la intelectualidad marxista despreciaba, consideraba revuelta pequeño burguesa. Era la esposa que estaba revuelta con el marido. Era el sujeto gay que quiere que todo el mundo sea gay. Los abortistas. Todas esas cuestiones subjetivas que no tienen nada que ver con la lucha del proletariado. Gracias a la escuela de Frankfurt ellos abandonaron esa crítica del proletariado y adoptaron ese discurso, solo que ese discurso incentiva a las personas a vivir en busca de satisfacciones subjetivas, y eso las destruye intelectualmente. Yo supongo que usted practique la vida gay, no la lucha política gay. Feministas, del mismo modo. Vea, la mujer feminista está interesada en aquello que llama su “empoderamiento”. O sea, ella quiere subir en la vida. Subir en la vida en primer lugar, vida cultural en segundo lugar. Entonces ellos crearon un montón de parásitos de ellos mismos. Parásitos de la lucha política. Perdieron fuerza, evidentemente. El militante proletario es serio y da la vida por la causa. Cuando el PT comenzó, lo hizo como partido proletario, allá en el ABC. La gente de ahí daba 10, 20, 30 por ciento de su salario miserable al PT. Ellos morirían por la causa. Pero eso, los proletarios. Estudiantes, gente gay, mujer abortista, no. Los proletarios mueren por la causa proletaria, ¿pero usted cree que los gay van a morir por la causa gay? Ahora, la causa gay es un tipo de placer. ¿Cómo un tipo muerto va a continuar disfrutando de algún tipo de placer? Entonces, el deseo de placer se opone a la lucha política. Es una cosa bastante obvia. Los de la Escuela de Frankfurt, Horkheimer y otros, ellos corrompieron la mente de la izquierda al punto que el propio Lenin quedaría escandalizado. Transformaron a la izquierda en una banda de bebés llorones. Todos hijos de papá queriendo el sexo gay, queriendo abortismo, sexo en las escuelas. Eso hace mucho barullo y corrompe a la sociedad. ¿Qué consiguen? ¿Implantar el socialismo? No. Ellos consiguen transformar el capitalismo en un infierno. Ellos viven dentro de ese infierno. ¿Y quién es la principal víctima de todo eso? Ellos mismos. Ellos se corrompen. 




En los años 60, la intelectualidad de las grandes fortunas, gente tipo Zuckerberg, gente del grupo Bilderberg –son 200 grandes grupos—percibieron esa transformación. Percibieron que la izquierda, desde el punto de vista de la lucha anticapitalista, se había hecho inofensiva. La izquierda estaba luchando contra otros objetivos que no eran el capitalismo. Al contrario. Objetivos como abortismo, causa gay, liberación sexual, todos necesitaban del capitalismo. En ningún régimen socialista esas cosas prosperan. ¿Había movimiento gay en Cuba? Nada de nada. Los tipos eran enviados todos al campo de concentración. Entonces, los megacapitalistas percibieron que la izquierda podría ser instrumentalizada. Y de hecho ellos la instrumentalizaron. Por todas partes usted ve un capitalismo cada vez más fuerte, más indestructible, y la izquierda, también cada vez más fuerte. Ella ocupa todos los espacios, pero no hace ningún mal al capitalismo. Ella solo hace mal a los valores culturales antiguos. Familia, religión, todo eso. ¿Cuál es el efecto? Destruyendo todos los valores culturales, solo resta un principio organizador de la sociedad: la economía. Eso ahí es todo el poder de las megafortunas. Ellas deciden todo. Hoy usted hace todo lo que Zuckerberg quiere, lo que George Soros quiere. (…)

Todos los que me entrevistaron son así. Preguntas idiotas basadas en estereotipos fantasmagóricos. Es el “gurú” de Bolsonaro, es el Steve Bannon, es el Maquiavelo, el Rasputín. Cosa absolutamente infantil, pueril. Yo no soy nada de eso. Conversé con Bolsonaro tres veces. Yo actúo exclusivamente a través de mis escritos que ustedes podrían leer, pero no leen y pretenden adivinar las cosas. En mi época usted no mandaba alguien analfabeto en música a entrevistar a un maestro. Usted es la única que leyó algo mío, ¡mi Dios del Cielo! Usted es la vigésima que viene aquí a entrevistarme y es la primera que leyó algo (…) En el imaginario político de nuestros Medios, de nuestros periodistas, que son personas de una incultura monstruosa, existen algunas figuras permanentes, por ejemplo: siempre tiene que haber el intelectual que planea todo por detrás, en estilo Bannon. Es el Maquiavelo, es el frei Betto, y ellos imaginan que yo soy eso y están completamente enloquecidos porque las personas que desempeñan ese papel están en contacto constante con organizaciones políticas y con líderes políticos y están siempre tramando cosas. Son figuras de dentro del juego político y yo no soy eso en hipótesis alguna. Ellos están inventando un personaje solamente para completar el imaginario de ellos. Para que la imagen de mundo que tienen permanezca relativamente coherente. Ellos tienen un enredo montado, una narrativa, y me están usando para completar el papel que falta. Solo que ese de hecho no soy yo. El periodismo brasileño es ridículo, es cosa de chiquilines y ahora ya contaminó al periodismo extranjero. Me están comparando con Steve Bannon, como si yo fuese estratega. Bannon participó de la campaña de Trump todo el tiempo. Yo no participé de campaña alguna y ni sé quiénes eran las personas que estaban en la campaña. El contacto que tuve con Bolsonaro, personalmente, fue tres veces: una vez fue un hangout que yo tuve con él y dos o tres veces que conversé por teléfono; una de ellas cuando estaba en el hospital







[1] ) Adolfo Sachsida, formado en los EE.UU. es mucho más mesurado en las privatizaciones que Guedes, con una clara noción de las industrias estratégicas, en consonancia con el pensamiento militar al respecto. Sobre Petrobras opina que pueden privatizarse algunas infraestructuras técnicas, pero sin abandonar el control estatal del grupo. Tampoco Bolsonaro ha hecho un misterio su preferencia por un Estado fuerte, ni por la defensa de los intereses de las sociedades brasileñas, sobre todo de las tenidas por estratégicas. Tampoco Sachsida se ha mostrado partidario de eliminar totalmente el sistema de subsidios del “Bolso Familia”, sistema clientelar del PT.   

martes, enero 01, 2019

OTRA VEZ SOBRE LOS CHALECOS AMARILLOS

El gran maestro y amigo Dalmacio Negro Pavón publicó el 28 de diciembre último, en "Disidentia", este penetrante análisis que recomiendo





EUROPA INQUIETA. 2019 PUEDE  SER MUY DIVERTIDO

Peter Sloterdijk auguraba un buen porvenir en Europa a “la revolución conservadora” en 1993, debido a “la terrible crisis de las clases políticas”.[1] Esa revolución puede haber comenzado en Francia.  La ley de la anakyclosis, la muerte y renovación de todas las cosas humanas, es tan inexorable como la ley de hierro de la oligarquía.

1.- El vanidoso enarca Giscard d’Estaing, uno de los personajes más nefastos para Francia y la Unión Europea pero premio Carlomagno, inició la marcha hacia la irrealidad política en 1974.[2] Ciclo que puede haber concluido con la sustitución del inefable Hollande, un tonto político, por Macron, también premio Carlomagno. Diagnosticado como un “psicópata que trabaja únicamente para sí mismo por el psiquiatra italiano Adriano Segatori (vid. Internet) -a quien se acusa, sin discutir el diagnóstico, de ser de extrema derecha, lo que, naturalmente, le descalifica como psiquiatra-, ha suscitado lo que puede ser una revolución -los gilets jaunes o chalecos amarillos-, no sólo contra el gobierno, sino contra el Estado-Nación. Instituido por la revolución francesa e imitado por doquier, Carl Schmitt pensaba en 1963, que estaba en las últimas. Aquejado de elefantiasis, ¿está en la agonía, o quizá en coma?

2.- Es prematuro hablar de revolución política. Pero lo que está ocurriendo en Francia recuerda al motín de Reveillon (hay ya muertos), que, según bastantes historiadores, fue la causa impensada de la de 1789. El pueblo natural sumiso a las clases dirigentes protesta contra el tren de vida de las castas que parasitan la estatalidad.

El Estado fue inventado para dar protección y seguridad a la Sociedad. Pero la anquilosada oligarquía política-financiera-económica-mediática ha convertido los Estados en enemigos de la sociedad, llamada “civil” para distinguir la parte del pueblo libre, teóricamente, de la soberanía estatal. En Alemania, decía hace siete años Gabor Steingart, para quien, por cierto, «la situación actual no es fácilmente teorizable», «der Staat hat seine Bürger verzwergt» (el Estado ha jibarizado a sus ciudadanos).[3] Y en Francia, el pueblo natural ha pasado a la acción como pueblo político –la Nación-  ejerciendo el derecho de resistencia. Menos contra los abusos de la oligarquía dirigente que, diría Ortega, contra sus usos, que es mucho más grave. El mayor, que vive separada del ciudadano común –para el Estado el súbdito contribuyente- por la frondosa burocracia dirigida por los “enarcas”, los apparatchiks tecnócratas de la nomenklatura que desgobierna el 3.- Las concausas -los agravios- del movimiento son infinitas. Pero como suele ocurrir, la resistencia ha comenzado por una cuestión de impuestos: No taxation without representation era el santo y seña de los rebeldes norteamericanos. Francia padece desde hace unos cincuenta años una crisis fiscal, que hace del Estado el mayor infierno recaudatorio de los existentes en Europa. El detonante fue el vídeo de una mujer que decía lo que pensaban muchos: “¿Por qué más impuestos? ¿Qué hace Macron con nuestro dinero?”.  Los impuestos suelen ser siempre la causa material hasta que se convierte en moral: lo que mueve a los gilets es ya el sentimiento de humillación de la Nación, el pueblo, del que se mofa la dirigencia todos los días. Ça suffit!, ¡Basta ya!  (o ¡hasta aquí hemos llegado) resume Alain de Benoist.[4] El ateiólogo Michel Onfray, rescatando una palabra inventada por Babeouf, llama “populicida” a Macron; para Guy Millière es un ejemplo máximo del impostor político;  Enmanuel Todd le retrata como un “gamin mal élevé, vicieux (pilluelo maleducado, vicioso),… una autoridad invertida”, el tipo perfecto de presidente “anticarismático”, pues quien decide políticamente debe tener algún carisma. Es el problema de casi todos los presidentes europeos, reflejo desde hace tiempo de la decadencia moral e intelectual de las élites y sus oligarquías. «La función de un gobierno libre, escribe Millière sobre la dictadura del gamin, consiste en el derecho a buscar la felicidad, no en encerrar a la población en el malestar, y un pueblo laminado por gobernantes indignos y tiránicos tiene el deber moral de derrocarlos».[5] Como en Fuenteovejuna, el pueblo defiende su honor: el honor de Francia.orden político establecido en Francia.

4.- Los europeos han empezado a darse cuenta de que están en manos de clases dirigentes “cristalizadas” (W. Pareto) decadentes y corrompidas. Gobiernan solamente para sus intereses y sus caprichos, ocultos bajo la prédica de la “justicia social” y el velo del bien-être: el bienestar del Estado y quienes lo patrimonializan. La defensa del honor de Francia por les enfants de la Patrie –los gilets jaunes cantan La Marseillaise e invocan consignas de la Gran Revolución- puede polarizar rápidamente la situación prerrevolucionaria de Europa diagnosticada por Sloterdijk y otros observadores independientes. Bastantes gilets jaunes invocan a Trump: “we want Trump!”. Y, por cierto, su imitador Bolsonaro empieza a mandar en Brasil enfrentado, asimismo, a sus corrompidas élites bolchevizantes.

Lo que hace algo más de seis semanas parecía un motín, revuelta o jacquerie en una Francia exprimida por el capitalismo de Estado –se dice que Francia es “la URSS que ha tenido éxito”-, tiene el aire de ser la premisa y la promesa de una revolución que podría extenderse por toda la Europa sovietizada. Vladimir Bukowski dixit en 2006: «la Unión Europea es la nueva Unión Soviética». Muchos están de acuerdo. ¿Se trata del comienzo de la implosión de la socialdemocracia, aplazada desde la de la URSS en 1989?

5.- Precedido por los populismos defendidos por Chantal Delsol,[6] el primer aviso importante de la rebeldía contra la impudicia de las casta, la amenaza de islamización –der Islam gehört Deutschland, el islam pertenece a Alemania (Angela Merkel)- apoyada sorprendentemente por el Papado y la sovietización de Europa en el trasfondo proseguida paradójicamente como “neoliberalismo” desde la implosión de la Unión Soviética, fue el triunfo del movimiento “Cinco estrellas” en Italia. Que se gestó, recuerda Benoist, en un día de cólera. Lo mismo que en Francia, amenazada, además, igual que Suecia o Bélgica, por una guerra civil si se sublevan los inmigrantes musulmanes;[7] aliados tal vez con la izquierda enragé, puramente ideológica, que les ve como el nuevo proletariado, pues el de Marx y Lenin hace tiempo que no existe.

En Alemania, Suecia, Bélgica, Holanda, España, Portugal y otros países de la Unión Europea concurren las mismas causas que en Francia con distintos matices. Se salvan, al menos relativamente, Hungría y los países eslavos vacunados contra las maravillas del socialismo soviético. Si ha saltado la chispa en países de cultura católica, se debe seguramente, a que no les afecta la obligación moral de los luteranos de obedecer pasivamente a la Obrigkeit, a los que mandan, por el directo origen divino que atribuía Lutero a su autoridad excluyendo al pueblo. Pues sus ciudadanos no están menos humillados o jibarizados por sus nomenklaturas. Si la protesta prende en Francia, el resto de la Unión Europea seguirá el mismo camino.

6.-  El movimiento de los gilets jaunes es inconfundible con una lucha entre oligarquías por el poder –no tienen líderes-, ni con los populismos alemán, austríaco y otros que van en la misma línea, pero sin rechazar frontalmente a la clase dirigente ni la organización estatal. Menos aún con las numerosas manifestaciones rituales partidistas y sindicales para hacer creer que no son burocracias explotadoras sino parte del pueblo, o con un divertimento de estudiantes y gentes desocupadas o reivindicativas de cualquier cosa, como derechos humanos inéditos o de los infusorios, que animan la sociedad del espectáculo del totalitarismo “liberal” socialdemócrata. Es una rebelión popular, con la que simpatiza la mayoría de los franceses, aunque la propaganda oficial y los media hacen lo posible para ocultarlo y desprestigiarlo. El movimiento recuerda la de la plebe romana contra los senadores retirándose al Aventino para conquistar la libertad política colectiva y las de la bourgeoisie contra las Monarquías despóticas.

7.- Extendido rápidamente por toda Francia al margen de los partidos y los sindicatos, a la verdad contra ellos, surgió espontáneamente como una rebelión de las provincias –y el campo- contra la capital, resucitando la revolución parisina de 1789 en sentido inverso: por primera vez en la historia de Francia, Macron, adoptando una actitud monárquica, ha cerrado París, el centro de irradiación del Estado, al pueblo francés. Los que protestan son gentes corrientes sin objetivos políticos concretos: hombres y mujeres de clases medias altas, medianas y bajas que viven de su trabajo y están hartas del intervencionismo, las prohibiciones, el dirigismo y de que las castas políticas, sindicales, administrativas y sus amigos que patrimonializan el Estado, les traten como idiotas y staatliche Tiere, animales estatales, como decía Federico el Grande de los campesinos: Los protagonistas son gentes anónimas: agricultores, artesanos, empresarios e industriales medianos y pequeños, profesionales, asalariados, gente acomodada y gente tirando a pobre, amas de casa, jubilados, personas mayores y jóvenes, incluso inmigrantes,…  No distinguen entre la derecha y la izquierda políticas, consensuadas en torno al Estado -el Estado de Partidos (Parteistaat) del que se han adueñado. Derecha e izquierda son sólo matices del marxismo-leninismo cultural,[8] transfigurado en el “neoliberalismo” capitalista  de las oligarquías y sus clientelas (crony Capitalism, capitalismo de amiguetes) que impone al resto el bienestar del colectivismo con el señuelo de la justicia social. Los gilets se rebelan contra la variante europeísta del socialism Corporate mundialista.

8.- El malestar más o menos consciente se ha trocado en cólera con trasfondo existencial: Tú, Macron y tus cohortes, o Yo, el pueblo. Es un movimiento más político y moral que económico, que es como lo interpreta el gobierno, al que le importa sólo el Presupuesto del que vive muy bien. “Los manifestantes han comprendido que la fuente del malestar económico es la realidad política, la falta de democracia, que no funcionan las instituciones”.[9]  Su debilidad es la falta de líderes. Carencia que es también su fuerza moral: demuestra la unidad de la Nación Histórica frente al estatismo sovietizante. El “Gran Artificio” estatal, el deus mortalis de Tomás Hobbes, se apoderó de ella en 1789 ocupando el lugar de los monarcas absolutos. La revolución contra la Monarquía devolvió la libertad política solamente a una minoría entonces muy minoritaria, el tercer estado, la bourgeoisie: la Nación Política. Pero hoy, la sociedad francesa y prácticamente todas las europeas son sociedades de clases medias, la médula de las Naciones y la democracia política. Víctimas de las nomenklaturas, incluida la de la Unión Europea, están en trance de proletarizarse o convertirse en nuevos siervos de la gleba en el Estado Servil entrevisto por Hilaire Belloc en 1913.[10]

10.- Significativamente, la protesta o revolución en marcha reivindica la Republique como res publica, la cosa común, no la res propiedad de unos pocos. Parece una contrarrevolución para completar la Gran Revolución extendiendo la libertad política colectiva a la Nación entera, la Histórica. Empezó, como suelen comenzar las revoluciones, en un ambiente hacía tiempo muy cargado agravado por el deterioro de los servicios públicos que creaban la sensación de bienestar.[11] La causa inmediata ha sido la guerra de los poderes públicos contra el automóvil particular, un medio de trabajo para mucha gente incluidos los menos favorecidos, sobre todo la que no vive en ciudades: prohibiciones como la de circular a más de 80 kilómetros, restricciones a la circulación en lugares elegidos caprichosamente, la cuestión de si el diésel, la gasolina o el coche eléctrico, la antigüedad de los vehículos aunque estén en perfectas condiciones, etc. La chispa fue la subida del precio de los carburantes como tasa ecológica, una moda fiscal, para “luchar” –en teoría- contra el cambio climático: es decir, contra el sol, la luna, las galaxias, en fin, contra las leyes que rigen el cosmos. Tasa que va a parar a las arcas del muy desacreditado gobierno de Narciso-Júpiter, que es como se conoce popularmente al presidente del desgobierno-antigobierno, que, igual que la Unión Europea y los demás Estados, centros de Negocios de las oligarquías consensuadas, aprovecha el menor pretexto o invento, mejor si es cientificista, para robar legalmente al pueblo. El desgobierno del gamin-presidente, quien atribuye el terrorismo yihadista al cambio climático (en Hamburgo, en una reunión del G-20), del que ha oído hablar, se preocupa únicamente de las minorías que le mecen y canturrean: homosexuales, feministas, ecologistas, abortistas, musulmanes e inmigrantes de culturas ajenas a la europea, arribistas, etc. En este momento, el presidente-bebé está sólo, asustado y balbuciendo en su cuna, le Palais de l’Élysee, con su esposa-mamá y pide a personajes como el expresidente Sarkozy, que le expliquen qué pasa.

11.- Con motivo o pretexto del absurdo, antipolítico e inmoral Pacto Mundial por la Migración de Marrakech, promovido por la ONU, que hace suya cualquier causa para justificar su existencia, y bendecido por el Papa, un grupo de militares –¿la punta del iceberg?- acusa a Macron de “estar quitando soberanía” a Francia, de proporcionar “razones adicionales” para que “un pueblo ya maltratado” se “revuelva”, de negar la democracia y de traicionar a la Nación. ¿Agoniza la V República?

Sería muy divertido, que fuese “la mayor mentira jamás contada” (Nils-Axel Mörner, especialista de renombre en la materia de la Universidad de Estocolmo) -el apocalipsis climático vendido como ecológico-, el detonante de un apocalipsis político en Europa. El movimiento nacional de los gilets jaunes ha traspasado ya, igual que en 1789, las fronteras de Francia. Empieza a estar activo en Bélgica, Holanda, Alemania, Suecia. Let’s wait and see.

[1] En el mismo barco. Madrid, Siruela 1994. 3, p. 75. Cf. G. Millière, Voici revenue le temps des imposteurs. París, Tabernis 2014.

[2] B. Martoia, “Les françaises ont créé leur misère et creusé sa tombe à partir de 1974”.dreuz.info (29. XI. 2018)

[3]  Das Ende der Normalität. Nachruf auf unser Leben, wie es bisher war. Munich/Zurich, Piper 2011.

[4] BoulevardVoltaire.com (27. XI. 2018). Vid. J. J. Esparza, “Lo que está pasando en Francia no se puede decir”. gaceta.es (9. XII. 2018). Francia es hoy el país de la Unión Europea en que hay menos libertad de expresión.

[5]  “Macron, l’imposteur absolu”. dreuz.info (29. XI. 2018).

[6] Populismos. Una defensa de lo indefendible. Barcelona, Ariel 2015

[7] En Francia, hay 6556 lugares de culto islámico (más concurridos que las iglesias cristianas) y se calcula que unos 4.000.000 de musulmanes están predispuestos a la yihad.  Sobre la islamización de Francia, Ph. de Villiers Des cloches sonneront-elles encore demain? París, Albin Michel, 2016. J.-F. Poisson, L’Islam à la conquête de l’Occident. Paris, Eds. du Rocher 2018. En naciones europeas con gran inmigración musulmana podrían sobrevenir cruentas guerras civiles. Lo advierten en Alemania Udo Ulfkotte o Thilo Sarrazin. El mayor peligro del Califato, el ISIS o DAESH, hoy prácticamente destruido en Siria gracias a Rusia (Trump lo da por hecho) era para Gillaume Faye su capacidad de contagio. Pero sus partidarios están en todas partes. Es notorio, que los ejércitos sueco y francés están preocupados.  Sobre el peligro de guerra civil en Europa por diversos motivos, vid. la entrevista al historiador belga David Engels, http://www.krone.at/welt/historiker-buergerkrieg-ist-nicht-zu-vermeiden-warnung-an-europa-story-552009 (02.02.2017).

[8]  B. Kaiser, Kulturmarxismus. Mühlenbecker Land, Seuse Verlag, 2018.

[9] S. Touati “France-Macron: on ne gouvere pas contre le peuple”. dreuz.info (11. XII. 2018).

[10]  El Estado Servil. Madrid, El Buey Mudo 2010. Vid. también F. A. Hayek, Camino deservidumbre (1944), que debe bastante al de Belloc. Hay varias ediciones en español. A Hayek no le fue ya fácil encontrar editor para este libro antisocialista, sobre el que le dijo privadamente Keynes, que estaba completamente de acuerdo.

[11] Una breve descripción que puede valer, con las debidas matizaciones, para otros países europeos: «70 années d’application du « Traité de Rome et autres traités subséquents se soldent par soixante dix années d’augmentations continues, démentielles, des recettes et des charges publiques ; par neuf millions de personnes vivant sous le seuil de pauvreté, c’est-à-dire disposant de moins de 700 euros par mois pour vivre ; par la perte de la moitié du potentiel industriel ; par plus de 5 millions de chômeurs ; par un déficit chronique de la balance commerciale ; par un endettement public record ; par la décomposition de l’Education nationale ; par l’échec de l’intégration d’une masse importante d’immigrés, essentiellement musulmans ; par une montée du terrorisme islamique ; par une police démoralisée; par une justice inefficace qui ne sait plus punir ; par une explosion de la violence ; par une déculturation massive…par la perte de territoires entiers livrés à la canaille islamiste ; par plus de cinq millions de fonctionnaire noyés sous le flot ininterrompu de l’inflation législation”  S. Touati, “France: la révolte des Gilets Jaunes contre la République du mensonge  et l’Europe supranationale” dreuz.info (2. XII. 2018)