lunes, enero 23, 2017

UNA DEDICATORIA MUY ESPECIAL



En el post anterior hice referencia a Saúl David Alinsky (1909-1972) y su influencia en el pensamiento de Hillary Clinton y Barack Obama. Su obra "Tratado para Radicales -Manual para Revolucionarios Pragmáticos" (ed. española Traficantes de Sueños, Madrid, 2012, traducido por Marta Álvarez Sáez), donde se hallan sus incisivas Rules for Radicals y se desarrolla la estrategia de  community organizing, organización de comunidades,  lleva esta dedicatoria, más cínica que irónica:


"Que se me perdone por tener al menos un reconocimiento para el primer revolucionario: de todas nuestras leyendas, nuestra mitología y nuestra historia (y quién puede saber dónde termina la mitología y dónde empieza la historia, o cuál es cuál), el primer revolucionario conocido por el hombre, aquel que se rebeló contra el poder establecido y lo hizo de manera tan efi caz que pudo al menos ganarse su propio reino: Lucifer".
Saul Alinsky

domingo, enero 22, 2017

IT CAN'T HAPPEN HERE

 
Sinclair Lewis

"Eso no puede suceder aquí". Tal el título de una novela de Sinclair Lewis, aparecida en 1935, cuyo protagonista, Berzelius Buzz Windrip, un político que llega a la presidencia de los EE.UU. denunciando las corruptelas de la ruling class y proponiendo reformas drásticas inspiradas en los valores tradicionales de USA, se convierte, a poco de elegido, en un dictador. En la marea de fervor antitrumpista no he visto citado este antecedente.  Lewis, que venía de recibir en 1930 el Nobel de Literatura -primer norteamericano galardonado- después de "Babbitt" (1922) y "Elmer Gantry" (1927), sátiras del hombre medio estadounidense y del reformador moral, respectivamente, se dirige, en primera lectura. a la posibilidad de que prendiese un fascismo norteamericano, al modo de los regímenes entonces triunfantes en Europa; de allí el título. El personaje que parece haber tenido en la mira es el de Huey Long (1893-1935), un gran político populista, gobernador primero y luego senador por Luisiana, apodado Kingfish, el Pez Rey, que iniciaba, luego de desmarcarse de Franklin Roosevelt, su carrera a la presidencia, cortada por su asesinato. Fino escritor, sin embargo, también se desprenden de la obra de Lewis los aspectos viciados del sistema político establecido. ¿Trump = Windrip, entonces? ¿Trump = Kingfish con final de "magnatecidio" ? Ah, la facilidad y delicia de las coincidencias y de la reductio ad hitlerum... Lo curioso del caso es que la acusación de populista, y hasta de inspirado en una versión del fascismo, había sido efectuada hacía  poco respecto de...Barack Obama. Jonah Golberg la vuelca en su libro "Liberal  Fascism -The secret history of the American Left" (Doubleday, New York, 2009). La tesis de Goldberg es que existe en los EE:UU. una corriente de "fascismo progre" (así podría traducirse el título de la obra), de corte socialista estatalista, del que traza una línea que va de los hermanos Kennedy a Obama, pasando por Jimmy Carter, los Clinton (émulos de los Kirchner) hasta el POTUS saliente. El Obamacare sería una de las realizaciones salientes de este liberal fascism, sin olvidar, claro, la revolución cultural (aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.). Se destaca la influencia, tanto en Hillary como en Barack del socialista radical Saúl Alinsky, autor de un tratado para revolucionarios pragmáticos donde se enuncian doce consejos para la acción política, sde cuño realista maquiaveliano, que -según dicen- no dejaron de tener en cuenta, en su momento, los dirigentes del Tea Party. Hillary tomó como tema de su tesis a Alinsky y Obama reconoció el papel que el pensamiento de aquél tuvo en su formación política.

Anoto estos vínculos porque Trump llega al poder como un político pragmático, sin que haya a la vista asomos de un cuerpo doctrinario -Alt-Right parece, hasta ahora, simplemente una actitud reactiva frente a la vieja política, al "partido único de los políticos"- y en algún momento deberá vincularse a una tradición política, que  en los EE:UU. reconoce antecedentes, en una enumeración algo caótica,  como Andrew Jackson, los Granger, el People's Party, Huey Long y, los intentos de Goldwater y Perot, el Tea Party  y ¿por qué no? Ronald Reagan.

Huey Long

viernes, enero 20, 2017

Santo Súbito



La canonización relámpago o panteonización de alta velocidad que las grandes cadenas informativas han ido desarrollando desde días atrás respecto de Barack Obama -así como la progresiva puesta en valor candidateable de su esposa Michelle- culmina en estos momentos en que veo entrar en la Casa Blanca a Donald Trump y su mujer, antes de marchar ambos, el saliente y el entrante POTUS, hacia el Capitolio, me han producido y producen una marea de fastidio que indica la necesidad de no postear in extenso por ahora, buscando al efecto futuras y más calmas ocasiones.  El "velo de ignorancia" que usualmente nos mostraba a la prensa como un sitio de relativa imparcialidad, ha caído por completo desde la campaña y posterior victoria electoral de Trump, hasta un punto que sorprende aun a aquéllos que con el tiempo hemos ido desarrollando un instrumental para precavernos de la habitual manipulación que atraviesa el sector informativo. Asoma el rostro de la Gorgona del poder y del desprecio por las mentalidades que se consideran imbéciles, retrógradas y condenadas a la "espiral del silencio".  Separo la anécdota de la categoría, la persona de Trump del fenómeno mucho más vasto que lo arrastra y supera las fronteras de su país. El coro de plañideros del cambio y alabanciosos del saliente, elevado a "santo súbito", es tan compacto y recurrente que aburre y abruma. "Post-truth: art of the lie", que se traduce como:  la única verdad posible es la que yo miento desde mi trono mediático.  Y el resto no sólo engaña o acepta estúpidamente la mentira, sino que sólo puede ser objeto de desprecio: los "deplorables". Chantal Delsol -"Populismos, una defensa de lo Indefendible"- dice bien: "no conozco una brutalidad mayor, en nuestras democracias, que la utilizada contra las corrientes populistas. La violencia que se les reserva excede todo límite. Se han convertido en los enemigos mayúsculos de un régimen que pretende no tener ninguno. Si fuera posible tal cosa, clavarían a sus partidarios en las puertas de las granjas". Esta intolerancia absoluta resulta la respuesta manifiestamente errónea a la rampante pérdida de credibilidad de la clase política, intelectual, empresarial, sacerdotal, de nuestra época. Tengo en claro cuál es el talón de Aquiles de la reacción populista, especialmente en lo que se refiere a la capacidad de gobierno sobre situaciones complejas, porque parte de una visión hipersimplificada de la realidad y  suele fracasar y fragmentarse ante los obstáculos puestos por los poderes financieros, las burocracias, el show-bussines y los mandarinatos intelectuales dominados por la progresía. A lo que se añaden los problemas surgentes de liderazgos que tienden a ser monolíticos. De todos modos, en el gris panorama actual de uniformización monocolor y discursos de expertocracia, en el pantano adonde conduce la destrucción de todo límite y el hachazo a todo arraigo, frente a la exaltación de un monoteísmo individualista exacerbado en que desemboca la modernidad, la reacción populista es la única que altera por el momento las reglas de juego impuestas e introduce, sin necesidad de dejarse sugestionar por ella, una bocanada de aire fresco  en las miasmas del anegamiento. Mientras tanto, observo con distancia y una punta de mordacidad, la santificación de Barack Obama -o Barry Soetoro, según los malignos rebuscadores de archivos.