jueves, marzo 11, 2004

No sé si fue la ETA o Al Qaeda (casi doscientos muertos y 1500 heridos saltados por los aires en estaciones de tren en Madrid). El terrorismo se acerca cada día más al culmen de la violencia absoluta, extraída de una mala lectura del Corán, según la cual el mártir es más mártir cuantos más inocentes se lleve consigo. Los mártires cristianos, budistas y, por cierto, buena parte de los mismos islámicos, fueron testigos -que es lo que significa martys en griego- sobre su propio cuerpo y sangre, no en el sufrimiento infligido a los otros. ¿Hay que entrar al Paraíso chorreando sangre en las manos? La violencia escala en espiral, en este tiempo light en que se mata con culpa y se muere con terror, exactamente al revés de la antigüedad. Atila, Tamerlán o la Horda Dorada eran, relativamente, menos crueles por menos hipócritas.

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