jueves, enero 19, 2006

A ver si nos entendemos con este asunto de Irán. Los iraníes han suscripto el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear). Quieren construir un reactor para desarrollar tecnología atómica para uso civil, según afirman. Los israelíes dicen que no permitirán que un Estado exportador de terrorismo posea la tecnología que le permita acceder a la bomba atómica. Los EE.UU. apoyan esta posición israelí. La UE pide sanciones para Irán y que su caso sea tratado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Chirac aparece por televisión y declara -apuntando a Irán- que si Francia sufre un ataque terrorista, la retaliación podrá ser con armas atómicas. Ahora bien, ni Israel, ni Francia, ni los EE.UU han firmado el TNP. Tampoco Pakistán, la India o la China, que integran el club atómico. Yo no creo, claro está, que Irán, segundo productor de petróleo luego de Arabia Saudita, quiera la tecnología atómica exclusivamente para uso civil, o para suplir deficiencias energéticas. Irán quiere la bomba atómica, simplemente porque ha aprendido la lección de Irak, enseñada por los norteamericanos: te puedo invadir porque no tienes la bomba. Si no quiero que me invadan, como anunciaron sin tapujos israelíes y norteamericanos, tengo que tener la bomba. No podemos criticar a Irán porque saque las debidas conclusiones de la lección dictada por los maestros ciruela del "mundo occidental". Cuando los EE.UU invadieron Irak, los justificativos de ese oxímoron, la "guerra preventiva", fueron tres: primo, Irak posee armas de destrucción masiva; secundo, Irak financia el terrorismo fundamentalista y, especialmente, a Al Qaeda; tertio, Irak no es democrática. La primera no se probó, entre otras cosas porque las armas químicas que Saddam poseía bajo anuencia norteamericana ya habían sido utilizadas para gasear a los iraníes, primero, y a los kurdos después. En cuanto al reactor nuclear que los irakíes estaban construyendo hacia 1980, destruido por un bombardeo israelí, nunca puso ser reemplazado. La segunda razón no se pudo probar tampoco, aunque quizás no fuese del todo descabellada. La tercera era cierta. Pero ocurre que Irán es una democracia, donde el pueblo vota y elige como presidente a Mahmoud Ahmadineyad que, luego, no gusta ni a los EE.UU., ni a Israel ni a la UE, pero eso es la democracia, si no me equivoco.
Es cierto, colocándose en la perspectiva del imperio norteamericano, que una situación mundial con quince o veinte estados en posesión del arma atómica es difícilmente gobernable. Máxime en un tiempo en que dos o tres grupos terroristas, no sólo Al Qaeda, tratan de hacerse con un arma de pequeña dimensión, suficiente para destruir Ankara, El Cairo o, incluso, Tel Aviv. Pero este problema imperial no se soluciona pateando la puerta de Irán, como ayer se hizo con la Irak. Entre otras razones, porque de ese modo, como se vio, los problemas se agravan y porque la dificultad, en el caso persa, es bastante mayor. Irán tiene algunos argumentos a favor: si quieren los norteamericanos organizar un gobierno chiíta en Irak, deben contar con su visto bueno y no con su enemistad; si los invaden, el precio del petróleo se irá a las nubes; además, la situación de las tropas en Irak podría volverse insostenible. Por otra parte, China ha advertido oficiosamente a Estados Unidos que los israelíes, si quieren repetir su ataque aéreo de 1980, no podrán bombardear doscientos tubos de aluminio, dispersos en 14 laboratorios, en un país con más de un millón y medio de kilómetros cuadrados. Y Rusia, vecino de Irán, quiere de todos modos proveerle el reactor. La total abolición nuclear, salvo para los EE.UU.mismos, sería la única salida de la pesadilla para el imperio.Pero ya es tarde y la proliferación continuará. Mala tempora currunt.

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