domingo, julio 03, 2016

Pray for the perfidious Albion





Brexit, cuanta palabra vana gastada en tu nombre. Que hay muchos arrepentidos, que ya se viene un contrareferéndum, que cómo dejan votar a esos hooligans...Stephen Sestanovich, de la Universidad de Columbia, sermonea: "el mensaje del Brexit es simple: ¡sé un autócrata!". ¡Alarma!: está en peligro la gobernanza global. "Democracias en crisis", titula "La Nación, este domingo 3 de julio, un artículo sobre el tema, de donde he sacado la anterior referencia. Y se recoge también allí el parecer del belga David van Reybrouck: "votar es el problema...". En una sociedad moderna, gargariza, nos e puede fiar una decisión en condiciones de afectar a un país y afectar a medio mundo a ciudadanos desencantados y pobremente informados. Esto es, a eso que antes se llamaba "el pueblo". Nos dice que alienta, en cambio "sistemas de participación amplios" (?). Otros se refieren a que un tercio no acudió a las urnas. ¿Acaso el desapego no es una forma de opinión que, cuando menos, está más cerca del exit que del remain?  Los esfuerzos por convencer que los votantes por la mayoría ya están arrepentidos y que hay que votar de nuevo, cuantas veces sean necesarias hasta que salga un resultado satisfactorio, me recuerdan la historia de aquel rústico y astuto Bertoldo -a quien el belga seguramente no dejaría votar- que condenado a ser ahorcado consigue la gracia de elegir el árbol  conveniente y, naturalmente, ninguno resulta de su agrado. Como el Bertoldo del cuento, han surgido políticos, analistas y profesores que buscarán hasta el cansancio el referéndum políticamente correcto.



Uno, que no es nadie, desde su rinconcito austral piensa que Albion nunca debió formar parte de la Unión Europea y que la Unión Europea debió ser desde el principio una confederación política y no un espacio informe del punto de vista constitucional, establecido ante todo para el libre flujo de capitales -esto es, la propuesta federativa de Denis de Rougemont. Albion pertenece al mar sin fronteras y no cuaja políticamente con el continentalismo telúrico -de allí su abrazo atlántico con la Unión. Podía haber sido socia del Mercado, pero no integrante de la Confederación.  

Desde luego que en voto del Brexit aparece el fastidio ante la casta política -tories, whigs y labours fueron transversalmente afectados-; la única manifestación posible de los hoi polloi condenados  al silencio y la befa porque no consiguen ensayar el lenguaje  correcto ante la ola inmigratoria, la desocupación, el espectáculo del enriquecimiento de los cada vez más minoritarios happy few; un orgullo de pertenencia que no se agota en el fútbol, etc. Ya nos agitan los periodistas, analistas y research fellows el espantajo de Marine Le Pen, de Donald Trump y del populismo.  No comprenden; más bien, no quieren comprender, contra qué reaccionan esas corrientes y cuál es el núcleo políticamente errado de los sistemas actuales contra los que aquéllas ensayan una contestación.  La sombra del populismo va a perseguir siempre a aquellos a quienes se les ha perdido el pueblo y no sólo no saben dónde está sino que suponen que pueden llamarse democráticos  prescindiendo de él.

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