sábado, junio 05, 2010


QUIEBRA FINANCIERA GLOBAL: ¿Quién será el pagador en última instancia?



Volver después de seis meses de hibernación tiene el problema -seamos pedantuelos- de l'embarras du choix: ¿qué elegir entre tanto material a la vista? A puro pálpito, elijo hablar de lo que más cuenta en el "reino de la cantidad", o sea la platita



Un estudio de Grail Research y Lux Research, para la Harvard Business Review, señala que el dinero invertido por los gobiernos de todo el orbe en rescates bancarios, para apalancar el sistema financiero, y en planes de estímulo para obras públicas equivale a 13 billones de dólares (billones norteamericanos, miles de millones), lo que representa casi el 22% del PB mundial y equivale a una deuda per capita de cada habitante del globo de 2.000 dólares. (Para más datos, la cifra iguala el PBI de los EE.UU.)



Tomemos con pinzas estas cifras (estamos curados de espanto con nuestro INDEC) pero, de todos modos, vayan anotando esta suma -que representa el estado provisorio de la deuda financiera global- en el debe de sus cuentas personales, porque alguien va a tener que pagar este plan para la salvación de la burbuja financiera global... y ya se sabe quiénes son los pagadores en última instancia: we, the people.

El actual Nomos de la Tierra, en situación de crujido, se propuso a partir de la Seguinda Guerra Mundial, y con especial inflexión desde los 70 del siglo pasado, cuando se generaliza la ideología de los human rights como baremo
del comportamiento polìtico global, desenvolver una institucionalización democrática desde arriba hacia abajo, desde lo global a lo local.

Reflexionemos un instante en que no nos encontramos inmersos en un mundo con instituciones globales medianamente fiables y compuesto, en alguna parte, por “países serios”, que se preocupan por aislar a unos cuantos failed states (países fallidos), ingobernables en el campo político e inviables en el campo económico y financiero.

Tenemos una suerte de constitución cosmopolítica universal, cuyo pilar es la Declaración Universal de los Derechos Humanos efectuada por la ONU en 1948, más la serie de tratados internacionales, muchos de ellos incorporados con jerarquía constitucional pro el art. 75, inc. 22 de nuestra Constitución, a partir de la reforma de 1994.

Tenemos una globalización judicial Corte Penal Internacional, Tratado de Roma; Corte Internacional de Justicia de La Haya, Corte Europea de Derechos Humanos cuya competencia llega hasta los Urales y tenemos una Corte Interamericana de Derechos Humanos con competencia continental. Tenemos la OMC, el CIADI y muchas más instituciones globales con "derrame" local, que omito. Pero vivimos globalmente en una excepcionalidad permanente y en una guerra civil generalizada, donde rige la enemistad absoluta y se puede destruir al enemigo a como dé lugar, sin importar los daños colaterales. No quiero abundar trayendo a colación el episodio de la llamada "Flota de la LIbertad" en el intento de romper el bloqueo de Gaza.


Es curioso que cierto países sean calificados como failed states, como políticamente ingobernables y económica y financieramente inviables, cuando presenciamos una falencia financiera global y un desgarro profundo de la red institucional planetaria que ha venido tendiéndose desde fines del siglo XX.


No más grondoneo sobre "países serios" y de los otros, lo que no quita que nosotros nos esforcemos en agregar a aquel colapso general nuestro propio extravío. Que ya es decir.-

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