martes, diciembre 08, 2009


NÉSTOR Y LA TEORÍA DEL CARDUMEN




Al escritor alemán de ciencia ficción que se resguarda bajo el seudónimo de Carl Amery se le atribuye la "teoría del cardumen". Numerosas especies de peces se reúnen en cardúmenes, moviéndose al unísono en la misma dirección, la que de vez en cuando cambian simultáneamente con movimientos violentos y aparentemente inexplicables, ajustados a una suerte de sentido común supraorgánico. Esta masa ictícola, se ha observado, logra confundir a sus depredadores, que la toman por un único cuerpo de gran tamaño. Al parecer, esta red relacional que produce entre cada miembro del cardumen una comunicación tan singular, tiene su asiento en el sistema nervioso en los peces agrupados. Para comprobarlo, se extrajo de uno de estos peces parte de su filamento nervioso. Solo, el pez así mutilado era incapaz de orientarse en cualquier dirección y sus movimiento eran caóticos. Devuelto al grupo, ocurría que, como desajustado al movimiento general, se convertía en el foco de atracción del cardumen. Los arrastraba, pero ahora fuera de aquel sentido común, en insensatas direcciones que terminaban con la extinción del conjunto bajo el hechizo del guía amputado.


No estoy en condiciones de verificar la teoría del cardumen. Pero díganme si no resulta una maravillosa descripción de la red relacional entre Néstor y esa memoria colectiva despintada que se llama peronismo. O, mejor, nuestro país.-

2 comentarios:

Occam dijo...

Los cardúmenes componen la base de la pirámide alimentaria de los mares (luego del plancton). Son tragados sin demasiada elegancia por las ballenas, sobre todo las orcas (que en realidad, son grandes delfines), que orquestan un sistema de caza en el cual el golpe final se da (luego de una sensacional inmersión) con una salida hacia la superficie con la boca bien abierta.

Además de su increíble estupidez, que determina que, en lugar de abandonar al ciego, se lo siga ciegamente, hay que mencionar que los peces no tienen memoria. Si seguimos en esa línea, hay que recordar la tan vigente posición de Baudrillard, relativa a la decadencia y muerte de los fenómenos, que coincide con la promiscuidad de su mención. Cuando tanto se habla de una cosa, es porque esa cosa ya no existe.

Si no se posee la capacidad de recordar, tampoco se puede (como estos pobres pececitos) distinguir la paja del trigo, y como decía Jorge Asís, en lugar de practicar una sana política triguera, se cae en esos casos, con frecuencia, en lamentables conductas pajeras.

Mis cordiales saludos.

Luis dijo...

Elegante tránsito de la ictiología a lo pajeril, que no puedo menos que compartir. Lo peor de estas conductas pajerizas de nuestra clase política y dirigente en general, no está en lo malo que hacen, sino en lo rápido que lo aprenden. Véase si no el caso de los apólidas (sin polis, sin barrio -no privedo-, sin estaño, sin zaguán) Macri, Narváez y Scioli.