viernes, junio 11, 2010



MATRIMONIO HOMOSEXUAL: EL ÚLTIMO JUEGO DE LEVIATÁN








Establecer por ley que matrimonio incluye la unión de dos personas del mismo sexo, es una interesante aplicación del viejo principio hobbesiano: auctoritas, non veritas, facit legem. La ley contradice la biología e introduce una mutación antropológica. Pero es ley, dura lex. A continuación, desde Sudáfrica, un comentario sobre el tema, proveniente de un distinguido miembro de Hinchadas Unidas Argentinas:




Lo que está decadente es el matrimonio. Sólo dos "colectivos" se ocupan con preferencia de él: los obispos y los homosexuales. Los demás, muzarela. Pocos entran y el que puede se raja. Considero la propuesta del matrimonio homosexual como una caída de nivel de los uránicos (busque en el mataburros). Más aún: como una gronchada impropia de la estética gay, tan destacada ella. Manucho Mujica Láinez no pensó nunca en casarse con ninguno de sus "sobrinitos" ni Ana de Alvear, su mujer, entrar en himeneo con alguna de las señoritas con las que se abandonaba a sus prácticas sáficas (imagine u otra vez al mataburros). Amplío la prueba histórica: de Platón a Michel Foucault, pasando por Leonardo da Vinci, a ningún homoerótico (observe la fineza) se le ocurrió casarse con manflorón de su mismo sexo. Se casaron con mujeres, cuando se casaron y, si no, solterearon. Un día vino Roberto Piazza y dijo que quería casarse de blanco. El doctor Gil Lavedra se puso a leer la constitución y encontró que lo discriminaban al Robertito. Y los diputados acudieron a su conciencia, que es aquello de que menos disponen. Lilita hizo su número de gataflora y salió el engendro que salió, que pasará también la aduana del Senado. En fin, la decadencia gay resulta ya manifiesta (y el matrimonio será la bíblica maldición que ahora los castigará). Ellos también oirán a su parej@ decirles: "preferís el fútbol antes que a mí; preferís a los amigotes antes que a mí; preferís el diario antes que a mí" y no podrán contestar que sí.