domingo, mayo 06, 2018

El Descarrío del Derecho


 



En este blog me he referido antes a un jurista español, Alejandro Nieto García, catedrático que a los 85 años publicó su "Testimonio de un Jurista  (1930-2017)", con sabrosos párrafos que compartiré con el ocasional lector, por su pertinencia y clara aplicación a la "verdad efectiva" de nuestra vida jurídicopolítica.

Ya en un libro anterior. "La Organización del Desgobierno" (1984) -y pido al curioso que se detenga un momento en este concepto, o contraconcepto, si se quiere, de "desgobierno", al que nuestro autor dedicó buena parte de sus reflexiones y advertencias-; pues, bien, allí me topé con esta sentencia que me vino al recuerdo mientras veía a Nicolás Dujovne y Toto Caputo sermonearme desde la pantalla con ese manojo de optimismo que evocaba una viejísima canción picaresca; "tout va très bien, madame la Marquise". El dictum de Nieto reza:

"En las áreas del poder no se piensa, se improvisa"

Vayamos ahora a las memorias de Nieto. Advierte nuestro autor: 

“La edad me ha enseñado a percatarme de mi insignificancia personal, de la vaciedad de los pretendidos grandes descubrimientos, de la retórica de los gestos heroicos que terminan siendo patéticos, de la falsedad de las grandes verdades, de la vulnerabilidad de los dogmas tenidos por intangibles y de la fugacidad de las cosas humanas”.  Y ubica su rol  en el escenario del derecho público de su país: “como un outsider, como un enfant terrible haya sido un signo de mi inmadurez propia o de larvada soberbia. Algo que, por lo demás nunca me ha preocupado y menos ahora cuando ya tengo el pie en el estribo para el último viaje, que he de hacer inevitablemente las maletas” .

Recuerda su paso por la enseñanza universitaria y dice que en ella:“perdí mi fe en la completitud de las normas y en la perfección tendencial del ordenamiento jurídico. A golpe de experiencias y de tertulias enriquecedoras me percaté de cual era la verdadera función del derecho estatal, de la incoherencia interna y relacional de las leyes, de la falsedad de los conceptos dogmáticos construidos con pretensiones científicas, y en fin, de la inviabilidad de un sistema estable”.

Su experiencia en la Complutense de Madrid la resume en este párrafo cervantino: “mausoleo de todas las vanidades, panteón de todas las celebridades, espejo de todas las universidades hispánicas, cumbre de la ciencia, cifra del saber, meta de ambiciones, fábrica de influencias, tesoro de subvenciones, reserva de mezquindades, sentina donde desaguan las cloacas del universo académico”.

No menor anatema le cabe al espectáculo de la famosa "Transición" del franquismo a la democracia: “sueldos espléndidos autoestablecidos, instalaciones y automóviles fastuosos, aumento de funcionarios clientelares, inversiones disparatadas y, en suma, desgobierno, caos y corrupción tanto en los ayuntamientos como en la diputaciones provinciales y comunidades autónomas. Aeropuertos sin aviones, trenes sin vías y vías sin trenes, centros culturales y deportivos en cada esquina, congresos inútiles, viajes sin sentido y subvenciones sin cuenta y sin destino conocido”.

Y una consecuencia bien conocida entre nosotros, de ciudadano reducido a puer aeternus": “los ciudadanos en definitiva adoptan actitudes de menores de edad que acuden al Padre Estado para que les arregle todos sus problemas, incluso aquellos que sean buscado ellos mismos. Son frívolos e irresponsables y cuando llega un incidente lloran y exigen sin pensar que ellos son quienes lo han provocado. No tienen en cuenta los riesgos de la vida moderna, que arrostran impávidos pero luego reclaman por los daños producidos. Consumen drogas y exigen ser tratados en un centro público. Practican el botellón y toman estupefacientes en fiestas multitudinarias y luego pretenden ser indemnizados a costa del dinero público si sucede un incidente; y con la misma frivolidad adolescente participan en un encierro popular taurino y se quejan de que un toro les haya lesionado. Mientras que yo tengo que soportar esas protestas y exigencias y de paso costearlas como contribuyente.”.

La corrupción está ahí, desde luego: "fenómeno que le ha preocupado siempre, no es tanto el hecho mismo de la corrupción como la indiferencia hacia ella, que es, a la postre, lo que mejor la fomenta” pues “el calamar de la corrupción se ha envuelto en una nube de tinta tan espesa que ya nadie sabe- y los que lo saben se cuidan mucho de decirlo- qué es lo que ha pasado (y sobre todo, por qué), qué está pasando ahora y en qué parará todo esto”.

No puede dejar de lado el mundo de los tribunales.  Comprueba que; “vivimos en una sociedad pleitista dentro de una economía cuyo sector más importante es el papel, la tinta y sus sucedáneos electrónicos. De las leyes vive mas gente que del turismo o del automóvil”.

La confianza en la Justicia se derrumba porque  “desde el punto de vista legal, la imprevisibilidad de los resultados, el caos normativo y las contradicciones jurisprudenciales siempre dejan abierta la posibilidad de obtener una sentencia favorable aun en los asuntos más descabellados”.

En el Derecho actual conviven “el avión y la diligencia. Es una vivienda en la que no se tiran los muebles viejos. Un mundo de anacronismos cotidianos, en el que lo útil y lo inútil se dan la mano y casi nada funciona racionalmente”.

Redondea: “El Derecho es hoy más incierto que nunca, las leyes no son fiables y menos aún los jueces, impávidos creadores de una jurisprudencia contradictoria; mientras que la doctrina ya no tiene energías para ordenar este caos y ni siquiera ánimos para intentarlo”, lo que desemboca en “unas leyes deleznables, una jurisprudencia desacreditada y una doctrina timorata”.

Agrega: “El Derecho cristalizado en una ley formal se va desfigurando en el curso de su realización por obra de los intermediarios que lo ejecutan y cumplen. Y por otro lado, el texto de la ley se enturbia cuando se integra en un ordenamiento jurídico compuesto de elementos heterogéneos: hacia abajo, los reglamentos, las instrucciones, el complejo universo del soft law; y hacia arriba, la constitución, el Derecho comunitario y el globalizado”. Los jueces, señala, “están practicando con absoluta naturalidad un Derecho sin ley, que últimamente nos ha venido del Derecho anglosajón (…) las sentencias dictadas no al amparo de una ley sino por la simple consideración de que la resolución impugnada no es racional, o razonable o proporcional”. Además: : “hoy los abogados (y jueces) cuentan con un repertorio en internet, que les proporciona, sin más trabajo que apretar cuatro teclas, la argumentación precisa y bien fundamentada en que pueden basar sus escritos forenses cualquiera que sea la posición que pretendan adoptar”. El fundamento exprés, vía cut and paste, que "fundamenta" cientos de fojas judiciales.

Mucho podría añadirse, y en buena parte de las entradas de este blog lo he hecho, acerca de las parecidas calderadas que hierven en nuestro mundo jurídico, más graves aún que las aquí traídas a consideración en la letra del catedrático español. Pero bueno es saber que afuera también se cuecen parecidas habas.

 

 


 
 
 

 


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