lunes, mayo 11, 2015

DE SENECTUTE




Tengo por Carlos S. Fayt  respeto personal, profesional e intelectual. Sus votos a contracorriente en los casos  "Bustos", "Arancibia Clavell", "Simón" y "Mazzeo"  pertenecen a la gran escuela forense argentina. Pero, ya finalizando la séptima década de mi vida, comprendo que todo aquí tiene su tiempo y sazón. Fayt debió irse antes, cumplida su tarea, como se fueron a los noventa años, por comparancia, Holmes o Stevens en SCOTUS -aquí tuvimos ya un lamentable antecedente con Ricardo Levene, que a los 81 no quería renunciar como estaba acordado en el Pacto de Olivos y arrastraba molestas dolencias. La Corte veleta se votó a sí misma en el caso homónimo, y  se advierten los coletazos de aquel decisorio que anuló la norma prudencial del 99, inc. 4º de la CN. Ahora queda tironeado el gran viejo entre las dentelladas de la morralla K y las dudosas defensas pro domo del pantano opositor, debiendo, supremo sarcasmo, quedar cubierto por la toga guaranga del Gordo Rizzo. A nadie le importa ya el veterano y lo empujan a gargarizar mensajes de circunstancia para satisfacción de la tribuna: ¡que hable, que hable!. No podía caer más bajo el oficialismo ni resultar más senil la oposición (más, por cierto, que su ocasional defendido).  No siquiera aludo al tartufismo del presidente de la Corte, porque es de sobra conocido.

Honor a Fayt y lamento que su final  carezca del esplendor que su trayectoria merece.-

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