viernes, julio 20, 2007

Aforismos para ser leídos en el (nuevo) tranvía
Dios ciega a los que quiere perder. A veces, le basta con volverlos bizcos.
En el kali yuga, la búsqueda del "nunca más" se trueca, muy a poco, en el hallazgo del "otra vez". Hay en el hombre actual un curioso frenesí por adentrarse en futuros ya conocidos.
Comité de expertos:
Reunión personas expertas, cada una de ellas incapaz por sí de decidir nada, que concluye que nada se puede decidir sobre algún asunto sometido a su consideración.
La mostacilla que nos gobierna avanza con una revolución retrasada de menos y un colon irritable de más. Mañana puede ser botox.
The pursuit of happiness:
La "felicidad" actual, según los expertos, se funda en la situación del "mercado de colocación de activos soberanos" -esto es, el mercado de deudas- y los precios de los commodities. Me disgustan los presagios desgradables, pero no se necesita ser muy lince para advertir que resultan bases precarias para una dicha cualquiera.
El rebaño siempre será snob.
El último reducto del amor del hombre por la mujer y de la mujer por el hombre son los culebrones de la tevé (y ya se avizoran tiempos de cambio).
Todo matrimonio prolongado surge de la sutura de miles de
microdivorcios.
El amor nace como compensación al horror del mundo, al mal que es la secreta lógica que lo rige. Aquél que lo probó no lo olvida y se convierte en un fedele d'amore. Ya vamos siendo meros sobrevivientes.
La violencia escala en espiral en este tiempo light en que se mata con culpa y se muere con terror, exactamente al revés de la Antigüedad. Atila, Tamerlán o la Horda Dorada eran, relativamente, menos crueles por menos hipócritas.
Contabilizadas nuestras recaídas en el degüello, mejor una paz precaria que una guerra rampante.
Por siempre Borbones:
Nuestro único régimen político subcontinental aceptable resulta, después de todo, europeo y mediterráneo: el despotismo ilustrado.
Las bravatas con las que solemos acusar a los poderes forasteros como causantes exclusivos de nuestros males, deberían ser matizados con un examen de conciencia a través del cual no tendremos otro remedio que advertir nuestra inmensa inmadurez.

1 comentario:

Iván Garzón Vallejo dijo...

Me parece que la lectura de Nicolás Gómez Dávila te ha inspirado momentos de lucidez aforística. ¡En buena hora!