lunes, febrero 12, 2018


DE SEXU, HODIE DICITUR “GENUS”, LEXICON RECENTIS VERBORUM NOVATORUM

 

Lo que antes se llamaba  “sexo” se  debe denominar ahora “género”.  Incluso cada uno, sobre todo el personal masculino, tan dado  él a las demasías, debe mantener una “perspectiva de género”, que permita superar los estereotipos acumulados por siglos, desde un enfoque de igualdad absoluta entre los/las interactuantes,  bajo una nueva codificación política y social de estricta observancia, cuya transgresión es objeto de sanciones morales, sociales y jurídicas. Es la ideología de género, a partir de las gender theories,  inscripta en la tendencia actual al allanamiento, licuefacción y borrado de límites: límites entre los sexos, límites entre culturas, límites entre el ser humano y el animal no humano, límites entre lo animado y lo  inanimado, límites del envejecimiento y la muerte, etc.

El vocablo gender, utilizado fuera de su acepción de “género gramatical”,  comenzó a divulgarse en la época victoriana, donde el término sex sonaba a lujuria y explícita referencia al apetito venéreo. En 1955 un sexólogo, John Money, utilizó por primera vez gender en el sentido de cómo un individuo se representa y es representado como hombre o como mujer. En 1960, los psicoanalistas Robeert Stoller y Ralph Greenson, lanzaron el concepto de “identidad  de género”. La socióloga británica Ann Oacklay completará el proceso con la afirmación de que masculinidad y femineidad no tiene una base biológica de la que cada individuo es naturalmente portador, sino de atributos psicológicos y culturales, fruto de un proceso social  en cuyo curso el sujeto adquiere las características de lo masculino y de lo femenino. Este giro hacia el constructivismo social abrió el camino a la politización  maximalista del género,  bajo la bandera igualitarista, convirtiéndolo en una ideología combatiente. Nadie pone en duda, desde luego, que a partir del dato biológico de  las identidades sexuadas y sexuales femenina y masculina, que dan lugar a diferentes comportamientos, los códigos sociales adscriptos a los roles femenino y masculino resultan del entorno cultural en que se desenvuelven.  Nada novedoso: el ser humano es un animal cultural; lo innato y lo adquirido conviven en él. Pero no somos varones y mujeres por un condicionamiento social, ni la “naturaleza” resulta palabra vacía o construcción cultural ella misma, intercambiable a voluntad por el simple deseo del sujeto.  Durante mucho tiempo, bajo la palabra “sexo” se englobaban de manera implícita la dimensión corporal, biológica, y la dimensión cultural, adquirida. No habría inconveniente en llamar a la segunda “género”. Pero el “género” de  la ideología de género es otra cosa: algo que  que se ha vuelto loco por adosarlo a una idea loca de la igualdad. Igualdad  demente que supone el aplanamiento de toda diversidad, de toda equivalencia entre semejanzas. Una igualdad vesánica que se confunde con la “mismidad”, teniendo como condición beligerante  el arrasamiento de todo límite entre culturas, personas y sexos. Un ejemplo de esta peligrosa chifladura resulta de las diatribas a que fueron sometidas, en especial  Catherine Deneuve y demás firmantes de un manifiesto de mujeres francesas que intentaba rescatar el lenguaje de la seducción como forma de relación entre el hombre y la mujer, un campo donde esta última tiene –me resisto a decir “tenía”- un poder  reconocido e ingénito, que resulta un antiguo refinamiento ceremonial de la cultura sobre la rutina ritual del cortejo, propia del mundo animal. (Por eso una maravillosa Catherine preside este post  y lo cierra Brigitte Bardot, otra opinante).  La ideología de género, en cambio,  propicia lo que Pascal Bruckner llama una “codificación maniática” de la relación entre el hombre y la mujer, con un pathos igualitario desconfiado, hostil  y litigante. El hombre es un violador potencial: “la erección es un mecanismo machista”.  Viejo puritanismo anglosajón agazapado que extiende su zarpa, y viejísimo catolicismo mediterráneo, o lo que queda de él, que aún levanta cabeza.

Desde el momento en que lo sexual es un constructo, o más bien un destructo, se produce un sinfín de “orientaciones a la carta” en materia de contactos rítmicos de mucosas en zonas  del hipogastrio, conforme el derecho a ser y hacer cualquier cosa, sobre la base de un deseo, y dejar de serlo y deshacerlo  después por un deseo contrario, excluidos, claro, eso de la patriarcal seducción del hombre por y hacia la mujer  y, también,  el rutinario ejercicio de la heterosexualidad monótono monogámica. He recogido, pues, para los lectores del blog, un lexicón de las varias de las posibilidades abiertas de construcción de géneros, además de la consabida hombre/mujer. Ahí va, y se admiten contribuciones:

·        Intersexual

·        Agender

·        Analgender

·        Andrógino

·        Bigender

·        Cross-dresser (travestismo)

·        Demigender

·        De-mujer-a-hombre

·        De-hombre-a-mujer

·        Drag-King

·        Drag-Queen

·        Genderfluid

·        Genderqueer

·        Neutros  ( caso  Norrie-May Welby)

·        Non binario

·        Pangender (siente pertenecer simultáneamente a todos los géneros)

·        Tercer sexo (el Tribunal Constitucional alemán –“el areópago del Karlsruhe”- ha emplazado al Bundestag hasta el 31/12/18 para establecer en los registros de nacimiento un casillero de tercer sexo)

·        Transexual

·        Dos espíritus ( en pueblos amerindios- buscar “berdache” en Wikipedia)

 

En junio de 2016 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU creó el cargo de Experto Independiente en Orientación Sexual e Identidad de Género. El nombramiento recayó en el abogado tailandés Vitit  Muntarbhorn.  El experto renunció el 31 de octubre de 2017, por razones familiares. En cuanto sé, el cargo permanece vacante. De todos modos,  cuando estaba en funciones, Vitit manifestó que existían  a ese momento 112 géneros.  Dejo al lector la tarea de buscarlos y enumerarlos. A mí, me supera.-




 

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