LA SAGA DE LA DEUDA CONTINÚA
Seguimos
rescatando esta serie de viejos artículos sobre nuestro primer empréstito y su
posteridad, ya que iluminan
suficientemente las peripecias actuales, que s manifiestan como en lo que, en
términos clínicos, cabría llamar una neurosis de repetición
BYE
BYE BARING (V)
Lo que se recibió del empréstito nominal de
£ 1.000.000 fueron -se anotaba en la anterior entrega- de £ 560.000, es decir,
al cambio de cinco pesos por libra, $ 2.800.000. El gobierno lo redondeó en $
3.000.000 y designó una Junta que debía prestar ese dinero en plaza mediante
descuento de letras. Recuérdese que el interés del empréstito era del 6% anual,
y el vigente en Buenos Aires, a ese entonces, del 18 al 24% anual [1]. Cuando,
en 1826, establecida -al menos en los papeles- la autoridad nacional "en
unidad de régimen", se crea el Banco Nacional, tres millones de los diez
de su capital estaban representados por los fondos del empréstito Baring. De
este modo, la deuda provincial pasó a ser nacional (todos los recursos del
Banco Nacional, por otra parte, provenían de la provincia). Pero ya estaban en
curso las operaciones de guerra con el Brasil: había que improvisar un ejército
y una escuadra capaces de hacer frente a las fuerzas del Imperio. El comercio,
y las rentas de aduana consiguientes, quedaron reducidos al mínimo a causa del
bloqueo de Buenos Aires por la flota imperial. Los gastos de la guerra,
soportados casi exclusivamente por la provincia [2], fueron financiados con las emisiones del Banco Nacional, del
que el gobierno central podía hacer
retiros ad libitum, a cuenta de las
rentas públicas. Se produjo el empapelamiento y la depreciación consiguiente,
debiendo declararse el curso forzoso de los billetes a su valor nominal. En la
financiación de la guerra con el Brasil por medio de billetes cada vez más
depreciados, se disolvieron los fondos del primer empréstito.
Cómo no se pagó el empréstito
Como ya se ha dicho, con títulos del
empréstito por £ 130.000 congelados en Londres, se pagaron de antemano los
intereses y amortización por los dos
primeros años del empréstito. Las remesas por el segundo semestre de 1826 (con
vencimiento el 12/I/27) y por el primero de 1827 (con vencimiento el 12 de
julio del mismo año), lograron efectuarse, no sin esfuerzo. Pero en julio de
1827, la autoridad nacional presidencial cae. En agosto, Manuel Dorrego asume
la gobernación de la provincia.
La convicción tanto del gobernador como de
su ministro de Hacienda, Roxas y Patrón, era que no se podría cumplir con el
servicio a vencer el 12 de enero de 1828. Esto también era ya una evidencia en
Londres: ninguna de las antiguas colonias españolas que habían tomado empréstitos
en aquellos tiempos de la "plata dulce" del primer lustro de 1820,
estaban en condiciones de hacer frente a sus servicios. Todas ellas habían
caído en mora. Se formó en Londres un Committee
of Spanish American Bonholders, "Comité de Tenedores de Bonos de Empréstitos
Hispanoamericanos" y Alexander Baring, barón de Aushburn, resultó electo
para presidirlo.
Dorrego intentó hacer frente a la situación
y sostener el crédito provincial autorizando a la Baring a vender las fragatas
"Asia" (rebautizada "Buenos Aires") y "Chapman"
(bajo el nuevo nombre de "Congreso"), que se hallaban surtas en el
puerto de Londres, adquiridas por el gobierno nacional con la idea de formar
con ellas una escuadrilla adicional para operar en la guerra contra el Brasil.
El producto se aplicaría al servicio vencido del empréstito. Las fragatas tenían
su pequeña historia: se había destinado a pagarlas el producto de lo que iba a
ser un segundo empréstito, esta vez nacional, por £ 300.000, autorizado en época de presidencia de Rivadavia. Pero los
tiempos no eran de auge en la plaza europea, y Rivadavia fue de la opinión
-"acto de estupidez", según lord Ponsonby- de ordenar gestionarlo a
través de sus conocidos de la casa Hullet, dejando de lado a la casa Baring. Lo
cierto es que cuando la Baring quiso realizar la venta, se topó con la
oposición de la Hullet, que tenía los citados buques registrados a su nombre. Cuando
pudo liberarse la oposición, otros acreedores cayeron sobre ellas: eran
armadores extranjeros, británicos en su mayoría, con reclamos contra malas
presas reales o supuestas efectuadas por corsarios argentinos durante la guerra
con el Imperio. Se abrió allí otro capítulo de nuestros débitos exteriores,
ajeno al empréstito.
Rosas
y los Bonoleros
Lo cierto es que el servicio de la deuda se
había interrumpido en enero de 1828 y así se mantuvo durante dieciséis años.
Pero no sin algunos hechos de interés. Los bonholders,
llamados aquí "bonoleros", constituyen en Londres una "Comisión Permanente de Tenedores de Bonos
del Empréstito", que se reúne periódica y ruidosamente en la London
Tavern, en la City. El barón de Aushburn, sir Alexander Baring, no cesa de
mirar con un ojo atento las convulsiones hispanoamericanos, pero, casado con
una rica heredera norteamericana, no deja de preocuparse también por el otro
pedazo transatlántico. Como gobernador de Buenos Aires y encargado de las
relaciones exteriores de la Confederación Argentina, está don Juan Manuel de Rosas. Manuel Moreno,
embajador ante la corte de Londres, a fines de 1831 tiene una reunión con los
bonoleros de la Comisión, a fin de tranquilizarlos un poco. Y asegura,
siguiendo órdenes de su gobierno, al Committee
presidido por sir Alexander, que los servicios de la deuda, y con ellos la
confianza, se reanudarían en poco tiempo . En sus mensajes a la legislatura, ni
el ministro Manuel José García ni el Gobernador dejan de recordar la deuda con los
señores Baring. Pero nada era fácil en la tesorería de este lado del charco.
En 1842, la casa Baring envía a un
representante para explorar la posibilidad de que de una buena vez se
reanudasen los pagos. Se trata de Francisco de Palacieu Falconnet, nacido en
Nápoles y súbdito británico. Las instrucciones de la casa de Bishopsgate
Street, que se conservan, están orientadas a informarse si hay real voluntad de
cumplir y, a falta de contante, qué otra cosa pueden ofrecer los rioplatenses:
concesiones exclusivas para navegar el estuario y los ríos interiores con
buques de vapor; un tanto por ciento de las rentas aduaneras (como México); el
lanzamiento de una contribución especial a pagar por los ricos terratenientes y
comerciantes, etc. El informe de Falconnet a sus mandantes respecto del juicio
general acerca de su gestión no ha sido aún posible de consultar en los archivos
de Bishopsgate Street, pero sí han quedado interesantes aspectos registrados en
los repositorios nacionales. Que se verán en la próxima entrega.-
[1] Los intereses siempre fueron muy altos
en Buenos Aires, hoy como ayer. La tasa del 1« al 2% mensual referida rigió¢ a
partir de la creación del Banco de Descuentos, en 1822. Antes, se había cobrado
hasta el 5% mensual. Era costumbre muy arraigada en las familias de pro colocar
préstamos a interés.
[2] Durante la guerra con el Brasil, como
se lee en la Memorias de Iriarte, muchas haciendas brasileras de la Banda
Oriental y de Rio Grande do Sul fueron saqueadas y los ganados vendidos del otro
lado del río Uruguay. Las provincias del Litoral, según Juan Álvarez, vendieron
a alto precio sus caballadas y los pocos contingentes de efectivos enviados a
territorio oriental. Según el mismo autor, en coincidencia con lo expuesto al
principio de la nota, algunas acciones "importaron más que operaciones
guerreras, simples arreos de hacienda, en los que aparecían interesados Santa
Fe y Entre Ríos" ("Ensayo sobre la Historia de Santa Fe", Bs.
As., 1910, ps. 280 y
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