ELUANA, LA VIDA, LA MUERTE Y EL TELÓN DE FONDO CRISTIANO
En el fino fondo del caso de Eluana Englaro, por encima del ruido y la furia mediáticas, me parece que se ha traspasado un katejon, un obstáculo, que el cristianismo, creo que ya por inercia y sin comprenderlo muy bien, oponía a un nuevo Nomos global. Ese katejon era el de la sacralidad de la vida humana. En palabras clericales, que la vida era más importante valor, un don de Dios siempre bueno en sí. Si es un don, una donación de Dios, se reflexiona hoy, entonces el donatario puede hacer lo que quiera con ella ya que, en términos de toga, no se trata de una donación con cargo. La misma noción de "valor", que la jerga clerical destacaba, era un preanuncio de derrumbe. Porque la noción de "valor" viene de la economía y siempre se sitúa en una escala móvil donde no hay ningún valor objetivamente fijo en la sumidad. La confusión de "valor" y "bien" lleva a esta situación en que el cristianismo no sólo no vence sus batallas por "valores", sino que no convence. Los valores, como vio con su claridad insobornable Carl Schmitt conducen a una tiranía valorativa: ¿quién establece la escala? ¿quién dice lo valioso y lo disvalioso? El nuevo tirano, cuyo rostro apenas podemos conjeturar.
Tiempos difíciles, sombríos y, en el núcleo de la oscuridad, terriblemente grandiosos.-
En el fino fondo del caso de Eluana Englaro, por encima del ruido y la furia mediáticas, me parece que se ha traspasado un katejon, un obstáculo, que el cristianismo, creo que ya por inercia y sin comprenderlo muy bien, oponía a un nuevo Nomos global. Ese katejon era el de la sacralidad de la vida humana. En palabras clericales, que la vida era más importante valor, un don de Dios siempre bueno en sí. Si es un don, una donación de Dios, se reflexiona hoy, entonces el donatario puede hacer lo que quiera con ella ya que, en términos de toga, no se trata de una donación con cargo. La misma noción de "valor", que la jerga clerical destacaba, era un preanuncio de derrumbe. Porque la noción de "valor" viene de la economía y siempre se sitúa en una escala móvil donde no hay ningún valor objetivamente fijo en la sumidad. La confusión de "valor" y "bien" lleva a esta situación en que el cristianismo no sólo no vence sus batallas por "valores", sino que no convence. Los valores, como vio con su claridad insobornable Carl Schmitt conducen a una tiranía valorativa: ¿quién establece la escala? ¿quién dice lo valioso y lo disvalioso? El nuevo tirano, cuyo rostro apenas podemos conjeturar.
Tiempos difíciles, sombríos y, en el núcleo de la oscuridad, terriblemente grandiosos.-