domingo, septiembre 27, 2015

LOS NUESTROS QUE SE VAN: NORBERTO QUANTIN




Conocí a Norberto y a Margarita en 1966, cuando cursábamos unas clases en un salón contiguo al Carmelo, de las que él saldría con una beca a España. Margarita era la secretaria de Graciela Peyró de Martínez Ferrer, que en esa época estaba al frente de la entidad organizadora de los cursos. Allí conocí también a mi futura mujer y, de algún modo, siempre con ella hemos considerado que quedaron cruzados en ese lugar los destinos de los cuatro, además de otras afinidades y empresas comunes que llegarían luego. Dictaba uno de los seminarios Aníbal D'Angelo Rodríguez, otro amigo entrañable recientemente desaparecido. Entre los tres, Aníbal, Norberto y yo, además de entretejerse una historia muchas veces común en la esperanza y en el fracaso, episodios propios de la peripecia en este mundo sublunar, existía ese delgado hilo rojo de haber salido, en distintas épocas y circunstancias, del  Nacional Buenos Aires, con sus glorias y oprobios. Norberto dejó escuela en su tarea como fiscal y magistrado, y así con justicia lo registran las crónicas. Norberto y Aníbal se fueron adonde esperan todas las respuestas y uno sigue tirando aquí, con dos recuerdos imborrables en el alma.

sábado, septiembre 26, 2015

SOBRE LA ONU, SUS SETENTA PIRULOS  Y JUGAR A LA BUROCRACIA




El Delegates Dining Room  de la ONU, en Nueva York, es uno de los mejores restaurantes de la ciudad, con vista al East River y panorama insuperable de Queens. La carta es interesante;  el catálogo de vinos, suficientemente onusino, registra variedades de los cuarenta países productores en el mundo;  los platos resultan agradables. Más agradable aún el precio: una cena está en los 34 usd. Si nos invita alguien que trabaje allí,  puede -pecado muy satisfactorio en la Gran Manzana- estacionar en infracción sin pagar multa, ya que el status diplomático del dependiente permite ignorarlas.

Ineficiencia, burocracia asfixiante, corrupción, todo se encuentra en el Gran Palacio Vitrado. Los sueldos son excelentes, aproximadamente el  doble de lo que en el resto de la ciudad cobraría alguien que cumpliese las mismas tareas: un experto en computación recibe 111.000 usd anuales, contra 41.000 que e perciben por lo mismo en las calles. El asistente del secretario general  embolsa 190.000 usd, mientras el alcalde de Nueva York recibe por derecha 130.000.  Lo mejor del caso, tax free.
Otras lindezas pueden hallarse en un trabajo de dos economistas de Harvard, Ilyana Kuziemko y Eric Werker  -"How much is a seat on the Security Council Worth? Foreign Aid and Brivery  at the UN", Journal of Political Economy, 2006", rastreable en Internet. Explican allí que los países que aspiran a obtener un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad lo hacen no tanto por su breve influencia en la esfera mundial, sino por los beneficios colaterales que perciben por la función. En puridad, la función más importante desempeñada hasta ahora por la ONU es la ocupacional. El primer y excelente ocupado es Ban ki-Moon, el surcoreano secretario general. Al comienzo de su gestión, la hagiografía onusina lo presentó como un bridge builder, alguien que tiende puentes -¿pontifex?-; poco más tarde lo comenzaron a llamar, como en su país de origen, Ban-Chusa, el superburócrata, cuyo rasgo más definido es no definirse en nada y cuyo más alto grado de heroicidad fue marchar en Nueva York junto a Al Gore, contra el calentamiento global: como diría el Martín Fierro, ahora en venta en el shop onusino: "hagámosle cara fiera/a los males, compañero". No desentona, sin embargo, respecto de sus antecesores: Trygve Halvdan Lie, sueco, como  Dag Hammarskjöld, un aristócrata llamado en el Palacio de Vidrio mister "H"; el birmano U Thant, seguido por el austríaco Kurt Waldheim, que había combatido junto al Tercer Reich, seguido del peruano Javier Pérez de Cuéllar, que se desempeñó durante la guerra de Malvinas, cuando Fernando Belaúnde Terry intentó una gestión pacificadora. Lo continuó una suerte de momia egipcia, Boutros Boutros-Ghali, seguido por el antecesor de Ban-Chusa, el ghanés Kofi Annan casado con una sueca, con muchas denuncias cajoneadas acerca de corrupción. Lista de un papado laico, elenco de la inutilidad de la ONU, la más grande burocracia del mundo, que un periodista de Chicago llamó "un jet set humanitario". No insistiré con UNICEF ni con la Corte Internacional de Justicia de La Haya, un hermoso retiro  forense con pocas causas a tratar  (se ha agregado ahora el contencioso boliviano-chileno) y otras covachuelas bien pagadas.
El papa Francisco  elogió el aparato onusino, aunque con reservas sobre los miembros permanente del Consejo de Seguridad,  y Shakira cantó para el papa Francisco, con el aplauso de Ban-Chusa. Setenta años de la ONU, y continuaremos siendo como somos, animales culturales bastante peligrosos que saben construirse algunos refugios afortunados, mientras el mundo de los hombres tenga días.

Pirulos: años. en jerga rioplatense






jueves, septiembre 03, 2015

¿JUSTICIA UNIVERSAL?



La foto de un chico sirio, Aylan, ahogado junto con un hermanito y su madre cuando intentaban con el padre llegar a la costa griega desde Turquía -la vía de escape de los que buscan refugio en Europa, desde Damasco, Alepo y otras ciudades y aldeas, huyendo de los bombardeos de los "rebeldes" del ISIS- ha dado la vuelta al mundo y provocado un estremecimiento sin fronteras.

Mientras tanto, una jueza federal argentina, en nombre de una cierta "justicia universal", que permite la extraterritorialidad y la extemporaneidad de la jurisdicción, viaja cada tanto a España, para tomar declaraciones en una causa por los "crímenes del franquismo", ocurridos casi ochenta años atrás.

No habrá "justicia universal" ni tribunal que haga comparecer ante sus estrados a  los grandes responsables, es decir, los gobernantes e inmediatos secuaces de los EE.UU, Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita, etc., de la destrucción de Siria, como antes de Irak, de Libia, de Afganistán y de Ucrania. Ellos se conduelen también ante los despojos de un inocente, apelan a la lástima planetaria, pero no serán citados por crímenes de lesa humanidad.  Lesa humanidad es, por ahora, el nombre del último clavo en el ataúd de los  vencidos, que facilita una buena conciencia por parte de los vencedores.

Por una justicia universal muy atrasada, an old bitch gone in the teeth, for a botched civilization...