viernes, enero 30, 2004

LES INVASIONS BARBARES
Hoy he visto por segunda vez, la primera fue hace un mes en Francia, "Les Invasions Barbares", pelicula de Denys Arcand que continúa, diecisiete anos después, "Le Declin de l'Empire Américain". Extraordinaria panorámica sobre nuestra generación y la de sus hijos. Todas las variantes de nuestro querido histrionismo generacional puestas al descubierto. Y una decadencia, contra la cual los jóvenes sólo pueden defenderse a traves del eficientismo analfabeto o de la droga destructiva, que -aplicada aquí a Rémy, enfermo terminal- le quita a la muerte toda dimensión catártica. A la muerte y, agrego, a cualquier acto trágico, como quiso ser la borrachez ideológica y guerrillera de nuestra juventud. Estos canadienses, nuestros coetáneos, lo tuvieron todo: la liberación sexual, la "revolución tranquila" para hacerlos creer en el ápice del tiempo, el acceso a la gran cultura, la emancipación de los límites de conducta establecidos especialmente por la Santa Madre Iglesia, la salud garantizada y -ellos sí- el ingreso garantizado (los profesores de "Le Déclin..." discutían de todo menos de sueldos y dinero). Como siempre en Arcand, testigo comprometido y lúcido, el diálogo es vivaz, profundo y, muchas veces, pasa de la ironía al sarcasmo de un modo casi elegante. Las reuniones, las comidas, los encuentros, son lo más valioso. Pero, reitero, la muerte de Rémy, el ejercicio eutanásico compartido, deja la impresión de ser un episodio más, pese al manejo excelente y medido de los sentimientos de los testigos y el protagonista. Se mata/muere Rémy y pareciera que los otros vuelven a sus asuntos, reducida la cuestión a una anécdota más para contar en próximas reuniones. En fin, si el nihilismo de nuestro tiempo necesitaba una ilustración, allí está, magnífica. Mezcla de nihilismo y sentimentalismo, nuestro tiempo avanza y, con él, nuestra generación se va borrando de a poco. De todos modos, Arcand es respetable, aunque no siempre compartible. Vive le Québec libre!

miércoles, enero 28, 2004

DELLA MONETA

En cincuenta y ocho años de vida he visto nacer y morir cuatro signos monetarios. Vine al mundo con el peso moneda nacional, que duró de 1899 a 1969. En 1970 se nos impuso el peso ley 18188, que duró hasta 1983. De 1983 a 1985 tuvimos el efímero peso argentino y así llegamos al austral, que sobrevivió apenas a la hiperinflación de 1989 y murió en la de 1991, siendo sustituído por el peso actual. Nuestros gobernantes, en la Argentina, se han especializado en pulverizar monedas. Siendo la moneda el bien social por excelencia, cada muerte de un signo monetario representa el sacrificio de una sociedad. La desvalorización de la moneda romana, que tomó tres siglos, y las falsificaciones de la moneda en la Edad Media, a que tan afecto fue, por ejemplo, el rey francés Felipe el Hermoso, son juego de niños al lado de nuestros experimentos con el dinero. Naturalmente, los gobiernos han podido proceder de esta manera porque, como sociedad, lo hemos permitido, aceptado y soportado. Las bravatas con que solemos acusar a los poderes forasteros como causantes exclusivos de nuestros males, deberían ser matizadas con un honesto examen de conciencia a través del cual no tendremos otro remedio que advertir nuestra inmensa inmadurez. Gente que no puede manejar su propia moneda, porque acaba siempre destruyéndola, no parece capaz de asumir autonómicamente su destino.
DEL VELO ISLÁMICO Y SUS CONTORNOS
La cuestión del velo islámico en la escuela pública, tal como se presenta actualmente en Francia, muestra, ante todo, la limitación del proyecto republicano laicista que pusiera en funcionamiento, a fines del siglo XIX, la ley de Jules Ferry, que a su vez diera lugar, entre nosotros, a su homóloga, la ley 1420. La dimensión sacra, religiosa, quedaba fuera del ámbito de la escuela republicana, que infundía a los alumnos, por otro lado, una especie de "religión civil" sobre la base de los símbolos patrios, único elemento cohesivo que se consideraba legítimo. Entre nosotros funcionó exitosamente hasta los cincuenta del siglo XX. El precio de la cohesión así obtenida era la renuncia a las particularidades de cada uno de los grupos incorporados a la escuela republicana. En otras palabras, la uniformización, representada emblemáticamente en los "blancos delantales" que llevábamos los chicos de entonces. Por un lado, se ponían entre paréntesis momentáneos las diferencias sociales, y esto era bueno, como puede atestiguar cualquiera que lo haya vivido y lo compare con el aislamiento y cocooning a que se tiende hoy. Por otro, aplanaba las diversidades particulares, idiomáticas, de costumbres, etc. Era un empobrecimiento correlativo. Hoy este modelo uniformizador resulta impensable. Lo que lo ha puesto en crisis es tanto la ideología de los human rights como el empuje avasallador del Islam. Nadie renuncia a su particularidad por la uniformidad nacional. Entonces, prohibir a los estudiantes los signos exteriores de pertenencia religiosa en la escuela resulta arbitrario. De últimas, el único que debería abstenerse de su uso es el maestro republicano, pero no los estudiantes. Por otra parte, la sola manera de que las religiones convivan es que se reconozcan y toleren en sus manifestaciones externas. Creo que la escuela pública va a terminar por advertir que, al eliminar de su enseñanza los aspectos de lo sacro y religioso, amputa una dimensión irrenunciable del hombre. Mejor valdría tratar esos temas "republicanamente", es decir, sin preferencia pública por ningún credo y procurando que entre ellos haya convivialidad. Esta reflexión resulta extensible al caso del retiro de una imagen de la Virgen en los tribunales, a raíz de la acción de amparo presentada por una ONG de circunstancias. La discriminación que se procura remediar no está en poner una imagen, sino en sacarla. Observar, de paso, cómo una institución, la agencia judicial, destinada a componer conflictos, los agrava.

martes, enero 27, 2004

INSEGURIDAD
Una veterinaria fue robada y violada en su casa. Hizo la denuncia, concurrió la policía bonaerense y los agentes intervinientes secuestraron una pistola y una linterna, al parecer pertenecientes al ladrón y violador, apropiándose de esos elementos, sin incorporarlos a la causa como piezas de convicción. La víctima fue otra vez ofendida y humillada, ahora por el aparato destinado a darle seguridad. Creo que todos los intentos de reducir la inseguridad estarán desnorteados mientras se confunda seguridad con policía o con agencia judicial (especialmente el ministerio público fiscal, sobredimensionado hoy).

lunes, enero 26, 2004

INCIPIT

Abro aquí este sitio de comentarios a 360º

Estoy escribiendo un trabajo sobre la argumentación como medio para la resolución de conflictos. Aplicada al conflicto político, sin embargo, la argumentación, que debería ser la "vía regia" compositiva, se revela ineficaz. ¿La imposibilidad de persuadir?