PINGÜINO, GUACAMAYO Y CACATUA
Kirchner en Venezuela, con Hugo Chávez. Guacamayo y pingüino picoteando al mundo. Sería respetable, aunque podría discutirse su forma y oportunidad, la formación de un eje Caracas-Buenos Aires, contra la globalización uniformizadora que "está de olvido y siempre gris". Pero, por lo menos en cuanto a nuestro Sacristán (recuerdo que eeso significa kirchner en alemán), el empeño es de volido corto, muy corto. Si se demuestra antibushista -cualquier cacatúa lo es hoy- y desvinculado de todo intento de ponerle frenos y contrapesos al nuevo Bolivarito, es pensando en la interna de la ciudad de Buenos Aires, entre Filmus y Telerman. Habla desde Caracas para un imaginario electorado progre en Baires. Y si invita al Hugo a que presida en el Luna Park un acto piquetero paralelo a la visita de Bush a Montevideo, es para moverle el piso a Tabaré y a esos yoruguas respondones. Es un hombre muy pequeño el que la Fortuna ha enarbolado aquí. Esta mansa aceptación que despierta (y "despierta" no es la palabra: que nos hace abrir un ojo para darnos vuelta y dormir del otro lado) muestra lo muy pequeños que, a su imagen y semejanza, somos todos a orillas del río marrón.
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