En un artículo de Edgar Schmid -"Brzezinski y la próxima guerra con Irán"-, que me llega a través de la red por "Bambu Press", junto a otras consideraciones no exentas de interés, se inserta este párrafo asnal:
"Lo que se juega acá es el control de los mercados y en qué moneda se harán los intercambios. Es lo que preocupaba a Ernesto “Che” Guevara en Argel (26 febrero de 1965): no sirve de mucho lograr el socialismo en un país del Tercer Mundo si luego, con su producto debe concurrir a un mercado internacional controlado por anglo-americanos, negociar en una moneda que no puede emitir (dólar o libra), aceptar el “deterioro de los términos de intercambio” en esa moneda, y hasta terminar endeudado en esa moneda".
Al Che no le preocupaba la moneda, en puridad, hasta el punto de propugnar su abolición, como también propició la abolición de la Navidad. El discurso de Argel, que suele presentarse como una crítica a la URSS, encierra simplemente un pedido urgente de auxilio, como el que cualquier tenedor de libros de un país periférico podría, en nombre del capitalismo, lanzar a los EE.UU.
Transcribo:
"El aspecto de la liberación por las armas de un poder político opresor debe tratarse según las reglas del internacionalismo proletario: si constituye un absurdo pensar que un director de empresa de un país socialista en guerra vaya a dudar en enviar los tanques que produce a un frente donde no haya garantía de pago, no menos absurdo debe parecer el que se averigüe la posibilidad de pago de un pueblo que lucha por la liberación o necesita esas armas para defender su libertad. Las armas no pueden ser mercancía en nuestros mundos, deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias y posibles a los pueblos que las demanden, para disparar contra el enemigo común. Ese es el espíritu con que la URSS y la República Popular de China nos han brindado su ayuda militar. Somos socialistas, constituimos una garantía de utilización de esas armas, pero no somos los únicos y todos debemos tener el mismo tratamiento". Armas iguales para todos los "revolucionarios".
Citar en el siglo XXI al Che como mentor revolucionario es una memez. Este estalinista asmático (al viajar a Moscú depositó compungido flores en el santuario del Tío José) fracasó en todo lo que hizo, salvo en los fusilamientos y torturas a mansalva que dirigió con la indiferencia feroz de un Saint Just del subdesarrollo. Fracasó como ministro de la Producción, empobreciendo a un pueblo próspero y emprendedor; fracasó como presidente del Banco Central de Cuba, emirtiendo papeles sin valor con su firma ostentosa; fracasó como liberador del Africa (se peleó en el Congo con Kabila porque le parecía que los negros no eran revolucionarios serios sino más bien vagos); fracasó en el foco boliviano, sin que lo apoyara ni un campesino y bajo la sonrisita mefistofélica de Fidel, que al fin se sacaba así de encima a semejante incordio. No fracasó como imagen de guerrillero fotogénico, ligeramente crístico. No fracasó como adorno para la publicidad del Cohiba, un lujo burgués al fin y al cabo. El capitalismo execrable y selvático lo hizo triunfar como gadget, especialmente bajo forma de camiseta. Su posteridad es la musculosa estampada. Consumado consumista de mercadería revolucionaria, el chanchito pequebú se sintió héroe por procura colgando en la pieza el poster del Che. Comprado con el dinero que este argentino mustio y mohino, borracho de ideología y no de buen ron o mejor vino, este sacristán revolucionario eternamente de cuaresma, quería suprimir. Hijo del pueblo te oprimen cadenas/sin el Che shirt no podemos seguir...
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