domingo, agosto 28, 2016

APUNTE SOBRE EL PLAGIO



El presidente mexicano, Peña Nieto, ha sido acusado de plagio,  en su tesis -entre nosotros, tesina-  de licenciatura en Derecho, presentada en 1991 ante la Universidad Panamericana de la hoy Ciudad de México (antes México DF). El tema elegido fue "El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón" y la tercera parte del trabajo consiste en transcripciones de otros autores, sin citarlos ni consignarlos en la bibliografía.  La investigación la realizó la periodista Carmen Aristegui, a quien he visto a veces por la CNN con cierto aire de maritornes, y goza de credibilidad en su país. Ahora 190 académicos piden le revoquen el título a Peña Nieto. Por otra parte, observo que la Universidad Panamericana, según el ranking de universidades mexicanas de AmericaEconomia Intelligence, está en el puesto 43, peleando el descenso (el hit-parade está encabezado, como siempre, por la UNAM, seguido por el Instituto Tecnológico de Monterrey). En fin, el vocero presidencial mexicano embarró más la cancha, puso palos en la rueda, arena en los cojinetes y miguelitos en la ruta del atribulado Peña Nieto con su defensa: fueron "errores de estilo" y "fallas metodológica", pero plagio, nada de eso

Recuerdo que  Karl Theodor zu Guttemberg, ministro de Defensa alemán y una de las primeras espadas de Ángela Merkel, que reconocía en él dotes políticas extraordinarias, debió renunciar por haberse descubierto el plagio de su tesis doctoral. Los políticos alemanes consideran que su cursus honorum no está completo si falta un Ph.D en su curriculum vitae et studiorum. Superioridad neta de los nuestros, que ostentan generalmente títulos de grado más o menos laboriosamente adquiridos, y algunas veces los han mentido, pero patrióticamente este blog callará en este punto, por ahora.

Un toque ridículo a estos devaneos plagiarios en el gran teatro de la política es la acusación a Melanie Trump de haber plagiado una parte de un discurso de Michelle Obama. En otras palabras, el ghost writer de Melanie tomó algunas frases del ghost writer de Michelle, que a su vez lo había tomado del ghost writer de Barbara, que a su vez lo había tomado del negro literario de Nancy, que a su turno lo había copiado de Eleonor Roosevelt, para llegar a alguien que podía redactar un discurso por sí misma.

El plagio: todo un temazo. Interrogando a la palabra surge un dato interesante: en el griego original, significa oblicuo, transversal, torcido. En Roma se aplicaba a la retención de un hombre libre como esclavo, sabiendo que lo era. Más tarde, al autor de un libro escrito por otro y también al secuestro extorsivo de una persona. El plagiario se apodera de otro o de una cosa de otro y la aprovecha para sí.

Aprovecharse de las ideas de otro, que a su vez este otro extrajo de otros otros. Las ideas no son animales orejanos, res nullius de las que cualquiera puede apoderarse y colocarle su marca.   Pero tampoco son exclusividad de ninguno: toda idea tiene una trazabilidad, viene de una entrega, de una tradición. La cuestión es respetar esa cadena de transmisiones, sus antepasados y antecedentes.

Cierto, Bernardo de Chartres, según Juan de Salisbury, en el siglo XII, decía que  nos esse quasi nanos, gigantium humeris incidentes, enanos en los hombros de gigantes, frase plagiada luego muchas veces, incluso por don Isaac Newton -y quizás de dónde la había sacado a su vez don Bernardo. Quizás estamos empinados sobre una pirámide de enanos de diversa talla: dejemos que otro enanito se nos ponga a cococho, con tal que reconozca a quienes lo soportan. Todo esto dicho sin tener en cuenta los derechos de autor, que son otro cantar. Jorge Bucay, un psicoterapeuta que expide cada tanto libros de autoayuda y despacha consejos por televisión, reconoció tiempo atrás que buena parte de su  libro Shimriti  fueron copiados de La sabiduría recobrada, de Mónica Cavallé.  Bucay explicó que: "un error absolutamente involuntario permitió que los textos de la profesora Mónica Cavallé fueran incluidos en Shimriti sin la correspondiente y merecida mención a su fuente". Entrevemos un acuerdo mutuamente satisfactorio donde sabios colegas han arreglado el entuerto, permitiendo que las enseñanza de Jorge Bucay sigan vendiéndose como pan caliente.

Hoy, los artistas plásticos lo solucionan con el término "intervención" desde que el gran macaneador Marcel Duchamp le puso bigotes a la Monna Lisa. Nuestro León Ferrari se destacó por una jaula con palomas defecando sobre el Juicio Final de Miguel Ángel. Felices de ellos, que no temen demandas de propiedad intelectual y se pavonean copiando con tan poco.

¿Y no resulta que el "Plan de las Operaciones que el Gobierno Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia" atribuido a Mariano Moreno y sobre el que derramaba sus lágrimas revolucionarias Rodolfo Puiggros resulta ser un apócrifo...tomado de una novela? Diego Javier Bauso ha demostrado que párrafos enteros fueron extraídos del novelón "El Cementerio de la Magdalena o la muerte de Luis XVI, de la Reyna y del delfín de Francia", escrito por  J.J. Regnault-Warin"...

Pero concentrémonos en el plagio literario. 

Jorge Luis Borges defendió oblicuamente el plagio (es decir, hizo dos veces plagio) y en Pierre Menard nos ha dejado el arquetipo del plagiario  original. Pero también plagió y adaptó. El cuento "El Otro" está tomado de "Dos imágenes en un estanque", de Giovanni Papini, lo que el propio Borges aceptó, también a la manera oblicua de un sesgo alfil.  Y Leonardo Castellani descubrió que "El Evangelio según San Marcos", de "El Informe de Brodie", está tomado -adaptado- de Harrison, "An Alien Agony".
La novela "Diario de la guerra del Cerdo", de Adolfo Bioy Casares, es la trasposición de un cuento de Dino Buzzati, "Il Colombre", según descubrí y publiqué hace ya años. Todavía hay quienes pretenden que el florentino lo tomó del porteño, forzando inaceptablemente la cronología.

Y Castellani. El querido cura Leonardo Castellani, plagiaba y adaptaba muchísimo. El más notable: el cuento "El Misántropo", de "Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas", es un plagio de un cuento de J.D. Beresford del mismo título. Lo advirtió Rodolfo J. Walsh, al incluir el original en una "Antología del Cuento Extraño", señalando en frase borgesiana que "ha recibido entre nosotros los honores del plagio". Véase la biografía de Santiago Randle y el excelente blog "Esperando Nacer", de Hernán J. González", a quien sigo en el resto, que por lo demás había comprobado ya en mis lecturas de muchos años atrás.

Así, "El Caballo con alas", del mismo libro, es una adaptación de "On a Winged Horse and the exile who rode them", de Hilaire Belloc. Y en "El enigma del Fantasma en Coche", el caso de Bela Kiss está tomado de un texto de William Le Queux. Otras adaptaciones de Ducadelia pueden encontrarse en el blog citado.

El único consejo que se puede dar a Peña Nieto y a sus epígonos es...aprender a borrar las huellas.






  

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