jueves, julio 13, 2017

EL DILEMA DE GIGIO






Gianluigi (Gigio) Donnarumma es un gran arquero. Juega en el Milan e integra actualmente la selección italiana, donde se ha lucido atajándole penales a los mejores de entre los adversarios. Sobresale  como guardavallas en un país que dio a Dino Zoff y a otro Gianluigi, Buffon, que son hoy casi leyenda. Hace poco, un  periodista le preguntó por qué no lleva piercings o porta tatuajes, como casi todos sus colegas, y respondió: “porque papá no me deja”.   Es que  Gigio –clase 1999-  llegó a la titularidad del Milan y a la selección a los dieciséis años. Este año tenía que rendir su esame di maturità, esto es, el examen final del ciclo secundario. Le había prometido a la ministro de Educación, Valeria Fedeli,  una sindicalista del ramo,  que para ejemplo de la juventud italiana iba a cumplir con el trámite y obtener su diploma. La ministro gargarizó entonces este contorsionado apotegma: “las piernas y la cabeza pueden estar juntas”. Pero Gigio lo pensó mejor y el día del examen voló para Ibiza con su novia, en el avión privado  de su representante. Detalle casi nimio: venía de firmar con el Milan  un contrato que le asegura seis millones de euros por temporada.

Y ya tenemos planteado  el dilema que se le presentó a Gigio:  rendir examen o ir a celebrar a Ibiza con su amichetta el nuevo  y millonario contrato. Exprimirse unas horas la sesera en un aula presumiblemente mal ventilada  o  darle el gusto una semanita a las  piernas   y a todo lo que va del epigastrio para abajo. ¿Difícil?  Cierto, si consideramos la escuela como un lugar donde se va obligadamente, en el mejor de los casos, a obtener las destrezas necesarias para el día de mañana conseguir un trabajo en un mercado mezquino donde sólo algunos lograrán la oportunidad, la elección  no resulta ardua. Gigio ya tiene ese trabajo, bien pago como para proyectarlo al nivel de los rich and famous, y subirse al jet privado rumbo a las Baleares es la única elección conforme a ciencia e inconciencia. Si la medida de todas las cosas es el dinero, y el escuálido know-how que proporcional la escuela no sirve de receta para triunfar en la brega por el  contante, entre Cristiano Ronaldo y el patituerto Sócrates el plebiscito ya tiene asentado el ganador. Ni el pan, ni el dinero ni las playas de Ibiza, para seguir con la anécdota, han debido ser declarados obligatorios para que público los anhele y los persiga. La escuela  como centro de enseñanza, en cambio, sí. Massimo Gramellini, comentando  la elección de Gigio, escribió que ella tiene la ventaja de inscribirlo instantáneamente en otra escuela, más selecta y menos esforzada, la de los ricos ignorantes, donde –concluye- “no correrá jamás el riesgo de sufrir soledad”.   Después de todo, los griegos con la palabra sjolé designaban, originariamente, el ocio y el tiempo libre.-



No hay comentarios.: