A Maduro, en Venezuela, nadie lo quiere. Fuera de la vieja Nueva Granada, tampoco obtiene demasiado apoyo, salvo una bendición del Papa, que bien podría entenderse también como una extremaunción. Pero la porción de ejército que lo apoya, la "nueva clase" del régimen bolivariano y la dispersión opositora, le permiten sobrevivir respirando a flor de agua. Un bálsamo de Fierabrás para esta alma contrita que baila la rumba para no salir corriendo fue, para su reciente cumpleaños, el poema que las pantallas estatales le dedicaran, de parte de PDVSA:
Al presidente obrero en su día
Diestro conductor en tiempos tan duros
Timonel que nos lleva a puerto seguro.
Hombre de pueblo llamado Nicolás.
Obrero leal con visión de futuro.
Patriota que lleva luz en lo oscuro.
Revolucionario que derriba viejos muros.
Hijo de Chávez y líder capaz.
¡Feliz cumpleaños, presidente Maduro!
[Felicitación de la empresa petrolera PDVSA al presidente NIcolás Maduro en su 54 cumpleaños, 23 de noviembre de 2016]
Para el país que produjo a Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri, la elegía al ogrito malefactor -en la foto, recibiendo inspiración de Sai Baba- no parece de antología. Me rectifico: sí, de antología de la asnería y el lameculismo.
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