domingo, enero 25, 2015

SOBRE LA VIOLENCIA Y LOS SACRIFICIO SOBRE ALTARES INÚTILES








Hace tiempo quería compartir con los seguidores de este blog un texto de Guido Ceronetti, escritor notable e inclasificable que en otros posts he mencionado. Me parece momento adecuado el de  la agitación y desnorteo que la muerte de Alberto Nisman ha creado entre nosotros. No aventuro hipótesis, pero, haya sido un asesinato disfrazado, una inducción al suicidio o el quitarse derechamente la vida,  el terrible episodio, más allá de sus alcances locales,  parece el resultado de una escaramuza, apenas un daño colateral en los enfrentamientos globales por el diseño del nuevo Nomos del planeta, que nos toma desprevenidos, en un grado  cero del pensamiento esclarecedor y con idéntico despiste de los actores nativos de uno y otro lado, preludio de nuevos sacrificios. Recordar el despunte de los 70...   


Con este luminoso `pensamiento termina el persuasivo libro de Colin Wilson "Order of Assasins"  (impropiamente traducido al italiano como "Filosofía de los Asesinos"):

"No se puede comprender la violencia de nuestra sociedad si no se tiene en cuenta que ella recala en el mismo impulso del que se originan el movimiento de Billy Graham, la expansión del ocultismo, el deseo de un nuevo mesías, gurú o führer.  Desprovisto de un horizonte de significados que sobrepase su existencia cotidiana, el hombre se llena de disgusto y odio, y en muchos casos pasa a la violencia. Y una sociedad que no sabe abrir vías para el desahogo de las pasiones ideales de los hombres, está pidiendo quedar reducida a los escombros de la violencia"

El libro de Wilson es de 1972: una buena colección de crímenes desde el Viejo de la Montaña al clan Manson.  En los años sucesivos, el homicidio y la violencia en Occidente como en Oriente han sobrepasado todo límite, al mismo tiempo que resulta cada vez más estrecha y más necia la capacidad de pensarlos, de encontrar una respuesta distinta a la idioteces del pensamiento único, que nos llega  en una cerrada falange de lugares comunes, en perfecta simetría con las emitidas por los dementes, los marginales, las hormigas pacíficas y las agresivas, y sus conductores.

Aunque en un tacho de basura  volcado, que vomita su fermento hasta entonces encerrado, hay algo de simbólico: los dogmas del pensamiento único dominante terminan allí de ese modo, las estupideces sobre el desarrollo y el estar en "vías de desarrollo", el grito de los pobres y de la pobreza que hay que hacer desaparecer del mundo, la democracia sanadora universal, los muertos que no era necesario que muriesen y los enfermos que debían todos sanar, los débitos colosales de los ajustes, el lenguaje de las soluciones inconducentes, de las recetas "buenistas", de lo fondos virtuales a repartir para todos, de las jubilaciones como el Fin último, todo es tacho de basura desparramado, inmundicia esparcida, venga ex alto o desde las columnas de los diarios, todo...

Sus dones se vomitan porque no hacen vivir. El mundo que así se ha plasmado es de una indecible fealdad. Las ciudades, desmesurado montón de almas desesperadas, son tumores malignos. ¿No recelan nunca que hay en todo esto algún  error de juicio o alguna fatalidad apremiante que no imaginaban?

"Lanterna Rossa", La Stampa, 23/07/2001

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