FINDE I
Jueves con Filarmónica que nos dio la música de ballet del "Fausto" de Gounod y la curiosa sinfonía nº 3 de Saint-Saëns, con órgano, un islote de buen orden mientras lady Cri Cri reposa, Boudou trasuda y Zannini gobierna como puede. Después, en el fin de semana largo que recuerda, fuera de fecha, algo que fue Día de la Raza y hoy nadie sabe bien qué se celebra, bueno es ir al cine. Arrancamos con "Blue Jasmine". Woody Allen vuelve a Norteamérica. Pero ahora es una viuda antes rica y actualmente arruinada. que no atina con su presente y vuela desde Nueva York a San Francisco para refugiarse en la casa de su hermana, bien working class. Una alegoría de la decadencia americana: el financista muerto es un estafador, la viuda resulta una desubicada en su mundo de embustes; sólo existe una posibilidad de remontar las cosas en el entorno "grasa" de la hermanita pobre. La prosperidad del turbocapitalismo termina en la cárcel o en la tumba. La viuda acaba delirando en un banco de plaza, rumiando los esplendores idos. Blue Jasmine no alcanza la altura dramática de aquella Blanche DuBois que encarnó Vivian Leigh: es apenas anécdota patética, daño colateral de sueño de sniffers y vivillos viviendo en la impostura. Nada mejor por casa, es cierto.
lunes, octubre 14, 2013
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