Covid-19:
SOBRE PROVIDENCIA Y PRECAUCIONES
Algunos amigos muy queridos, ante la plaga que nos asola, y
la sucesión de medidas con las que los gobiernos le van a la zaga, parecen más
inclinados a ponerse bajo la protección de la Providencia antes que de los
preceptos gubernativos. Tienen razón, en primer lugar, por una jerarquía de autoridad
más que evidente; en segundo lugar, porque fastidia sobremanera la maniobra de
manipulación y de “paternalismo” que se esconde bajo los mensajes oficiales,
originados en individuos sometidos al virus soberano, que vienen errando el
vizcachazo desde el principio –así fue de arranque en la China y se extendió a
los mandamases de los demás países, a medida de que fueron afectados- y que
parten de la base de que sus democráticos súbditos son unos infelices que no
saben pensar nada por sí mismos y necesitan del oráculo gubernamental para pisar
el suelo. Pero aquellos amigos no tienen
razón cuando oponen providencia a prudencia. En principio, porque si interrogamos a la palabra,
prudentia deriva, precisamente de pro videntia. Y la prudencia providente,
que se informa debidamente y procede en consecuencia, no guiándose por los tartufos
disfrazados de San Alberto o San Ginés, sino por su recta razón y su sentido
cívico, cribando lo evidente de la pompa politiquera, es lo que debe
ejercitarse especialmente en momentos de peste. Quizás resulte ejemplificadora
una anécdota personal. Hace ya bastantes años, luego de publicar una extensa
crítica en “La Nueva Provincia” sobre sus trabajos acerca de los vikingos en
América, tuve unas largas conversaciones con Jacques de Mahieu. Transcurrieron
en un departamento de planta baja, en su escritorio que daba a un jardín muy
bonito, en la calle Paraná frente a la plaza Vicente López. Fueron varias y muy
ricas tardes, frente al whisky malo que generosamente ofrecía el anfitrión. En
algún momento le pregunté acerca de Gueydan de Roussel. Para alguno que no lo conozca, Guillemo
Gueydan de Roussel fue un jurista y filósofo suizo francófono, nacido en 1908, de vasta cultura –puede seguirse
su trayectoria en “Teología Política
según Gueydan de Roussel”, de Rafael Breide Obeid. Tuvo intensa relación
epistolar y personal con Carl Schmitt, que lo conoció cuando aquél preparaba en
Berlín su doctorado. Gueydan prologa la edición francesa de “Legalidad y
Legitimidad” y Schmitt lo cita elogiosamente
cuatro veces en su Glossarium, anotaciones de 1948. Gueydan fue secretario
del director de la Biblioteca Nacional francesa a partir de 1940 y sus temas,
en escritos de la época, fueron las relaciones entre la Iglesia y la Sinagoga y
la masonería. En 1944 viaja a Suiza para visitar a su madre y ya no puede
volver a Francia. Allí fue condenado in
absentia. En 1948 emigra con su familia a nuestro país y
se instala en el sur, en Lago Puelo, donde levanta con sus manos su casa de
madera. Cuando conversaba con Mahieu, mi conocimiento de la obra de Geydan era
a través de los artículos reproducidos en “Jauja”, la revista que dirigía Leonardo Castellani, material suficiente para
haber despertado mi curiosidad. Mahieu –que también había llegado a la
Argentina sintiendo en la nuca el aliento de los depuradores- dio una chupada a
su pipa, se tomó un trago y, con su inconfundible acento, me dijo:
-¿Gueydan? Un tipo muy integuesante. Pego un loco…
-¿Por qué?
-Fíjese que vivía cegca de El Bolsón y un día se desata un
gran incendio foguestal que está a punto de quemag su casa de madega. ¿Y qué es
lo único que hace? ¡Guezag!
-Y la casa, ¿se quemó?
-No, pero el fuego llegó muy cegca
-Entonces la oración fue eficaz…
-Talvez, o talvez fue el azag. Pero cuando se viene encima
un incendio, lo primego es haceg un contrafuego. Usted puede guezag mientras lo
hace, pego, por las dudas, no deje de haceglo.
El consejo del viejo profesor positivista, que me hizo reír
en su momento, me parece oportuno para nuestro trance. Sirve a creyentes,
dudantes e incrédulos. Nadie tiene un firmado un seguro de vida con la
Providencia. Prudencia y providencia son hermanas gemelas. Por eso este post
está presidido por San Roque y, abajo, está una mano profesional protegida
investigando una cepa de coronavirus. También
para creyentes, dudantes e incrédulos, conviene –firmemente o por lo que potest contingere- recitar mientras se
lava las manos cualquiera de estas dos cuartetas:
Pues médico eres divino
Con prodigiosas señales,
Líbranos de peste y males
Roque santo peregrino
Oh Roque patrón
divino
De pueblos universales
Líbranos de peste y males
Roque santo peregrino
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