EUROPA INQUIETA. 2019 PUEDE SER MUY DIVERTIDO
Peter Sloterdijk
auguraba un buen porvenir en Europa a “la revolución conservadora” en 1993,
debido a “la terrible crisis de las clases políticas”.[1] Esa
revolución puede haber comenzado en Francia. La ley de la anakyclosis, la muerte y renovación
de todas las cosas humanas, es tan inexorable como la ley de hierro de la
oligarquía.
1.- El vanidoso enarca Giscard d’Estaing, uno
de los personajes más nefastos para Francia y la Unión Europea pero premio
Carlomagno, inició la marcha hacia la irrealidad política en 1974.[2] Ciclo que puede haber concluido con la
sustitución del inefable Hollande, un tonto político, por Macron, también
premio Carlomagno. Diagnosticado como un “psicópata que trabaja únicamente para
sí mismo” por el
psiquiatra italiano Adriano Segatori (vid. Internet) -a quien se acusa, sin
discutir el diagnóstico, de ser de extrema derecha, lo que, naturalmente, le
descalifica como psiquiatra-, ha suscitado lo que puede ser una revolución
-los gilets jaunes o
chalecos amarillos-, no sólo contra el gobierno, sino contra el Estado-Nación.
Instituido por la revolución francesa e imitado por doquier, Carl Schmitt
pensaba en 1963, que estaba en las últimas. Aquejado de elefantiasis, ¿está en
la agonía, o quizá en coma?
2.- Es
prematuro hablar de revolución política. Pero lo que está ocurriendo en Francia
recuerda al motín de Reveillon (hay ya muertos), que, según bastantes
historiadores, fue la causa impensada de la de 1789. El pueblo natural sumiso a
las clases dirigentes protesta contra el tren de vida de las castas que
parasitan la estatalidad.
El Estado fue inventado para
dar protección y seguridad a la Sociedad. Pero la anquilosada oligarquía
política-financiera-económica-mediática ha convertido los Estados en enemigos
de la sociedad, llamada “civil” para distinguir la parte del pueblo libre,
teóricamente, de la soberanía estatal. En Alemania, decía hace siete años Gabor
Steingart, para quien, por cierto, «la situación actual no es fácilmente
teorizable», «der Staat
hat seine Bürger verzwergt» (el Estado ha jibarizado a sus
ciudadanos).[3] Y
en Francia, el pueblo natural ha pasado a la acción como pueblo político –la
Nación- ejerciendo el derecho de resistencia. Menos contra los abusos de
la oligarquía dirigente que, diría Ortega, contra sus usos, que es mucho más
grave. El mayor, que vive separada del ciudadano común –para el Estado el
súbdito contribuyente- por la frondosa burocracia dirigida por los “enarcas”,
los apparatchiks tecnócratas
de la nomenklatura que
desgobierna el 3.- Las
concausas -los agravios- del movimiento son infinitas. Pero como suele ocurrir,
la resistencia ha comenzado por una cuestión de impuestos: No taxation without representation era
el santo y seña de los rebeldes norteamericanos. Francia padece desde hace unos
cincuenta años una crisis fiscal, que hace del Estado el mayor infierno
recaudatorio de los existentes en Europa. El detonante fue el vídeo de una
mujer que decía lo que pensaban muchos: “¿Por qué más impuestos? ¿Qué
hace Macron con nuestro dinero?”. Los impuestos suelen ser
siempre la causa material hasta que se convierte en moral: lo que mueve a
los gilets es
ya el sentimiento de humillación de la Nación, el pueblo, del que se mofa la
dirigencia todos los días. Ça
suffit!, ¡Basta ya! (o ¡hasta aquí hemos llegado) resume
Alain de Benoist.[4] El ateiólogo Michel Onfray, rescatando una palabra
inventada por Babeouf, llama “populicida” a Macron; para Guy Millière es un
ejemplo máximo del impostor político; Enmanuel Todd le retrata como un “gamin mal élevé, vicieux (pilluelo
maleducado, vicioso),… una autoridad invertida”, el tipo perfecto de presidente
“anticarismático”, pues quien decide políticamente debe tener algún carisma. Es
el problema de casi todos los presidentes europeos, reflejo desde hace tiempo
de la decadencia moral e intelectual de las élites y sus oligarquías. «La
función de un gobierno libre, escribe Millière sobre la dictadura del gamin, consiste en el
derecho a buscar la felicidad, no en encerrar a la población en el malestar, y
un pueblo laminado por gobernantes indignos y tiránicos tiene el deber moral de
derrocarlos».[5] Como en Fuenteovejuna, el pueblo defiende su honor: el
honor de Francia.orden político establecido en Francia.
4.- Los
europeos han empezado a darse cuenta de que están en manos de clases dirigentes
“cristalizadas” (W. Pareto) decadentes y corrompidas. Gobiernan solamente para
sus intereses y sus caprichos, ocultos bajo la prédica de la “justicia social”
y el velo del bien-être:
el bienestar del Estado y quienes lo patrimonializan. La defensa del honor de
Francia por les
enfants de la Patrie –los gilets jaunes cantan La Marseillaise e
invocan consignas de la Gran Revolución- puede polarizar rápidamente la
situación prerrevolucionaria de Europa diagnosticada por Sloterdijk y otros
observadores independientes. Bastantes gilets jaunes invocan a
Trump: “we want Trump!”.
Y, por cierto, su imitador Bolsonaro empieza a mandar en Brasil enfrentado,
asimismo, a sus corrompidas élites bolchevizantes.
Lo que hace algo más de seis
semanas parecía un motín, revuelta o jacquerie en
una Francia exprimida por el capitalismo de Estado –se dice que Francia es “la
URSS que ha tenido éxito”-, tiene el aire de ser la premisa y la promesa de una
revolución que podría extenderse por toda la Europa sovietizada. Vladimir
Bukowski dixit en
2006: «la Unión Europea es la nueva Unión Soviética». Muchos están de acuerdo.
¿Se trata del comienzo de la implosión de la socialdemocracia, aplazada desde
la de la URSS en 1989?
5.- Precedido
por los populismos defendidos por Chantal Delsol,[6] el
primer aviso importante de la rebeldía contra la impudicia de las casta, la
amenaza de islamización –der
Islam gehört Deutschland, el islam pertenece a Alemania
(Angela Merkel)- apoyada sorprendentemente por el Papado y la sovietización de
Europa en el trasfondo proseguida paradójicamente como “neoliberalismo” desde
la implosión de la Unión Soviética, fue el triunfo del movimiento “Cinco
estrellas” en Italia. Que se gestó, recuerda Benoist, en un día de cólera. Lo
mismo que en Francia, amenazada, además, igual que Suecia o Bélgica, por una
guerra civil si se sublevan los inmigrantes musulmanes;[7] aliados
tal vez con la izquierda enragé,
puramente ideológica, que les ve como el nuevo proletariado, pues el de Marx y
Lenin hace tiempo que no existe.
En Alemania, Suecia, Bélgica,
Holanda, España, Portugal y otros países de la Unión Europea concurren las
mismas causas que en Francia con distintos matices. Se salvan, al menos
relativamente, Hungría y los países eslavos vacunados contra las maravillas del
socialismo soviético. Si ha saltado la chispa en países de cultura católica, se
debe seguramente, a que no les afecta la obligación moral de los luteranos de
obedecer pasivamente a la Obrigkeit,
a los que mandan, por el directo origen divino que atribuía Lutero a su
autoridad excluyendo al pueblo. Pues sus ciudadanos no están menos humillados o
jibarizados por sus nomenklaturas.
Si la protesta prende en Francia, el resto de la Unión Europea seguirá el mismo
camino.
6.- El
movimiento de los gilets
jaunes es inconfundible con una lucha entre oligarquías por el
poder –no tienen líderes-, ni con los populismos alemán, austríaco y otros que
van en la misma línea, pero sin rechazar frontalmente a la clase dirigente ni
la organización estatal. Menos aún con las numerosas manifestaciones rituales
partidistas y sindicales para hacer creer que no son burocracias explotadoras
sino parte del pueblo, o con un divertimento de
estudiantes y gentes desocupadas o reivindicativas de cualquier cosa, como
derechos humanos inéditos o de los infusorios, que animan la sociedad del
espectáculo del totalitarismo “liberal” socialdemócrata. Es una rebelión
popular, con la que simpatiza la mayoría de los franceses, aunque la propaganda
oficial y los media hacen lo posible para ocultarlo y desprestigiarlo. El
movimiento recuerda la de la plebe romana contra los senadores retirándose al
Aventino para conquistar la libertad política colectiva y las de la bourgeoisie contra
las Monarquías despóticas.
7.- Extendido
rápidamente por toda Francia al margen de los partidos y los sindicatos, a la
verdad contra ellos, surgió espontáneamente como una rebelión de las provincias
–y el campo- contra
la capital, resucitando la revolución parisina de 1789 en sentido inverso: por
primera vez en la historia de Francia, Macron, adoptando una actitud
monárquica, ha cerrado París, el centro de irradiación del Estado, al pueblo
francés. Los que protestan son gentes corrientes sin objetivos políticos
concretos: hombres y mujeres de clases medias altas, medianas y bajas que viven
de su trabajo y están hartas del intervencionismo, las prohibiciones, el
dirigismo y de que las castas políticas, sindicales, administrativas y sus
amigos que patrimonializan el Estado, les traten como idiotas y staatliche Tiere, animales
estatales, como decía Federico el Grande de los campesinos: Los protagonistas
son gentes anónimas: agricultores, artesanos, empresarios e industriales
medianos y pequeños, profesionales, asalariados, gente acomodada y gente
tirando a pobre, amas de casa, jubilados, personas mayores y jóvenes, incluso
inmigrantes,… No distinguen entre la derecha y la izquierda políticas,
consensuadas en torno al Estado -el Estado de Partidos (Parteistaat)– del que se han
adueñado. Derecha e izquierda son sólo matices del marxismo-leninismo cultural,[8] transfigurado
en el “neoliberalismo” capitalista de las oligarquías y sus clientelas (crony Capitalism,
capitalismo de amiguetes) que impone al resto el bienestar del colectivismo con
el señuelo de la justicia social. Los gilets se
rebelan contra la variante europeísta del socialism Corporate mundialista.
8.- El malestar más o menos consciente se ha trocado en
cólera con trasfondo existencial: Tú, Macron y tus cohortes, o Yo, el pueblo.
Es un movimiento más político y moral que económico, que es como lo interpreta
el gobierno, al que le importa sólo el Presupuesto del que vive muy bien. “Los
manifestantes han comprendido que la fuente del malestar económico es la
realidad política, la falta de democracia, que no funcionan las instituciones”.[9] Su debilidad es la falta de líderes. Carencia que
es también su fuerza moral: demuestra la unidad de la Nación Histórica frente al
estatismo sovietizante. El “Gran Artificio” estatal, el deus mortalis de
Tomás Hobbes, se apoderó de ella en 1789 ocupando el lugar de los monarcas
absolutos. La revolución contra la Monarquía devolvió la libertad política
solamente a una minoría entonces muy minoritaria, el tercer estado, la bourgeoisie: la Nación
Política. Pero hoy, la sociedad francesa y prácticamente todas las europeas son
sociedades de clases medias, la médula de las Naciones y la democracia
política. Víctimas de las nomenklaturas,
incluida la de la Unión Europea, están en trance de proletarizarse o
convertirse en nuevos siervos de la gleba en el Estado Servil entrevisto por
Hilaire Belloc en 1913.[10]
10.- Significativamente,
la protesta o revolución en marcha reivindica la Republique como res publica, la cosa
común, no la res propiedad
de unos pocos. Parece una contrarrevolución para completar la Gran Revolución
extendiendo la libertad política colectiva a la Nación entera, la Histórica.
Empezó, como suelen comenzar las revoluciones, en un ambiente hacía tiempo muy
cargado agravado por el deterioro de los servicios públicos que creaban la
sensación de bienestar.[11] La
causa inmediata ha sido la guerra de los poderes públicos contra el automóvil
particular, un medio de trabajo para mucha gente incluidos los menos
favorecidos, sobre todo la que no vive en ciudades: prohibiciones como la de
circular a más de 80 kilómetros, restricciones a la circulación en lugares
elegidos caprichosamente, la cuestión de si el diésel, la gasolina o el coche
eléctrico, la antigüedad de los vehículos aunque estén en perfectas
condiciones, etc. La chispa fue la subida del precio de los carburantes como
tasa ecológica, una moda fiscal, para “luchar” –en teoría- contra el cambio
climático: es decir, contra el sol, la luna, las galaxias, en fin, contra las
leyes que rigen el cosmos. Tasa que va a parar a las arcas del muy
desacreditado gobierno de Narciso-Júpiter, que es como se conoce popularmente
al presidente del desgobierno-antigobierno, que, igual que la Unión Europea y
los demás Estados, centros de Negocios de las oligarquías consensuadas,
aprovecha el menor pretexto o invento, mejor si es cientificista, para robar
legalmente al pueblo. El desgobierno del gamin-presidente, quien atribuye el
terrorismo yihadista al cambio climático (en Hamburgo, en una reunión del G-20),
del que ha oído hablar, se preocupa únicamente de las minorías que le mecen y
canturrean: homosexuales, feministas, ecologistas, abortistas, musulmanes e
inmigrantes de culturas ajenas a la europea, arribistas, etc. En este momento,
el presidente-bebé está sólo, asustado y balbuciendo en su cuna, le Palais de l’Élysee, con
su esposa-mamá y pide a personajes como el expresidente Sarkozy, que le
expliquen qué pasa.
11.- Con
motivo o pretexto del absurdo, antipolítico e inmoral Pacto Mundial por la
Migración de Marrakech, promovido por la ONU, que hace suya cualquier causa
para justificar su existencia, y bendecido por el Papa, un grupo de militares
–¿la punta del iceberg?- acusa a Macron de “estar quitando soberanía” a
Francia, de proporcionar “razones adicionales” para que “un pueblo ya
maltratado” se “revuelva”, de negar la democracia y de traicionar a la Nación.
¿Agoniza la V República?
Sería muy divertido, que fuese “la mayor
mentira jamás contada” (Nils-Axel Mörner, especialista de renombre en la materia
de la Universidad de Estocolmo) -el apocalipsis climático vendido como
ecológico-, el detonante de un apocalipsis político en Europa. El movimiento
nacional de los gilets
jaunes ha traspasado ya, igual que en
1789, las fronteras de Francia. Empieza a estar activo en Bélgica, Holanda,
Alemania, Suecia. Let’s
wait and see.
[1] En el mismo barco.
Madrid, Siruela 1994. 3, p. 75. Cf. G. Millière, Voici revenue le temps des imposteurs. París, Tabernis 2014.
[2] B. Martoia, “Les françaises ont créé leur misère
et creusé sa tombe à partir de 1974”.dreuz.info (29.
XI. 2018)
[4] BoulevardVoltaire.com (27. XI. 2018). Vid. J. J. Esparza, “Lo que está
pasando en Francia no se puede decir”. gaceta.es (9.
XII. 2018). Francia es hoy el país de la Unión Europea en que hay menos
libertad de expresión.
[7] En Francia, hay 6556 lugares de culto islámico
(más concurridos que las iglesias cristianas) y se calcula que unos
4.000.000 de musulmanes están predispuestos a la yihad.
Sobre la islamización de Francia, Ph. de Villiers Des cloches sonneront-elles encore
demain? París, Albin Michel, 2016. J.-F.
Poisson, L’Islam à la conquête de l’Occident. Paris, Eds. du Rocher 2018. En naciones
europeas con gran inmigración musulmana podrían sobrevenir cruentas guerras civiles.
Lo advierten en Alemania Udo Ulfkotte o Thilo Sarrazin. El mayor peligro del
Califato, el ISIS o DAESH, hoy prácticamente destruido en Siria gracias a Rusia
(Trump lo da por hecho) era para Gillaume Faye su capacidad de contagio. Pero
sus partidarios están en todas partes. Es notorio, que los ejércitos sueco y
francés están preocupados. Sobre el peligro de guerra civil en Europa por
diversos motivos, vid. la entrevista al historiador belga David Engels, http://www.krone.at/welt/historiker-buergerkrieg-ist-nicht-zu-vermeiden-warnung-an-europa-story-552009 (02.02.2017).
[10] El Estado Servil. Madrid,
El Buey Mudo 2010. Vid. también F. A. Hayek, Camino deservidumbre (1944), que debe bastante al de Belloc. Hay
varias ediciones en español. A Hayek no le fue ya fácil encontrar editor para
este libro antisocialista, sobre el que le dijo privadamente Keynes, que estaba
completamente de acuerdo.
[11] Una breve descripción que puede valer, con las
debidas matizaciones, para otros países europeos: «70 années d’application du
« Traité de Rome et autres traités subséquents se soldent par soixante
dix années d’augmentations continues, démentielles, des recettes et des charges
publiques ; par neuf millions de personnes vivant sous le seuil de
pauvreté, c’est-à-dire disposant de moins de 700 euros par mois pour
vivre ; par la perte de la moitié du potentiel industriel ; par plus
de 5 millions de chômeurs ; par un déficit chronique de la balance
commerciale ; par un endettement public record ; par la décomposition
de l’Education nationale ; par l’échec de l’intégration d’une masse
importante d’immigrés, essentiellement musulmans ; par une montée du
terrorisme islamique ; par une police démoralisée; par une justice
inefficace qui ne sait plus punir ; par une explosion de la
violence ; par une déculturation massive…par la perte de territoires
entiers livrés à la canaille islamiste ; par plus de cinq millions de
fonctionnaire noyés sous le flot ininterrompu de l’inflation législation”
S. Touati, “France: la révolte des Gilets Jaunes contre la République du
mensonge et l’Europe supranationale” dreuz.info (2. XII. 2018)
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