Fotos de Simone Weil; con su padre y su hermano: con su hermano de pequeña
“Habría que
escribir cosas eternas para estar seguros de que serían de actualidad” (carta a
sus padres, febrero de 1943)
Cuando
preparaba esta charla sobre Simone Weil, mi primer impulso fue
contarles mi propia experiencia con esta autora, y derivar de allí los
rasgos de su ejemplaridad. Pero una voz interior me dijo que las adultos mayores, los senior citizens, como los nombra civilizadamente la lengua inglesa, los viejos, como se los llama en el barrio, cuando imparten conferencias corren dos peligros:
pueden divagar sin cesar o perder el hilo de su discurso. Para prevenir este
doble riesgo, en vez de hablar confiadamente sobre un esquema les voy a leer el
texto que he preparado para la conversación de esta noche. Es probable que no
sea el mejor modo de ofrecérsela.
Ciertamente, no el que hubiera
utilizado cuando era joven, por lo cual me disculpo. Me disculpo también porque
mi exposición será menos íntima y ligera, más pesada, más nutrida y más apta
para la lectura que para el formato oral. Un alto en el camino que llevo de
leer a Simone Weil desde hace más de 50 años, cuando descubrí “Raíces del Existir”, para ordenarles cronológicamente esos materiales, lo que
puede resultar de algún modo agobiante para el oyente. Otro riesgo es el de repetirse, propio de la
edad, el cual, sin embargo, no me preocupa, porque me temo que voy a repetir
unas cuantas cosas, incluso algunas que
ya he dicho aquí mismo o he publicado antes, pero si lo hago es porque creo que
son relevantes para el tema que nos ocupa.
Aclaración:
Weil : los franceses pronuncian « vei ». En alemán, «vail »- que significa porque, la conjunción porque. Aquí se la concoe como “veil”. Todas las pronunciaciones son a su modo correctas, aunque prefiero el modo en que la llaman sus compatriotas.
Vamos a seguir los pasos de esta mujer que murió a los
34 años de edad
1909 -3 de febrero. Nace en París, un mes antes de
término, en un hogar de burguesía acomodada. Su padre, Bernard Weil, era médico
psiquiatra, ateo confeso. Su madre,
Selma Reinherz, de una familia de origen ruso, educó a sus hijos en un clima de
agnosticismo y de gran avidez intelectual. Su hermano mayor, André Weil, nacido
tres años antes, fue un genio precoz, que a los nueve años era capaz de resolver
los más difíciles teoremas, futuro matemático que enseñará en Princeton
geometría algebraica y teoría de los números. Familia judía culta y muy
moderna. Son naturistas: gimnasia todos juntos, muchos paseos, montaña… Sólo su
abuela paterna, que vive en Alsacia, es judía medianamente practicante. A los
diez años, Simone comunica a su familia que se ha vuelto bolchevique y que
quiere leer la prensa comunista francesa. Al mismo tiempo, aprende griego clásico y mantiene diálogos
con hermano en esa lengua.
1914/1919 –Primera Guerra Mundial. Sigue por Francia a su
padre, incorporado al ejército francés como médico militar. Los hermanos cursan
sus primeros estudios en forma privada, y en diversos liceos por esa
circunstancia.
1925/28 Lycée Henri IV. Junto con el Louis-le-Grand, uno de los
más exigentes de Francia, preparatorio para las Grandes Écoles- Allí tiene como
profesor de filosofía a Alain, seudónimo de Émile Auguste Chartier (1868-1951) Filósofo,
pedagogo y humanista. Pacifista, aunque participó en la Gran Guerra como
artillero y resultó herido. Fue su mentor decisivo; profesaba por su alumna una admiración casi
entusiasta: “la marciana”, la “muchacha sorprendente”, decía. Era dos años
menor que sus compañeras en el colegio, pero anotaba que “exaltaba la clase”. Con
Alain aprendió a escribir en forma clara y sucinta e incluso pudo superar su
letra garabateada, por un problema circulatorio, y redactar en precisa caligrafía..
Comentario de Alain al cierre del curso : « una excelente alumna ;
posee una extraña fortaleza de carácter y una amplia cultura. Triunfará
brillantemente si no se adentra por alguna senda oscura. En cualquier caso,
llamará la atención ». [Raymond Aron también fue discípulo de Alain]
1928
Ingresa con el
puntaje más alto a la École Normale Supérieure, NormalSup o la Khagne. Fue el más alto promedio de ingreso. El 2º, otra Simone, Simone de
Beauvoir
1931. Recibe el título de agregée, que equivale a nuestro « profesora ». Es
destinada a una cátedra en el Liceo de Señoritas de Le Puy. Aprueba su tesis, dirigida por Alain, que
versó sobre « Ciencia y Percepción en Descartes ». Le Puy-en-Velay es
una ciudad en la región del Alto Loria, en la Auvernia, en el centro de
Francia. Colabora la revista que dirige Alain.
1932. Época de la Gran Depresión. Participa de una
manifestación de desocupados. Un periódico local anota que en la manifestación marchaba
« la virgen roja (de allí el apelativo del título de esta
conferencia) » portadora de los evangelios moscovitas ». Ha leído a
Marx, pero ya discute con los comunistas. Siente simpatías por los
anarco-sindicalistas. Los comunistas la tildan de « pequeño
burguesa » y « anarquista barata ». Aboga por reaccionar ante el
burocratismo y el totalitarismo rusos. Se la considera una agitadora. Viaje a
Berlín, donde la abruma el abatimiento
del sector obrero. Transferida a otro liceo, en Auxerre, en la Borgoña.
1933. Es designada en el liceo de señoritas de Roanne,
también en la Auvernia (sus cursos fueron publicados más tarde por una ex alumna, Anne
Reynaud). Participa de una marcha de mineros organizada por la Unión
Confederada de Mineros. Su crítica al comunismo arrecia : considera a
Lenin y Trostki como personajes que cumplen un papel semejante a los grandes
capitalistas fundadores : conseguir sus objetivos al precio de millones de
vidas. Conoce a Trotski, entonces en residencia vigilada en Barbizon,
manteniendo el 31 de diciembre una entrevista en la casa de sus padres. Le
reprocha su conducta política y Trotsky se ofende. Le dedicó un folleto donde
afirma que ella pertenecía a un « liberalismo caduco » y « que
les serían necesarios muchos años para liberarse de los prejuicios
pequeño-burgueses más reaccionarios ».
Ella sabe lo que ocurre en la URSS y critica la
opresión del comunismo soviético bastándole para ello la lectura de « L’Humanité », el periódico
oficial del PC francés. Sabe de las mentiras, de la violencia, de la corrupción,
de la opresión. Sabe que el PC francés está « orgánicamente subordinado al aparato estatal ruso ». Es
decir, sabía ya entonces lo que la crème
de la crème de los intelectuales europeos descubrió mucho después, a toro
pasado, o que no quiso descubrir nunca. « La revolución es una de las
numerosas mentiras que suscitó el régimen capitalista en su desarrollo ».
Y una frase lapidaria : « no la religión, sino la revolución, es el
opio del pueblo ».
1934. Su vida toma un nuevo giro. Pide licencia como
docente e ingresa como obrera en una acería, en las fábricas Alsthom (trenes y
barcos) y luego en la Reanault, en la zona industrial de Billencourt. Trabaja como
« cargadora », « embaladora » y finalmente, –ella una torpe
manual- en una fresadora. Es la época en que Chaplin, en « Tiempos
Modernos », satiriza la cadena de montaje ; la época de
« Metrópolis ». Fritz Lang, el expresionismo alemán : en una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo,
donde se encuentra el corazón industrial, con la prohibición de salir al mundo exterior.
Se intensifican los problemas de salud que han de
acompañarla el resto de su vida : migrañas, dolores corporales, fatiga,
dificultades digestivas.
Ella quiere vivir la condición obrera, pero no como
agitadora, ni en una visión romántica del proletariado. « El gran enigma
de la vida humana no es el sufrimiento : es la desgracia…en el mejor de
los casos, aquel a quien marca la desgracia no conservará la mitad de su
alma ». Compasión por la desdicha. “Tratar al prójimo desgraciado con amor
es como bautizarlo”.
1935. Es designada profesora en un liceo de señoritas en Bourges. En julio, durante unas vacaciones en
Portugal, observa una noche una procesión de pescadores en el día de su santo
patrono. Si el cristianismo es una religión de esclavos, de parias, de chandalas,
como decía Nietszche, bien podría ella ser cristiana, se plantea por primera
vez.
1936. Trabaja como peón en una granja ; quiere
acercarse a la vida rural. Con el alzamiento del 18 de junio comienza
oficialmente la guerra civil en España, que ya venía manifestándose desde la
revolución de 1934 en Asturias. Toma un tren a Barcelona y se une a los
anarquistas de la Brigada Durruti. Llega a Zaragoza y a las orillas del Ebro.
Única mujer entre 22 hombres. Se la destinó a la cocina y a causa de su miopía,
mete su pie en una sartén con aceite hirviendo; es tratada en Sitges y evacuada. Su grupo fue aniquilado luego por
los comunistas. (Paralelo con la experiencia de George Orwell). Se horroriza
ante la barbarie grupal: la ejecución de
un chico falangista de 15 años que llevaba una medalla de la Virgen. Lo
colectivo no piensa. Es una manifestación de lo que ella llama, con expresión
tomada de la « República" de Platón, VI 492/3, el « grueso
animal », el animal o bestia enorme que es imagen de la masa, de lo
colectivo que se arroga el derecho de dictar qué es lo malo y qué es lo bueno.
Lo colectivo, que no es lo orgánico social sino una imagen construida en el
caos del individualismo absoluto y se interpone entre Dios y el alma.
En Francia, a su vuelta, traba amistad con Georges Bernanos, a quien
envía una carta luego de la aparición de « Los grandes cementerios bajo la luna ». « Lo esencial
–dice allí- es la actitud con respecto a la muerte. No he visto a nadie entre
los españoles, ni entre los franceses llegados allí para luchar o para pasear
–estos últimos lo más frecuentemente intelectuales grises e inofensivos-
expresar, ni siquiera en la intimidad, repulsión, disgusto o al menso
desaprobación de la sangre inútilmente vertida ». Estaba buscando una pureza
que encontraría en otra parte.
1937. Su salud empeora. Dolores de cabeza agudísimos,
incapacitantes. Debe dejar momentáneamente la docencia, a la que había vuelto. Viaja
a Milán, Florencia, Roma y Asís. Encuentra en la Belleza el alivio a sus
migrañas. En Asís, dice « pasé dos días maravillosos ». En la
Porciúncula, la pequeña capilla románica del siglo XII dentro de la basílica de
Santa María de los Ángeles,: “sola, en esa incomparable maravilla de pureza,
donde San Francisco oró a menudo, algo más fuerte que yo me obligó, por primera
vez en mi vida, a ponerme de rodillas ».
1938. « En 1938 pasa, junto con su madre, diez días en Solesmes, la
abadía benedictina, centro del canto gregoriano, del domingo de Ramos al martes
de la octava de Pascua, siguiendo todos
los oficios Tenía dolores de cabeza
intensos, “cada sonido me dolía como un golpe, y un extremos esfuerzo de
atención me permitía salir de esta carne miserable, dejarla sufrir sola,
abandonada en su rincón, y encontrar una alegría pura y perfecta en la belleza
indecible del canto y de las palabras. Esta experiencia me permitió, al menos
por analogía, comprender la posibilidad de amar el amor divino a través del
sufrimiento. Por supuesto, durante estos oficios, la Pasión de Cristo entró en
mí de una vez para siempre ». Estaba
allí un joven inglés, católico, que le hizo conocer los poetas metafísicos ingleses del siglo
XVII ; especialmente John Donne y un poema de George Herbert que se titula
Love, « Amor », de 1663,
que aprendió de memoria y repetía.
« Immortal
Love, author of this great frame,
Sprung
from that beauty which can never fade »
Amor inmortal, autor de este gran marco
Salido de esa belleza que nunca se desvanece
« Creía
recibirlo solamente como un bello poema, pero sin saberlo esa recitación tenía
la virtud de una plegaria. En el curso de una de esas recitaciones […] Cristo
mismo descendió y se apoderó de mí ». « En ese repentino descenso de
Cristo sobre mí, ni los sentidos ni la imaginación tuvieron participación
alguna ; sentí únicamente a través del sufrimiento la presencia de un amor
análogo al que se lee en la sonrisa de un rostro amado ».
Simone se preguntará toda su vida por estas
experiencias místicas. Lo místico, de mystikós,
lo cerrado, encerrado, misterioso. Rudolf Otto –“Lo Santo”- hablaba de lo “numinoso”.
Ella es racional –no racionalista-, metódicamente una cartesiana = ideas claras
y distintas. Nunca había leído a los místicos : « Dios me había
impedido misericordiosamente leer a los místicos, a fin de que me fuera
evidente que yo no había fabricado ese contacto absolutamente
inesperado ». « Rechacé a medias, no mi amor, sino mi
inteligencia ». En todo caso, su conocimiento de lo divino viene por vía
apofática. "Apofáticos" son los teólogos que,
buscando expresar la trascendencia, dicen que, no sabiendo nada concreto sobre
Dios, cuantas menos cosas digamos de él, más en la verdad nos encontramos.
La referencia insoslayable es a la obra de Dionisio PseudoAreopagita. Apofatikós en
griego : negativo. De Deo nihil scimus (ST 1, q.2, a.1).
La otra vía es la vía catafática. Katafatikós, en griego, es un adjetivo que significa
« afirmativo ». Cuando descubrimos a Dios o cuando lo
"encontramos" no tenemos más remedio que hablar de él. Entonces
estamos en el terreno del "Es
como si...", y así se
elaboran teosofías que se esfuerzan en hablar de Dios (a través de una analogía
proporcional). El Cantar de los Cantares puede ser considerado
como una teosofía que intenta precisar las relaciones de Dios con el mundo, de
Dios con las creaturas. Las cuestiones de la libertad de Dios, o de la relación
de la trascendencia a la inmanencia, o de la relación de Dios al mundo, se abren allí.
Dos citas de Simone Weil:
“Hay gente para quienes todo lo que aquí abajo la
aproxima a Dios es saludable; para mí es todo lo que aleja. Entre yo y Él el
espesor del universo –y de la cruz- se interpone”
“De dos personas sin experiencia de Dios, aquel que
le niega es quizás el que está más cerca de Él”.
Amar a Dios en todo lo que es distinto de Dios (la
necesidad ciega, la nada, el mal)
Lo importante es ese escrutinio intelectual,
racional, que efectúa sobre su experiencia. No se trata de una “caso”
psicológico, ni de una fabulación ni de
una fantasía piadosa. Estamos ante la profundidad de una existencia que hace de
la negación de Dios, de la vía apofática, su experiencia más alta y del
sufrimiento la manifestación de la presencia divina. Gustave Thibon, el padre
Perrin, todos los que la trataron lo entendieron así.
1938/1939. Búsqueda intensa y profunda de lo religioso,
dentro y fuera del cristianismo. La Ilíada, “bañada por luz cristiana”, los
presocráticos, Platón y su dimensión mística, el orfismo, San Juan de la Cruz.
Aprende el sánscrito y lee el Bhagavat-Gita, “maravillosas palabras de
sonido tan cristiano, puestas en la boca de una encarnación de Dios”; el Libro
Egipcio de los Muertos, el libro de Job, el Cantar de los cantares. Entra en
contacto con el Zen de la mano de Suzuki. Se fascina con los cátaros albigenses. Recita el Pater Noster en griego y escribe, respecto de esa plegaria:
“La virtud de esa práctica es extraordinaria y me
sorprende siempre, porque aunque la experimente cada día, siempre supera mis
expectativas… el espacio se abre. La infinitud del espacio ordinario de la
percepción es reemplazada por un infinitud a la segunda o a veces a la tercera
potencia. Al mismo tiempo, esa infinitud de infinitud se colma de punta a punta
con silencio, un silencio que no es ausencia de sonido[…]”.
Hay que entender que esta búsqueda de lo cristiano en
fuentes muy diversas no desemboca en un sincretismo. No pone en una procesadora
todos estos elementos y saca un mejunje consolador de autoayuda. Es el
itinerario de su búsqueda personal.
Viaja por Italia. Está en Génova cuando la
declaración de guerra. Ella, que en la línea de su maestro Alain había sido
pacifista y apoyado el pacto de Munich de 1938, se decide por la guerra porque
Hitler ha roto ese acuerdo. Escribe un “Memorándum para la formación de un
equipo de enfermeras en el frente”. Una unidad móvil para prestar primeros
auxilios en el frente tendría efectos sobre los dos bandos: “la mera
resistencia de unos pocos efectivos humanos en el verdadero centro de la
batalla, el climax de la inhumanidad, sería un signo de desafío a la
inhumanidad que el enemigo ha elegido para sí mismo y que nos obliga a
practicar también a nosotros”. El mundo arde.
1940/1941. Ocupación de París por las tropas alemanas. Los
Weil se desplazan a Vichy y luego a Marsella. Zona “libre” después del
armisticio. La aplicación de las leyes
raciales, aparentemente, que impiden a los judíos la carrera académica, hace que no reciba respuesta oficial a un
pedido suyo para retomar la docencia, preferentemente en Argelia. Le escribe
entonces una carta al ministro de Instrucción Pública. ¿Es responsable en ello
el estatuto sobre los judíos?, le pregunta. Quiere saber en qué ese texto le
concierne, “de manera que podría ser iluminada respecto de mi propia situación”.
“No conozco –dice la definición del término ‘judío’. No fue incluido en mi
educación” (contaba en otro lugar que de niña, por sus lecturas de Balzac, creía que "judío" era un sinónimo de usurero). La ley define a un judío como la persona
que tiene tres o más abuelos judíos. “Pero traslada simplemente la dificultad
dos generaciones más atrás”. Ese término, “judío”, ¿designa una religión?
“Nunca estuve en una sinagoga y nunca presencié una ceremonia religiosa judía.
En cuanto a mis abuelos, recuerdo que mi abuela paterna solía ir a una
sinagoga, y creo haber escuchado que mi abuelo paterno hacía lo mismo. Por el
otro lado, sé positivamente que mis dos abuelos maternos eran librepensadores.
Así, si es una cuestión de religión, parecería que tengo sólo dos abuelos
judíos, y por lo tanto no soy judía de acuerdo con la ley”. “¿Talvez el término
designa una raza?”. En ese caso, no tiene motivos para creer que tenga algún
vínculo, paterno o materno, con el pueblo que habitó Palestina dos mil años
atrás. “Cuando uno lee en Flavio Josefo cuán a fondo exterminó Tito esa raza,
entonces no parece probable que haya dejado muchos descendientes. La familia de
mi padre, hasta donde llega nuestra memoria, vivió en Alsacia, ninguna
tradición familiar, que yo sepa, dice algo de que hayan llegado de otro lugar.
La familia de mi madre viene de países eslavos y, que yo sepa, estaba compuesta
sólo de eslavos. Pero, ¿talvez la ley deba ser aplicada a mis abuelos, talvez
debamos investigar si alguno de ellos tenía menos de tres abuelos a judíos.
Creo que sería muy difícil obtener información confiable sobre ese punto”. La religión –dice-no es hereditaria. “Yo
misma, que no profeso ni jamás he profesado ninguna religión, por cierto no he heredado
la religión judía. Puesto que prácticamente he aprendido a leer con Racine,
Pascal y otros escritores franceses del siglo XVII, desde el momento en que mi
espíritu fue impregnado así a una edad en que ni siquiera había oído hablar de
judíos, diría que si hay una tradición religiosa que considero mi patrimonio es
la tradición católica. En pocas palabras: mi tradición es la cristiana,
francesa y griega. La tradición hebrea me es extraña, y ninguna ley puede
modificar esa situación” Y concluye que, si a pesar de esa manifestación de fe,
se persiste en considerarla judía , que se
le informe oficialmente y ella se someterá. En caso contrario, que se
otorgue un puesto acorde con su categoría de catedrática de instituto.
En octubre de 1941, al no recibir respuesta a la
anterior, dirige una carta en los mismos términos a Xavier Vallat, comisario general
para los asuntos judíos. Se necesitaba valor para escribir esas cartas, que
comprometían también a su familia. Era meterse en la boca del lobo. Pero, al
mismo tiempo, son las que mayor escándalo han levantado. Una toma de posición
contra Israel y el Antiguo Testamento. Un desentenderse –se dice- del drama
judío que estaba desarrollándose antes sus ojos. Un presunto abandono de sus hermanos por
quien había hecho de amor por quien sufre y es humillado el norte de su vida.
Simone Weil pudo ser irónica en varios tramos de su
carta al ministro, primero, a Xavier Vallat después. Pero expresaba claramente
su posición personal: no se sentía judía: su tradición era cristiana, francesa
y griega. (Un paralelo con Arthur Koestler: "En la Encrucijada"; "La Décimo tercera Tribu"). Voy a resumir la toma de posición de
Simone del siguiente modo,: para ella, ese enemigo que se interpone entre el
alma y Dios y toma el lugar de Dios, es decir, el “gran animal”, la “gran
bestia” de lo colectivo, que piensa y decide por cada uno, ha tenido dos
grandes expresiones: Israel y Roma. Roma en el campo político, Israel en la
esfera de lo religioso. En los hebreos, se manifiesta en la idolatría del
pueblo elegido, una raza, una nación, algo material y terrenal. En Roma, en un imperio totalitario y
materialista. El Antiguo Testamento, la Torá, el Tanaj, es, salvo algunos
pasajes (el Libro de Job, el Cantar de los Cantares), la expresión de un dios
celoso y tribal y de la idolatría de su elección. La fuente pura es la fuente
griega: hay una línea que va desde la Ilíada al Evangelio y la pasión de
Cristo, pasando por Platón y los poetas trágicos. Allí está la búsqueda del
reino de la justicia sin escatimar el retrato de la miseria humana, que culmina
en un ser a la vez divino y humano. Romanos y hebreos, en cambio, han querido
sentirse por encima de la miseria humana, los primeros por haberse creídos
predestinados para el dominio político del mundo; los segundos por el favor de
su Dios y en la medida exacta en que lo obedecían.
En Marsella se compromete con el grupo de
escritores que publicaban la revista “Cahiers
du Sud”. Entre ellos, principalmente, Jean Tortel (que ha dejado
testimonios valiosos sobre Simone Weil: una mujer “de mirada extraordinaria detrás de los
inmensos anteojos, con la boca muy marcada, sinuosa, húmeda. Miraba a través de
su boca. El conjunto ojos-boca contenía una exhortación, una petición y, al
mismo tiempo, una ironía insoportable frente a las estupideces y las cosas
indiferentes, mediocres… Ella llevaba todo hasta el fondo”.
El otro editor era Roger Caillois, bien conocido aquí,
ya que vivió en Buenos Aires, y tuvo una relación especial con Victoria Ocampo.
Autores publicados en « Cahiers du Sud »,
entre otros : René Guénon, Henri
Michaux, Marguerite Yourcenar.
En Cahiers du Sud », (diciembre de 1940-enero de
1941) publicó, bajo el anagrama de Émile Novis, « La Ilíada o el Poema de la Fuerza », texto fundamental :
« El verdadero héroe, el verdadero tema, el
centro de « La Ilíada », es la fuerza. La fuerza manejada por los
hombre, la fuerza que somete a los hombres, la fuerza ante la cual la carne de
los hombres se crispa » La fuerza hace del hombre una cosa, un cadáver. El
héroe es una cosa arrastrada tras un carro en el polvo. Nadie la posee verdaderamente. El valor
contribuye menos a determinar la victoria que el destino ciego, representado
por la balanza de oro de Zeus. A fuerza
de ser ciego, el destino establece una suerte de justicia, ciega también, que
castiga a los hombres armados con la pena del talión. La Ilíada la formuló
antes del Evangelio, « casi con sus mismos términos » :
« Ares
es equitativo, mata a los que matan »
Este castigo de un rigor geométrico, que castiga
automáticamente el abuso de la fuerza, fue el primer objeto de meditación entre
los griegos. Némesis : el alma de la epopeya y la tragedia : la idea
de límite, de medida, de equilibrio, que debería determinar la conducta de la
vida, sólo tienen un empleo servil en la técnica. No somos geómetras más que
ante la materia ; los griegos fueron los primeros geómetras en el aprendizaje de la virtud. La
guerra es un juego de balance : el vencedor momentáneo olvida de usar la
victoria como algo que pasa´. . Un uso moderado de la fuerza,, que es lo único
que permitiría escapar al engranaje, demandaría una virtud más que humana. De
ordinario, no es el pensamiento político el que aconseja el exceso. Pero la
tentación al exceso es casi irresistible. La guerra borra la idea de finalidad,
hasta la misma idea de las finalidades de la guerra. La Ilíada es algo único porque vencedores y
vencidos están igualmente próximos, son con el mismo derecho los semejantes del
poeta y del oyente. La extraordinaria
equidad que inspira La Ilíada no tuvo imitadores. …El Evangelio es la última y maravillosa
expresión del genio griego así como la Ilíada es el primero. [Los europeos] reconquistarán
quizás el genio épico cuando sepan que
no hay que crear nada al abrigo de la suerte, no admirar jamás la fuerza, no odiar
a los enemigos ni despreciar a los desgraciados. Es dudoso que esto ocurra
pronto ».
Conoce, a través de su amiga Hélène Honorat al
dominico Joseph-Marie Perrin, que le consigue trabajo en la chacra de Gustave
Thibon, en Saint Marcel d’Ardèche. Ella experimenta de inmediato una gran
confianza y amistad hacia ese « sacerdote casi ciego, de una delgadez
ascética y que hablaba con gran dulzura ». « Al apoderarse de mi
amistad mediante una caridad cuyo equivalente jamás había conocido, me procuró
la fuente de inspiración más poderosa y más pura que pueda encontrarse en las
cosas humanas. Pues ninguna de ellas es tan provechosa como la amistad por los
amigos de Dios ». « No puedo pensar en usted sin pensar en
Dios », le escribe en otra ocasión.
« Con amistad filial » será la frase
con la que termine sus cartas. Con Thibon, luego de una inicial repulsa
de éste –el carácter de Simone no era fácil, su apariencia física, casi
chocante, siempre con un overol negro o gris, descalza o con sandalias
franciscanas- pasa a una gran amistad e intimidad espiritual : « un
misticismo sin desperdicio emanaba de ella : no he encontrado en un ser humano semejante familiaridad con
los misterios religiosos ; jamás la palabra « sobrenatural » me
ha resultado tan henchida de sentido como en contacto con ella ».
La
« Carta a un religioso » es la carta que envía al padre Perrin antes
de partir de Marsella. Junto a otros textos
dirigidos al padre Perrin, ilustran sobre el acercamiento de Simone al
cristianismo católico y sus motivos para no recibir el bautismo e incorporarse
a la Iglesia Básicamente, entiende que
antes de la revelación manifestada a Israel existieron revelaciones recogidas
en los textos religiosos de oros pueblos –Egipto, caldeos, persas, la India,
Grecia –en este caso, sobre todo Platón y su idea de la mediación geométrica- y
que Israel tomó la verdad más esencial respecto a Dios, de esas fuentes, como
se refleja en el Libro de Job, a la que atribuye un origen sumerio o babilónico , y en la figura de Melquisedec, un rey de
Canaán que bendice a Abrahán y le ofrece
pan y vino, lo que señalaría que fuera del pueblo judío había un conocimiento de Dios situado en el mismo plano que el
cristianismo, lo que podría indicar, a juicio de Simone, que Melquisedec era ya
una Encarnación del Verbo. SW creía en los misterios de la Trinidad, la
Encarnación y la Eucaristía, pero no adhería a la continuidad entre el Antiguo
y el Nuevo Testamento, ni a momentos de la historia de la Iglesia, concebidos
bajo la imagen de un Dios básicamente todopoderoso, a la manera del Tanaj,
donde la divinidad cruel ordenaba destruir ciudades, dar muerte a los pueblos y
exterminar prisioneros y niños. Estuvo muy cerca de los postulados de Marción
sobre el rechazo del Antiguo Testamento hebraico. Martin Buber establecía un
paralelo entre Marción y Simone Weil. La diferencia es que Marción (principios del
s. II) formulaba un dualismo entre el Dios de la Tanaj, el dios creador, y el
Dios revelado en Jesucristo. Dios del Evangelio, distinto,
alejado del mundo, sobre el que nada dice el Tanaj y de cuya existencia la humanidad se enteró
por Jesucristo, lo que lo llevó a establecer un canon donde el Antiguo Testamento
estaba excluído . Simone tomaba de
Marción una concepción de la superioridad previa de los llamados pueblos
paganos sobre Israel., sede de idolatría, “que hicieron un ídolo, no de metal o
de madera, sino de una raza, una nación, algo terrestre. Su religión en esencia
es inseparable de esta idolatría, a causa de la noción de “pueblo
elegido”. También Simone manifestó una
aproximación a los cátaros, sobre todo por la vía de del amor cortés y los
trovadores, la Tolosa del siglo XII (carta a Déodat Roché de 1941). Entendía
que sobre estas posturas recaía anatema.
Su “último texto” comienza:
“Creo en Dios, la Trinidad, la
Encarnación, la Redención, la Eucaristía y en las enseñanzas del
Evangelio. Creo, es decir, no porque
suscriba lo que dice la Iglesia sobre
dichos puntos, sino que adhiero por amor a la verdad perfecta e inasible
que contienen los misterios, y porque trato de abrir mi alma para permitir que
entre en mí la luz”. Y en otro lado, afirmó: “estoy más dispuesto
a morir por la Iglesia, si fuera necesario, que a entrar en ella”.
1942 . A
punto de partir para Casablanca, hace depositarios de todos sus papeles y cuadernos, al padre Perrin y a
Gustave Thibon. Thibon reunirá más tarde
parte de esos materiales en un libro bajo el título de “La Gravedad y la
Gracia”, que así se llama el trabajo que
abre la obra.
Todos los movimientos naturales del alma
están regidos por leyes análogas a las de la gravedad material. La única
excepción es la gracia. Dos fuerzas reinan en el universo: luz y gravedad. La creación está hecha del
movimiento descendente de la gravedad, el movimiento ascendente de la gracia
–ascensión a la luz, condición alada del alma- y el movimiento descendente de
la gracia a la segunda potencia. La gracia es la ley del movimiento
descendente.
“Siempre hay que esperar que las cosas ocurran
conforme a la gravedad, salvo intervención de lo sobrenatural.”
Llegan a Casablanca, donde son
internados en un campo de refugiados. Se embarca para Nueva York (su hermano
André ya estaba allí) . Arriban a a
Manhattan. Se acerca a las
comunidades negras . Por primera vez entra a una sinagoga, porque es de negros
etíopes (falashas). Se embarca con destino
a Liverpool para colaborar con De Gaulle. Llega a Londres a finales de
1942.
1943. Luego de pasar por un campo de internación logra
ser admitida, a través de Maurice Schumann, como redactora en los servicios
civiles (quería ser parachutada tras las líneas alemanas en Francia; De Gaulle
piensa que está loca). Trabaja incansablemente. Come poco, sólo que corresponde a la ración que corresponde a los
franceses en su tierra. Duerme en el
suelo. Se la incorpora a un equipo
-“Revisación de Proyectos para la futura Organización de Francia”. Se le
encarga algo así como el preámbulo de una futura constitución. Es el texto, inconcluso,
que tituló “L’enracinement”, “El arraigo”, traducido entre nosotros como
“Raíces del Existir”, y que fue más tarde publicado por Gallimard gracias a la
gestión de Albert Camus, que la admiraba y tenía su retrato sobre su mesa de
trabajo.
“L’enracinement” es un texto importantísimo sobre
el que apenas puedo detenerme, por razones de tiempo.
El libro se dicvide en tres partes:
- Las necesidades del alma
- El desarraigo: desarraigo obrero, campesino, el producido por la absorción del Estado nación
- El arraigo: participación en la vida de una comunidad. Crecimiento desde debajo de comundiades pequeñlas con relación cara a cara; propiedad privada. Las instituciones tiene como finalidad formar la nobleza del carácter.
Las necesidades del alma, a partir de las
imperiosas necesidades físicas inmediatas, se ordenen en: libertad, orden,
seguridad, riesgo, igualdad, jerarquía, propiedad, verdad.
La necesidad de la “intermediación”, to metaxú,
en el sentido que le da Diotima en “El Banquete” de Platón. Señala la situación
ontológica del hombre: la intermediación entre Dios y el hombre; entre nuestra
finitud y nuestro deseo de infinito.
El punto de partida es la obligación, es decir, la
forma suprema de la autonomía personal que permite libremente reconocer la
deuda con el otro y cumplirla, no por temor a la sanción sino por la lógica de
la reciprocidad.
“La noción
de obligación prevalece sobre la de derecho, que le es subordinada y relativa”.
“Un derecho no es eficaz por sí mismo, sino
únicamente por la obligación a que corresponde”.
“El cumplimiento efectivo de un derecho proviene,
no de quien lo posee, sino de los otros hombres que se reconocen obligados
hacia él”
“La obligación es eficaz desde que es reconocida.
Pero una obligación, aunque no fuera reconocida por nadie, no pierde nada de
su plenitud”
“La obligación se coloca en un plano que está por
encima de todas las condiciones, porque está por encima de este mundo”
“Hay obligación hacia todo ser humano, por el solo
hecho de que es un ser humano, sin que intervenga ninguna otra consideración y aunque
él no reconozca ninguna”
“Se expresa en forma confusa e imperfecta en el derecho
positivo. Si el derecho positivo la desconoce, está herido de ilegitimidad”
“Tengo derecho a….y usted no tiene derecho a, encierran
una guerra latente y despiertan un espíritu de guerra". Anulan la caridad, el agapé.
“Poner en boca de los desgraciados palabras como democracia,
derechos de las personas, es hacerles un presente que no es capaz de procurarles
ningún bien, y que les hace inevitablemente mal”
En abril de 1943 ingresa al hospital de Middlesex.
Le diagnostican tuberculosis (época sin antibióticos: reposo y comida). No
quiere comer más allá de las raciones que comen sus compatriotas. La
trasladaron, en estado muy grave, ya no podía ingerir ningún sólido, al
Grosvenor Sanatorium, de Ashford, en el
condado de Kent, donde falleció el 24 de agosto de 1943, mientras dormía. Se hizo una investigación y el dictamen del
forense fue : « la fallecida se mató, al negarse a sí misma
suficiente cuando se hallaba con las facultades mentales trastornadas ».
Acuden ocho personas al entierro. El cura se equivoca
de tren y no llega. Maurice Schumann lee un responso
Albert Camus siempre tenía una foto de Simone en el
escritorio. Creía imposible imaginar un
renacimiento para Europa que no tuviera en cuenta las exigencias que Simone
Weil definió en L´enracinement
T.S. Eliot elogió su « genio semejante al de los
santos »
Graham Greene habla de su obra « que excava en el
abismo »
Ëmile Cioran, Marie-Madeleine Davy, la exltaron.
Por el contrario, para otros su pensamiento es visto desde
un trastorno de significado :
- Su sacrificio, un suicidio
- Su negativa a no sufrir lo que sus compatriotas sufrían, anorexia
- Su rechazo del judaísmo, traición a los suyos, negación de identidad, una manera de borrarse
- Su elección del conocimiento por el sufrimiento, masoquismo
Un paréntesis sobre una ventaja argentina. En los años 50 del siglo pasado,
tuvimos, por intermedio de Editorial Sudamericana, la posibilidad de ver
traducidas a nuestro idioma las principales obras de Simone Weil (téngase en
cuenta que la mayor parte de su obra son recopilaciones de artículos y
cuadernos efectuadas por otros. Hay también una masa de cartas, reflexiones
sueltas y poemas que han ido apareciendo. Más de dos mil páginas que esperan
que La Pléiade se digne alguna vez recogerlas en una edición total).
En Tucumán, por aquellos años 50, había un grupo intelectual reunido por el entonces subdirector de La
Gaceta, Daniel Alberto Dessein (testimonio de Tomás Eloy Martínez, en ese momento de
18 años), donde había un notable profesor francés, Roger Labrousse (excelente su libro sobre
el poder), su mujer, Elisabeth Goguel y una joven profesora de filosofía
argentina, de ascendencia francesa, María Eugenia Valentié, Génie Valentié (1920-2009). Ella fue la traductora de Simone. Compenetrada de su estilo, de su
sintaxis, del ritmo de sus párrafos. Actualmente traducida en España, libros en
Trotta. No critico esas traducciones, pero las de Valentié, confrontadas con
los originales, siguen siendo magníficas.
2 comentarios:
Excelente me parece este acercamiento, que me hizo conocer a Weil. Gracias por compartirlo.
Nota: puedes indicar por favor el título del libro de Roger Labrousse sobre el poder.
David
Estimado David:
El libro de Roger Labrousse se llama "El poder: del mago al burócrata".
Muchas gracias por su comentario
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