viernes, diciembre 09, 2016

ZUGZWANG AUTOINFLIGIDO

Los ajedrecistas conocen bien esta palabreja alemana: Zugzwang. Compuesta, como buena parte de  ellas. Zug es jugada y zwang es coacción o apremio: apremio de jugar, imposibilidad de "pasar" sin hacer un movimiento. Cuando se está en en Zugzwang, cualquier movimiento que se haga al llegar nuestro turno, resulta perjudicial.  Su forma peor es el Zugzgwang recíproco: ambos contrincantes se encuentran impelidos a hacer movimientos perjudiciales, que pueden cambiar la partida y transformar la derrota en victoria o tablas, y la victoria en derrota o tablas. Los franceses lo llaman trébuchet: trampa. Entrampamiento mutuo. En la ilustración, si toca a las negras y mueven a d7, las blancas responderán moviendo su rey a b7 y cualquiera sea el movimiento posterior del negro, el peón coronará y ganarán la partida.


 

 
Pero si toca a las blancas y mueven a c7, única manera de defender el peón, la partida resultará tablas por ahogado  -el rey negro no puede mover a ninguna casilla porque en todas estaría en jaque. Cualquier otro movimiento de las blancas conduciría a la pérdida del peón y, de consiguiente, a las tablas. El Zugzwang -título de un cuento excelente de Rodolfo Walsh- suele darse en los finales.
 
El  gobierno, por su propia iniciativa, se ha colocado en Zugzwang político tras la aprobación de Diputados del proyecto conjunto de la oposición sobre impuesto a las ganancias. Si se convierte en ley cuando pase al Senado, pondría en jaque a las maltrechas finanzas públicas, culminación de un proceso de billetera fácil en que el  Ejecutivo ha ido cediendo posiciones a cambio de breves treguas cada vez más caras al bolsillo de los contribuyentes -la última, la ley de emergencia social, por medio de la cual subsidia a los "movimientos sociales" dándoles un instrumento electoral oportunamente a usar en su contra, a cambio de postergar estallidos. Si lo veta, tendrá que correr con el costo político de dejar en pie la legislación anterior, que castiga especialmente a los sectores medios que son el núcleo de su electorado. Confía el Ejecutivo en presionar sobre los gobernadores, para que estos hagan bajar el pulgar a sus senadores, pero creo que ese cálculo está equivocado: los gobernadores preferirán que el gobierno central quede crucificado a pagar ellos costo alguno, sabiendo, en definitiva, que el incendio no los soportarán ellos solos, que las llamas más altas se levantarán en la CABA y el conurbano,  y, por otra parte, que Balcarce 50 será la principal interesada en apagar los incendios, antes que recurrir a las dotaciones locales. Tampoco resultará jugar duranbarbísticamente a que la opinión pública desprecie al peronismo compinchado -como se intenta ahora- ya que, con justo contrapasso a las vulgarizaciones del ecuatoriano, la clase media en que me cuento hará sus cuentas antes y después del proyecto en danza, con el obvio resultado: nadie pelea por pagar más impuestos. ¿Que entonces puede ser que el templo se derrumbe aplastando por igual a Sansón, a los ex del Newman y también a los filisteos? No será la primera vez que orillemos el abismo, que nos atrae, sobre todo a fin de año -recordar el 2001.
 
El Ejecutivo llamó a extraordinarias incluyendo la emergencia y la cuestión de ganancias cuando -ya sé, ejercicio contrafáctico- tenía una oportunidad, cerrado el Congreso, de decidir por decreto de necesidad y urgencia las dos cuestiones: la primera, la emergencia, declarándola solemnemente y fijando pautas a su alcance que, posteriormente, servirían de bases de  diseño para cuando el Congreso reabriera el 1º de marzo del 2017. En cuanto a ganancias, no pudiendo haber constitucionalmente decretazo sobre materia impositiva, sí era posible por ese medio subir, hasta el techo posible, el piso del mínimo no imponible. Ah, pero el decisionismo, y Carl Schmitt y toda esa canzoneta de repetidores. Ya retrocedieron una vez cuando los nombramientos de miembros de la CS en comisión, recurso constitucional si los hay, que sin temblarle la mano se ha utilizado muchas veces en la "gran democracia del Norte".  Fue una oportunidad perdida de reivindicarse y retomar la iniciativa perdida, que ahora ya está en otras manos. Habrá que pedir a la Providencia o al incierto destino, según las creencias, que se desarme la frágil entente perucha con la izquierda progre y los piqueteros del Papa, pero sólo regnat quien tiene la fuerza y la astucia para producir el divide, y aquellas dos cualidades indispensables del político no se advierten en el gobierno. En el ajedrez el Zugzwang se da en los finales; esperemos, y así lo deseo, que en nuestro tablero político no... 
 
 



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