Celebran en Moscú la caída del III Reich. Cada cual, del lado de la trinchera en que estuvo, acertado o desacertado según su percepción, podrá celebrar una victoria. Pero nadie puede celebrar la paz. Porque, en realidad, hemos cumplido ciento y un años de guerra global y de masacres continuas en el tiempo y diseminadas en el espacio, de crímenes de los "malos" y de crímenes de los "buenos". Un estado de excepción permanente y una guerra civil planetaria, carnicerías "humanitarias", población civil como objetivo y ahorro de soldados sobre el terreno...¡bienvenidos los drones! A los vencedores y a los vencidos de ayer se les refleja en el espejo el rostro de la Gorgona, propio de aquel tiempo y de éste, que es su continuidad. No la paz: la cola del dragón.
Piedad sobre tanto sufrimiento y tanta muerte
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