domingo, octubre 23, 2011

HYPOCRISY



Muamar Gadafi fue un político con una imaginación escénica madurada en el desierto y no en las plazas del otro lado del charco mediterráneo. Por lo tanto, más lujuriante si cabe. Ir de un lado al otro con su jaima, su carpa beduina, y rodearse de una guardia de amazonas oficialmente vírgenes con fusiles bajo el brazo, supera cualquier liturgia de balcón. También quiso ser un líder panafricano, pero la Libia actual -en los relatos remotos, Libia es la ninfa que da el nombre a toda el Äfrica del norte- no daba para eso.  Surgió del anticolonialismo y financió una gran pelìcula -"El León del Desierto"- donde Anthony Queen personificó a Omar Mojtar y OIiver Reed al mariscal Graziani. Al final, junto al cadáver pendiente del jeque Omar, un gran guerrero, aparece un chico con gesto desafiante: el futuro coronel. Pero el anticolonialismo ya hizo su época hace mucho. Ahora el conflicto es por la uniformización del planeta bajo un Nomos global. Y Gadafi, siempre con golpes de teatro, fue girando poco a poco hasta integrarse en lo que veía como inevitable, con el beneplácito y la bendición "occidental". Salió perdonado por el oscuro  episodio de Lockerbie, pero  lo despenaron mal unos irregulares, cuyo GPS probablemente fue orientado por la inteligencia británica o francesa. Un equipo de la CIA mandado por la Casa Blanca, los del SAS británico, enviados por David Cameron y el Commandement des Opératios Spéciales francés, empujado por Sarko, más un comando qatarí que tuvo papel protagónico en la entrada a Trípoli, lo buscaban para rematarlo. Y los mercenarios sudafricanos del libio se habían replegado ya días atrás sobre Argelia, cubriendo a una parte de su familia. Ahora su cadáver, junto al de unos de sus hijos, aguarda su incierto destino de ocultamiento tirado sobre un sucio colchón en la cámara frigorífica de un supermercado. A pesar de todo, el final de estos hombres fuertes, Saddam en Irak, Muamar en Libia, tiene algo de trágico y de clásico. Quizás hubiesen querido, quienes se supone manejan el mundo, llevarlo a juicio ante la Corte Penal Internacional, que está buscando su primer gran condenable para ejemplarizar con la "justicia de los vencedores", ejercida en nombre de la Humanidad y sus contornos. Los líderes de la posdemocracia europea y norteamericana probablemente habrán de llegar al fin de sus días de manera más dulce y menos aparatosa, incluido el Nobel de la Paz metido en  la guerra  intertribal libia. Pero el honor de las armas -por lo menos- le cabe curiosamente por ahora  a los dictadores. El último toque hipócrita es que desde las Naciones Unidas se exija una "investigación" de cómo murió Gadafi. Las mismas fuentes europeas señalan que un avión no tripulado (dron)  le encajó un misil al convoy en que el libio iba dejando Sirte. La Resolución de la ONU del 17 de marzo de este año estableció un bloqueo aéreo -no fly zone- para la protección de la población civil y las zonas pobladas -to ensure the protection of civilians and civilian populated areas. Me cuesta entender que los bombardeos sobre población civil -incluido el misil a Gadafi de los drones de la OTAN- queden incluidos en la Resolución. Manga ancha para los crímenes de los "buenos"...

1 comentario:

Occam dijo...

Adhiero plenamente a sus conceptos, y recuerdo también que el asesinado fue el primero en poner armamento y petróleo a disposición de la Argentina cuando Malvinas, sin exigir contraprestación alguna. Y Malvinas enlaza con Inglaterra y también con la Francia de Mitterrand, aliado entusiasta e incondicional de la Thatcher aun mucho después de terminada la guerra (ONU, 4-11-82).