OTRO GRONDONEO: ESTA VEZ, ARQUÍLOCO DE PAROS
Una vez definí el grondoneo como una operación parecida al pensamiento, pero que no era tal. En varias ocasiones he tropezado con increíbles errores en latinismos y helenismos por parte de Mariano Grondona, que, además, se remonta fácilmente al sánscrito para imaginar etimologías de pantalla -o para la popular en la tribuna de doctrina. Le he oído claramente hablar del jus solis -que sería "derecho del sol"- en lugar de jus soli -genitivo de solum, suelo. Escribió suelto de cuerpo sobre "los" polites -ciudadanos- cuando, utilizando el plural, ya que quería echar mano al griego, debió decir politai. Hice una recopilación de estos grondoneos que publiqué en una revista de circulación restringida. Luego de publicada, recuerdo que en la tribuna doctrinaria afirmó que "Il Convivio" de Dante Alighieri era un diálogo -se confundió con "El Banquete" de Platón. Roberto Aizcorbe me señaló una vez que nuestro Mariano creía que la roca Tarpeya, en Roma, era lo mismo que el Taigeto, en Esparta -pequeña pifia geográfica. Carlos Alberto Ronchi March, gran helenista que fuera mi profesor de latín en el Buenos Aires, siendo secretario de la Academia Argentina de Letras, escribió indignado a la doctrina de tribuna exigiéndole que su columnista cesara de inventar etimologías en ojotas, que provocaban las sonrisas de sus estudiantes. Pero ni aún así...
Ahora el incandescente profesor Mariano ("La Nación", 18 de septiembre), a propósito del dólar, de la economía y de Cristina, incursiona en el poeta griego Arquíloco de Paros (lo latiniza Arquílocus porque así, quizás, le parece más fino). Este Arquíloco fue un poeta que vivió hacia la primera mitad del siglo VII AC. Hijo de un noble y de una esclava, con problemas, diríamos hoy, de inserción social, la Antigüedad lo tuvo por igual a Homero. Los fragmentos que nos han llegado son pocos, aunque algunos ciertamente muy bellos e impresionantes. Se le atribuye la invención de los ritmos yámbicos y elegíacos. Su vida fue una telenovela. Arruinado, se alista como mercenario -sus "Canciones de Mercenario" son de gran fuerza- y se exilia. Se enamora de Neóbula, que luego, a instancias de su padre, lo rechaza. Se volverá en feroz venganza contra ambos, dirigiéndoles fábulas y sátiras, hasta que consigue que uno y otro se ahorquen, abrumados por la venganza del poeta. Murió en una oscura escaramuza entre dos islas griegas.
Con la fábula -género popular- se dedicó a ofender a su ex novia y al futuro suegro. Así la del águila y la zorra -recogida por Esopo- donde la imponente ave de presa que se ha comido las crías de la zorra, recibe como retaliación la pérdida de las propias. Otra es la zorra y el erizo, de la que nos ha llegado apenas unas líneas: la zorra sabe muchas cosas, pero el erizo sabe sólo una, y grande. El erizo Arquíloco sabe que del enemigo, y más del que antes se amó, hay que vengarse. Sólo sabe eso, pero es suficiente para dar sentido a una vida.
Muchos años después, en un trabajo sobre Tolstoi, don Isaiah Berlin, uno de esos autores, como lord Acton, de quien todos saben una frase pero jamás lo han leído, usó al erizo y a la zorra como categorías personales. Hay pensadores "erizo", referidos a un centro dogmático, y pensadores "zorros", de búsqueda variada. En nombre del ubicuo zorro, pero con dogmatismo de erizo, Berlin alineó en el sector puercoespín a Platón, Dante Alighieri, Pascal, Nietzsche, Dostoievski y otra gente que no le gustaba.
Y aquí aparece Mariano. Entiende que Berlin describió, con sus dos animalitos, dos culturas de opuesto signo. La anglosajona, audaz como el zorro, que explora nuevos espacios a su riesgo, y la de los países hispanos y latinos, que se encueva y se protege dentro de sus espinas, "para evitar el peligro de intentar lo nuevo". En realidad, esta última división -que como observará el lector no es precisamente la del original de Berlin- parece que la saca de un autor chileno que escribió en inglés a propósito de Berlin, Mariano solapeó y dio lugar a su sólito grondoneo, para lucirse ante el zonzaje -incluida "Carta Abierta".
En definitiva, Mariano no leyó a Arquílocus ni tiene idea de por qué escribió lo de la zorra (promiscua ella) y el erizo, que sólo sabe una cosa: vengarse. Heráclito, que creía que a Homero y a Arquíloco había que azotarlos por macaneadores, decía ya que "una sola cosa es lo sabio: conocer el pensamiento que gobierna todas las cosas a través de todas". Un sabio busca el unum necessarium. La zorra va de cama en cama: salta de yerro en yerro. Mariano tampoco leyó a Berlin. Pero leyó a un tipo que habla sobre algo de lo que habla Berlin y saca de ahí que siempre, nosotros, latinos, hispanos, hemos vivido equivocados, encerrados en nuestro cofre de púas, mientras el zorro corretea en las campiñas inglesas -para que lo maten deportivamente.
Este Mariano siempre ha querido que seamos otra cosa: no latinos de estirpe, no católicos de cultura, sino una mala copia de anglosajones y puritanos. Deseo de Grondona Poggio, ex seminarista, que derecho tiene a expresarlo, después de todo. Pero ese mundo en que sueñan los grondoneos, en todo caso, terminó. Donde él busca anglos hoy hay paquistaníes y los puritanos reventaron hace rato la tarjeta de crédito y firmaron sin remordimientos la hipoteca tóxica. Volvé a los étimos, Mariano.
Busto que se supone representa a Arquíloco de Paros
4 comentarios:
Sencillamente, un artículo brillante. Y muy ilustrativo, al menos, para un servidor, que todo lo ignora del poeta chileno ése, con nombre de capital de Polonia y versos yámbicos erizados.
Un cordial saludo.
Agradezco al filoso Occam el comentario. Aunque estas cuestiones parezcan relacionarse sólo con lo que Revel llamaba "el conocimiento inútil", las apunto porque señalan la impostura intelectual, una de las peores, porque pasa inadvertida para el gran público. Pero el gran público tiene el derecho a que el que se presenta como sabio no le macanee. Y uno, que no es sabio sino meramente curioso, se ha tomado la tarea de señalar, de vez en cuando, al sabihondo que "vive en la impostura". Como denunciaba Discepolín, que ése sí que se las sabía todas...
MG no sólo no leyó a Arquíloco ni a Berlin. Tampoco leyó -ni estudió-a cierto Potro vernáculo de quien Fermín Chávez decía "si el (...) aquel no lo alcanza/que lo pea mi tobiano". Y sin embargo lo cita de continuo (para colmo, mal), empeñoso en hacerse perdonar/olvidar el cerrado gorilismo de cinco décadas y ganarse algún gil que lo vea los domingos cuando termina el fútbol.
Este mismo paniaguado/lechuguino es quien pretendía encajarnos a los argentinos la receta (de Estado) de los Pactos de la Moncloa. Tras ella, los gallegos parieron la Ley de Memoria Histórica y están a punto de que la Catalunya les de el definitivo portazo.
¡Hurra! Siempre es placentero desenmascarar a inteligentuales (Castellani) de cuarta metidos a "filósofos" políticos.
MG no sólo no leyó a Arquíloco ni a Berlin. Tampoco leyó -ni estudió-a cierto Potro vernáculo de quien Fermín Chávez decía "si el (...) aquel no lo alcanza/que lo pea mi tobiano". Y sin embargo lo cita de continuo (para colmo, mal), empeñoso en hacerse perdonar/olvidar el cerrado gorilismo de cinco décadas y ganarse algún gil que lo vea los domingos cuando termina el fútbol.
Este mismo paniaguado/lechuguino es quien pretendía encajarnos a los argentinos la receta (de Estado) de los Pactos de la Moncloa. Tras ella, los gallegos parieron la Ley de Memoria Histórica y están a punto de que la Catalunya les de el definitivo portazo.
¡Hurra! Siempre es placentero desenmascarar a inteligentuales (Castellani) de cuarta metidos a "filósofos" políticos.
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