martes, septiembre 27, 2011



LA OTRA MUERTE DE JOSÉ IGNACIO RUCCI



El 25 de este mes se cumplieron treinta y ocho años del asesinato por Montoneros de José Ignacio Rucci. La presunta incógnita sobre los autores de su muerte, la reapertura de la investigación, las supuestas dudas del juez actuante, son para el menos avisado un secreto de Polichinela. En la primera mitad del siglo pasado, cuando nací, en situaciones como estas se solía recordar unos versitos de una comedia de Ventura de la Vega: "todo Madrid lo sabía, todo Madrid menos él". "Él" puede ser el juez, el gran público desinformado, los familiares hasta hace poco (?). En fin, los que no pueden, no quieren o no saben informarse al respecto. Todos y todas: lo mató la Orga y se supo desde el vamos, aunque no haya habido, en este caso, una inmediata reivindicación. Los tres estudios más sustanciosos sobre la cuestión así lo señalan: Eugenio Méndez ("Confesiones de un Montonero -La otra cara de la Historia"), Luis Fernando Beraza ("José Ignacio Rucci"), Ceferino Reato ("Operación Traviata"). Los testigos del tiempo, muchos de ellos Montos, lo confirman: Miguel Talento, Jorge Rachid, Julio Bárbaro, Miguel Bonasso, Horacio González, Pablo Giussani, Jorge Luis Bernetti, Carlos Brocato, Julio Godio, etc. La calle montonera anunciaba: "¡Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor!". Y producido el crimen, remachaba: "¡Rucci, traidor, saludos a Vandor!". Los jefes operativos del comando ejecutor también son conocidos: Juan Julio Roqué ("Lino") y Marcelo Kurtlat ("Monra"). Los móviles del asesinato también salieron oportunamente a la luz: tirarle un cadáver al Viejo para que se diera cuenta con quiénes debía negociar. Rucci, por otra parte, no ocultaba su repudio a la Orga y manifestaciones de superficie,como la JPerra y en la eliminación de su persona se concentraba el desquite por la derrota de Ezeiza. Bernetti dice que "Carolina Natalia", CN, la conducción nacional de Montoneros, calificó a Rucci como "centro del dispositivo enemigo". Bastantes elementos, creo yo, hasta para un juez posmo.

La familia -la viuda y los dos hijos- cobraron en noviembre de 1999 (D. 2511/99, expdte. Secretaría de DD.HH. 446.187), bajo el menemato, la indemnización de pesos-dólares 224.000, establecida por la ley 24.411 para familiares de desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. En los fundamentos formularios se dice que fue "un atentado llevado a cabo por una organización de tipo militar, con uniformes similares a los de la fuerza policial, que actuó con total impunidad, no siendo los hechos investigados en el momento oportuno". Le da sustento la declaración de un condenado por otro delito, Juan Carlos Juncos, que la atribuye a la Triple A, así como también se había declarado autor del asesinato del padre Carlos Mugica, por el precio de 10 milones de pesos y bajo las órdenes de López Rega. Juncos luego se retractó; el juez Fernando Archimbal estableció en 1984 que había mentido y que ninguna vinculación tuvo con la Triple A y, en fin, en septiembre de 1973 la Triple A aún no se había manifestado. No soy quien para juzgar esa actitud de la familia, ni me interesa hacerlo. Es probable que la vida que debió llevar Rucci en aquellos tiempos no fuera la más propicia para anudar más fuerte los afectos; en todo caso, queda para la profundización de los biógrafos. Ahora, mientras Claudia Rucci, diputada por el agónico Peronismo Federal, trata de impulsar la causa por el homicidio, su hermano la acusa de "politizar" la cuestión. ¿Acaso alguna vez dejó de ser una cuestión política?

Para que la causa tome cuerpo y se investigue a fondo con los muchos elementos que existen, tiene que soslayarse la prescripción declarando el crimen como de "lesa humanidad". Sin profundizar ahora lo que bien puede ser materia de otro post específico, la categoría de "crímenes de lesa humanidad" es una creación de posguerra destinada a afirmar la noción de "guerra discriminatoria", donde un bando se pone bajo el pabellón de la "Humanidad" y destituye así al otro de su condición y categoría humana. La "Humanidad" -por lo menos mientras los alienígenos no tengan una presencia más concreta y belicosa- no puede ser sujeto de derecho, ni bien jurídico protegido frente a otros integrantes del género humano. Los crímenes y horrores cometidos cotidianamente por la humanidad, son de todos modos crímenes y horrores, ya se los considere -como suele decirse en las crónicas policiales de la televisión- "inhumanos", lo que en el fondo resulta tranquilizante para las almas bellas, o como "humanos", lo que seguramente es más verdadero, pero con franqueza más inquietante. Lo cierto es que, entre nosotros, "lesa humanidad" se ha convertido en un comodín judicial destinado a sambenito para imputar, procesar y condenar al bando del "terrorismo de Estado" y para exculpar de cualquier persecución retrooactiva al bando subversivo. Nuestra Corte declaró la imprescriptibilidad para los primeros en la causa "Arancibia Clavel" y la prescriptibilidad de los segundos en la causa "Lariz Iriondo". En esos términos, la decisión a tomar por el juez interviniente -Ariel Lijo- es muy difícil que no siga el rumbo fijado por la Corte Suprema.

He sostenido y sostengo que la única forma de componer las heridas dejadas por nuestra guerra civil bajo modulación de "guerra revolucionaria" es política y se llama amnistía. Si en el caso de Rucci, como en de Argentino Larrabure y en otros gravísimos crímenes se consiguiera levantar la losa jurisprudencial que acabo de señalar, y se pudiese procesar y condenar a los sobrevivientes del bando subversivo, muchos de ellos dedicados hoy a la función pública o los negocios como continuación de la revolución por otros medios, sólo habríamos conseguido ampliar la estéril y terrible tarea de reabrir tumbas para convertirlas en trincheras.

Sin embargo, veo alguna materia aprovechable, que incluso podría dar lugar a un planteo judicial. En efecto, la familia Rucci cobró la indemnización de la ley 24411 bajo un cierto encuadre de los hechos que resultó falso. A la vez nadie podría negar o disminuir el dolor de los deudos del gran Petiso, y que en la imperfecta aritmética humana, desde el Código de Hammurabi hasta acá, ese dolor se traduce en un precio. Por lo tanto, aquel pago tuvo una causa, y una causa justa, aunque no ajustada al derecho estricto. Así las cosas, y siendo que no hay ninguna base jurídica para estimar un dolor reparable y otro no reparable, el antecedente Rucci debiera servir para otras reparaciones semejantes, como por ejemplo a las familias de los diez conscriptos muertos por la Orga en el ataque al Regimiento 29 de Infantería de Monte de Formosa. Así, el "Operativo Traviata" (la muerte de Rucci) no sería añadir un rulo a la retorcida madeja de los odios nacionales, sino un bálsamo para los que sufrieron, por ejemplo, el "Operativo Primicia" (el ataque al cuartel). Ello ayudaría, además, a despejar la atmósfera de "mentira vital" que rodea nuestra guerra.

Cierro con un recuerdo personal. Asesinado Rucci, un grupo de nacionalistas, en el que me contaba junto con Gerardo Palacios Hardy, Hugo y Fernando Esteva, Antonio Millé, Roberto Alejandro Etchenique, Roberto Raffaelli y algunos otros que seguro olvido, publicó a su costa una solicitada donde se unía al duelo y al repudio de la Orga subversiva que, como ya dije, todo señalaba como autora del hecho. Bastantes años después, debiendo como abogado cobrar un crédito por honorarios a la UOM, me encontraba en el local sindical con una simpática y sistemática manera de dar largas al asunto. Un día, viendo que el salón donde conversábamos estaba presidido por un retrato de Rucci, le conté al colega encargado ese día de ponerme dilaciones la historia de la solicitada. Ni él ni otros presentes me creyeron hasta que les mostré el papel amarillento que había llevado como prueba. Levantó admiración el texto y observé que lo que más les asombraba no era que un grupo de argentinos, sin protección, sin armas, sin orga ninguna, se pusiera bajo el fuego cruzado, sino que la hubiéramos pagado de nuestro bolsillo. Me dí cuenta ese día que estaba viejo y que algo había cambiado en mi tierra.

1 comentario:

Flor de Ceibo dijo...

Torrero: impagable el artículo. Jamás se hará justicia al pobre Petiso. Días pasados lo dijo con contundencia el amigo Osvaldo Agosto: "Ni una monumento le hicieron, como a Perón". Y agregó, con esa frescura de las almas simples: "Si a un tipo le pusieron una bomba los milicos, indemnizan a la familia. Si la bomba se la pusieron a los milicos, indemnizan al terrorista". Rucci es aquí asimilable al milico, aunque haya estado lejísimos de serlo. Fue nada más que la mano derecha de uno: el general Perón...
Agosto recordó también el Tratado de Roma etc. Nada de él se proyectará mientras haya en la corte proxenetas y empresarios editoriales.