ALGO ASÍ COMO DEMOCRACIA...
Algo rápido y al pasar respecto del balotaje. Ante todo, el insoportable filosofeo político de los encuestadores. De un modesto oficio de cuentaganados a oráculos. Siempre con un dato augural o, mejor dicho, varios, puestos a subasta. Incesante conversión de calidad en cantidad. Reducción del pueblo a percentiles. Y adjudicación de esos percentiles en propiedad a un candidato: "los votos de Macri", "los votos de Filmus". Cuando, en su mayoría, no son ni de uno ni de otro, sino votos contra el otro, donde ni siquiera rige el criterio de poner boleta al menos malo, sino de quitársela a quien se considera aún peor. (Ejemplifico cum ego ipse: voté a Macri).
La Constitución asigna a los partidos políticos el rol de “instituciones fundamentales del sistema democrático”; en realidad, es el último clavo que remacha el féretro partidocrático. Los partidos se pulverizaron en el 2001, a partir de la huelga electoral que fue la elección de octubre de ese año y de la protesta generalizada que estalló en diciembre. ¿Qué es un partido político, profe? ¿Una institución fundamental, etc., etc. No. Es una empresa de captación del voto del consumidor (ciudadano) hacia la imagen de un producto (candidato) cuya venta se promociona por los mensajes del marketing político, que se sirve como principal materia prima de las encuestas y tiene como objetivo maximizar los beneficios a través del acceso al control de la caja de los dineros públicos. El marketing político es la gran filosofía de este tiempo y los marketineros los émulos de aquellos ensabanados que se paseaban hace dos mil quinientos por las riberas del Illisos, en la vieja Atenas, pronunciando frases que hoy todos repetimos. Sigue vigente el Partido Único de los Políticos Argentinos (PUPA), masa autorreferencial y casi incestuosa en su mutuo y continuo toqueteo.
El que no tiene vela en ese entierro es el pueblo, el cuerpo político sin el cual la política carece de alma. ¿Dónde está el pueblo? preguntó don Julián de Leyva en mayo del año X. Al pueblo, muchachos y muchachas, todos y todas, no se lo ve, todavía (ojo al Cristo, gente del PUPA, que puede volver). Por ahora, a nuestra democracia se le ha perdido el pueblo y no sabe dónde está.
Mientras tanto, que festeje Macri el apólida (no tiene polis aunque maneje a una ciudad y reduzca sus ciudadanos a vecinos) y sufra un poquito Filmus, ese integrante del bajo clero de la progresía que hace años tomó los hábitos en la FLACSO.
1 comentario:
Muy buen análisis, Torrero. Además de político, podemos decir que es el suyo un estricto análisis de orina, desde que el marketing electoral decidió orinar sobre el pueblo, colgado de las ramas del PUPA para no mojarse los zapatos. Es el PUPA, del que tanto hablamos y tanto lamentamos, el que nos ha castigado con esta oposición apática y siempre coincidente "en los grandes temas", y por tanto, con un gobierno hegemonista que plausiblemente intenta llevársela puesta como a un guante, y a toda la ciudadanía, de paso, también.
Yo creo que es una tendencia más de la mercantilización de la política: la tendencia progresiva (y progresista) al monopolio, disfrazado de variedad en las marcas, a veces en los colores del packaging, en los jingles, en el perfil de consumidores al que apuntan, pero con una coincidencia total tanto en los contenidos del producto como en su precio... un oligopolio concertado, como el de las bebidas cola.
Las brechas en las propuestas, desde la SGM se han venido acortando hasta el ridículo. Las plataformas son exactamente iguales. Supongo que las escribe una sola persona, o una firma de consultores electorales, quién sabe. Son como formularios, plagados de ambigüedades y de buenas intenciones de carácter cada vez más abstracto (a favor de la vida, por la preservación de nuestros bosques naturales, a favor de la educación y el trabajo, de la salud y el medio ambiente, de la niñez y de la vivienda, etc. etc.). Las diferencias son estrictamente estéticas: caras nuevas, caras viejas, colores y eslógans. Obsérvese por ejemplo que hasta en este último punto se está dirigiendo el viento hacia la homogeneidad: Ricardito y Francisco "creen en vos" y Daniel pone de fondo la cancioncita de Montaner "Yo creo en ti". La onda en esta campaña es creer en el votante, confiar en que lo vote, sin proponer el más mínimo argumento para que el votante crea en ellos...
¿Cuándo volveremos a comprender el carácter demiúrgico de la política? ¿Cuándo reaparecerá el homo conditor con su llama creadora? Si atendemos a las enseñanzas tradicionales, el camino que tenemos por delante será siempre en declive, así que nada genuinamente renovador podremos esperar al respecto.
Entonces está acertadamente puesto el acento en el único baluarte con capacidad de regeneración y grandeza: el pueblo ignorado y despreciado, al que se le ha sumido el facón hasta la S (de subsidios, subordinación, subyugación, sometimiento...), dejándolo en el suelo mirando la astronomía...
La tecnología, que como vengo sosteniendo, es anti-moderna por su carácter prometeico y creador, ya nos aporta los elementos para un regreso al pueblo, a formas de gobierno más directas y espontáneas. O la aplicamos de una vez y nos hacemos cargo de los principios que vociferamos hipócritas sostener, o será usada contra nosotros en la forma incendiaria que vimos en Egipto y vemos ahora en Londres.
El fuego es un medio invaluable a nuestro servicio, ya también el más implacable destructor. Sólo con fuego se combaten los grandes incendios.
¿Seguiremos optando por comer carne cruda y calentarnos con la orina de los políticos, como en un indemostrado y vergonzoso pasado prehumano?
Un cordial saludo.
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