martes, marzo 30, 2004

(Bosquejo de un prólogo a un libro de memorias que quizás nunca escriba)

AGUA PASADA (ENTRE DOS SIGLOS)

Nací en la primera mitad del siglo XX y he de irme al otro barrio en algún momento todavía impreciso, pero siempre próximo -y, a mi gusto, seguramente prematuro- de la primera mitad de este siglo XXI. Nacer, vivir y morir, en sí mismas, no son actividades demasiado hazañosas. En el nacer y en el morir nadie consulta nuestra gana, afirmación que resulta absoluta tratándose del venir al mundo y que, en cuanto a dejarlo, debe matizarse teniendo en cuenta aquellos que interrumpen el curso del existir por su propia mano. En el transcurso del vivir puede darse, sí, algo de hazaña ya que, aunque hay al respecto pareceres divididos, nadie ha podido demostrar acabadamente que la vida resulte una empresa siempre bella. Más bien se hace de necesidad virtud transformando en instancias educativas sus engaños y laceraciones, aunque hay voces autorizadas que llegaron a proferir aquello de que mueren porque no mueren, si permanecemos en el terreno de la más pura ortodoxia. En todo caso, una autobiografía, como cualquier género de escritura alrededor de uno mismo, debe justificarse mostrando que, si al menos el protagonista no ha sido un semihéroe, lo ha intentado en alguna ocasión o, más modestamente ha presenciado alguna circunstancia destacada que legitima tomarse la pena de prestarle la oreja y la atención. Como la historia en general, la biografía parte del supuesto (o, mejor, prejuicio) de que se ha vivido en un tiempo y en un mundo interesante y que uno, el biografiado, contribuyó aunque sea en lo mínimo a ello. Puestas así las cosas, estaría a punto de dejar esta tarea, ya que una duda constante me cruza, acerca de por qué mi tiempo podría resultar más interesante que otros (cuando este tiempo y los sucesivos otros sólo tienen en común, como decía el viejo Machado, la monotonía de que lo mismo que nosotros otros se jorobarán) y por qué mi paso por este tiempo podría considerarse más relevante que el paso de otros nadies por otros tiempos. De todos modos, me parece que rige aquí un engaño generalizado y aceptado, según el cual, llegado uno a los umbrales de la arterioesclerosis, nace un derecho a considerar lo sido y pasado como interesante sin que se admita prueba en contrario. Es el origen del laudator temporis acti. A tal engaño me acojo y en él me fundo y legitimo para estos borradores. Bosquejo así letras sinceras a partir de un engaño, de una "mentira convencional de la civilización", según la olvidada frase del olvidado Max Nordau que citaba mi viejo.-

jueves, marzo 25, 2004

Acto en el Colegio Militar y en la ESMA. Hijos, Madres, Abuelas, Heredia y Serrat. Un pequeño saqueo subsecuente. No hubo guerra civil, dijo Solá. Sólo hubo un bando subversivo: el Estado. Y, sin embargo, todo el simbolismo: Presidente. Madres, Hijos, Abuelas, conformaba una mimesis de guerra civil donde los vencidos, es decir, los uniformados, debían con orejas gachas arriar sus banderas y descolgar sus cuadros. Este desahogo bélico a destiempo será pagado por todos más tarde. Igual que en los 70, con respecto a uno u otro bando.

miércoles, marzo 17, 2004

Un libro de Claudio Fantini sobre Juan Pablo II: "Infalible y Absoluto". Dos páginas rescatables, lo demás, un centón de artículos que se repiten: variaciones sobre un mismo enfoque. De todos modos, es interesante y acertado su planteo principal: durante los veinticinco años de su reinado la Iglesia perdió fieles y, al mismo tiempo, la figura del papa alcanzó un vigor y una notoriedad inusitados. Un actor que supo construirse su papel monocrático a la perfección. Lo interesante es esta asimetría entre el desarrollo de la cabeza de la de la Iglesia, enaltecida en baños de multitud y de acercamiento a los más jóvenes, y un catolicismo que, en términos estadísticos, retrocede. Juan Pablo II vio hundirse la religión secular soviética y contribuyó en buena parte a ello. Trató de establecer puentes hacia el mundo anglicano, luterano y ortodoxo, con suerte varia. Revisó, con cierta tardanza, la condena de Galileo y manifestó una actitud de perdonar y solicitar el perdón por lo pasado como, quizás, ninguna otra religión ha hecho en el siglo pasado (y antes hay pocos ejemplos). Pero el Islam es la religión triunfante de la segunda mitad del siglo XX y quizás de éste. Y el protestantismo, bajo forma multiplicada de nuevas sectas, es la amenaza más grave a la hegemonía del catolicismo en Latinoamérica. ¿Culpa del papa?

No lo parece. Pero lo cierto es que la Iglesia Católica no tiene una postura definida frente al Islam militante, no lo reconoce todavía en su horizonte inmediato y, en cuanto a nuestro continente, ha dado por descontada su supremacía, sin avizorar competencia.

viernes, marzo 12, 2004

CERONETTIANA

Un artículo de Guido Ceronetti, pensador extraño y magnífico, se refiere al 8 de marzo, día de la mujer, y su tipografía subsidiaria, a ratos insoportable. Todo se va en hablar de derechos. dice nuestro autor. ¿Y el amor? El amor del hombre por la mujer y de la mujer por el hombre es algo que se extingue con los culebrones de la tevé. Lo reemplazan el sexo amplificado, la tendencia a la unificación andrógina, el matrimonio de conveniencia de hombres con hombres y mujeres con mujeres. La mujer ha ganado espacios, es cierto. Ha demostrado que, biológicamente, resulta un animal que evoluciona, mientras el hombre es un animal detenido, paralizado. También cierto, o muy probable. Pero no evoluciona hacia algo mejor, el animal fémina, sino hacia el productivismo exacerbado, lo cual es triste. Los antiguos no conocieron el amor entre el hombre y la mujer, salvo un asomo entre los romanos del que Catulo ha dejado imborrable huella. El amor es una invención cátara en el sur de Francia -releer a Rougemont. Se eleva desde la palabra antes que desde la directa genitalidad y no transita por lo reproductivo. El amor nace como compensación al horror del mundo, al mal que es la secreta lógica que lo rige. Aquel que lo probó no lo olvida y se convierte en un fedele d'amore. Pero ya vamos siendo meros sobrevivientes.

jueves, marzo 11, 2004

No sé si fue la ETA o Al Qaeda (casi doscientos muertos y 1500 heridos saltados por los aires en estaciones de tren en Madrid). El terrorismo se acerca cada día más al culmen de la violencia absoluta, extraída de una mala lectura del Corán, según la cual el mártir es más mártir cuantos más inocentes se lleve consigo. Los mártires cristianos, budistas y, por cierto, buena parte de los mismos islámicos, fueron testigos -que es lo que significa martys en griego- sobre su propio cuerpo y sangre, no en el sufrimiento infligido a los otros. ¿Hay que entrar al Paraíso chorreando sangre en las manos? La violencia escala en espiral, en este tiempo light en que se mata con culpa y se muere con terror, exactamente al revés de la antigüedad. Atila, Tamerlán o la Horda Dorada eran, relativamente, menos crueles por menos hipócritas.
Una organización española propicia representación para el voto en blanco. Algo absurdamente, se presenta como el partido del Voto en Blanco, es decir, insta a votar positivamente por esa agrupación. Hace más de diez años propuse en el ámbito académico, sin resultado, el "escaño vacío" si los votos en blanco resultaban considerados en el escrutinio y su número alcanzaba la cifra repartidora en el sistema proporcional que nos rige.

miércoles, marzo 10, 2004

Apronte, desafío, respuesta, actitud de trifulca, hocicamiento presentado como triunfo. Ciclo sin cesar repetido del psicodrama de la deuda argentina. Como el valentón (el compadrito) de Cervantes: caló el chapó, requirió la espada, fuese...y no hubo nada.

domingo, marzo 07, 2004

¿En vísperas de un default? Abuso del dramatismo subnormal y de las operaciones de prensa. Por un lado pretendemos la mayoría de edad; por otro, recurrimos a los subterfugios de la inmadurez. Y así desde nuestros Libertadores. Lo que me hace sospechar que Chávez es más bolivariano que lo que su discurso rupestre permite suponer...